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IRATI

Leyendas, cuentos, creencias y canciones. Jean Barbier recoge tres leyendas referentes a Irati: «Meza michteriozkoa», «Salbatoreko ganderailua» y «Chaindia». Por su sabor mitológico vasco incluimos aquí, aunque en forma esquemática, la segunda: «El candelero de San Salvador». «Hace novecientos años parece que sólo había en Mendibe dos casas, la de Lohibarria y la de Mikelaberroa. El mozo de Lohibarria se fue un día a Galharbeko-potcha, donde las vacas. Vio a una Basa-Andere en una cueva que, después de haber abrillantado el candelero que ahora está en Salbatore, se peinaba con su peine de oro. El candelero brillaba como el sol y se lo pidió a la Basa-Andere. Esta rehusó. Con tanto ruego, finalmente se lo dio y el mozo se fue con el hermoso candelero. Pero la Basa-Andere pronto se dio cuenta que se iba derecho a Salbatore y se lanzó tras él echando gritos. El Basa-Jaun se unió a la persecución. El mozo, viéndose perdido, empezó a gritar: «Jon doni Salbatore othoi urrikal zakizkit» -¡San Salvador, por favor, tenga piedad de mí!-. Y en seguida, la campana de San Salvador se puso a tocar sola, dale que dale. El Basa-Jaun y la Basa-Andere se detuvieron. El Basa-Jaun le gritó al mozo: «Te ha salvado el bandeo de esa maldita campana... ¡Pero hay de ti si te cojo en ayunas!». Al siguiente día de haber trillado el trigo se fue al monte y en una vuelta del camino le salió el Basa-Jaun. Asustado, se rascaba la cabeza pensando lo que le haría el Basa-Jaun. Pero se dio cuenta que entre los dedos se le quedaban tres o cuatro granos de trigo que estaban en su cabeza, enredados entre el pelo, desde la víspera. ¡Krak! se los llevó a la boca y rompió el ayuno. El Basa-Jaun desapareció para no aparecer más. El candelero permanece en Salbatore, pero ya no es tan hermoso, pues habiendo quemado los españoles por dos veces esta iglesia, el candelero se volvió completamente negro. Los de Mendibe quisieron bajarlo al pueblo, pero nunca pudieron pasarlo del collado de Haritz-Kurutzeta. Y desde entonces allí está, en la iglesia de Salbatore de Irati. Y allí estará siempre. Don José Miguel de Barandiarán nos presenta, entre otras, la del dolmen de Mariluxekoharri, en la parte de Mendibe. Se cree que una mujer trajo las tres grandes losas que se conservan en el dolmen: una sobre la cabeza, otra debajo del brazo y la tercera en el delantal. Vino hilando por el camino, sin ser impedida por el peso de las piedras. El pastor Juan Saroxar aseguró haber oído a los ancianos que las piedras del dolmen no deben ser removidas: las consideraban como algo sagrado. También contaba que, según la tradición, en la cueva de Mikelaun-zilo, situada en el monte Artxaale (Lekhunberry), vivieron antiguamente Basa-jaun-andriak, el señor y la señora selváticos. «Le Roy, que dirigía en 1790 la corta de árboles del monte Irati para dotar de mástiles a la Armada Real, refiere en sus Memorias que sus obreros vieron, en varias ocasiones, a una pareja de selváticos, de salvajes. La mujer era de rostro palidísimo y extraordinariamente hermosa. Andaba en el traje de Eva y sus cabellos sueltos le cubrían hasta la cintura. Más de una vez asomó por entre la espesura de la selva, para contemplar el trabajo de los leñadores. Estos -añade Le Roy- trataron de cazarla, pero no lo consiguieron». «Iru egia» es un cuento corto sobre el pastor y el Basajaun, recogido por Azkue de labios de María Anpo, del pueblo de Esterenzuby, en la zona de Irati. Dice así: «Etxolatik yautsi zuzun bahin artzain bat bete puskak hartutik, bena matxarroa etxolan hantzirik utzi zizin, eta haren txerka gibelerat itzuli zuzun. Basayauna atzeman zizin etxolan. «¿Norat heldu hiz?» galde egin zion Basayaunak. «Matxarroaren txerka heldu nuk», erran duk artzainak. «Hiru egia erraiten badituk ukhanen duk matxarroa». Artzainak erran zakozun: «¡Gau hunen ederra! Eguna bezen argi duk, erran dezake norbaitek. Ez, sekula». «Horra egia bat», erran orduan Basayaunak. «Bigarrena. Belea herioa bezain beltz dela erraten baitute. Ez, sekula». «Horra bestze bat», gaineratu zakon Basayaunak. «Irugarrena. Nik egun yakin ukhan banu hi gaur hemen hintzala, eznindian ni huna yinen». «A hori duk egia. To matxarroa. Eta gero, bere matxarroa eskuan zuela, etxera yoan zen artzaina». La traducción puede leerse en «Euskalerriaren Yakintza», tomo II, p. 415, de R. M. de Azkue. Se cree que Basajaun vivía en la cueva de Peñune, una cueva situada arriba de Amegi, hacia Irati. También que el Basajaun solía llevar al hombro al carnero que tenía cencerro y que los rebaños le seguían. Conocemos varias canciones populares de la zona de Irati: «Basohillarak kantatzea dizü Iratiko basoan», «Oriko Xoria», «Urzo lüma gris gaxua», «Salbatore gora da Garazi aldian» y la menos divulgada «Belhaudiko bortia Organbidezko olha».