A iniciativa del Pacto se habían reforzado, o surgido, grupos pacifistas de movilización ciudadana contra la violencia, tales como Gesto por la Paz. Paralelamente, desde comienzos de los años 90 tomó forma en la izquierda abertzale una corriente alternativa favorable al pacifismo, protagonizada en un primer momento por el movimiento a favor del diálogo Elkarri. La imposibilidad de hacer del País Vasco un marco autónomo de relaciones laborales favoreció por su parte la unidad de acción de los dos sindicatos vascos ELA y LAB, la cual proporcionó una gran base social de apoyo a las perspectivas de solución pacífica del conflicto.
Inspirada en el modelo nor-irlandés, la Conferencia de Elkarri de 1995, que exploró la posibilidad de un diálogo de todos con todos sin necesidad de tregua previa de ETA, contó con el apoyo del PNV. Asistió a ella la izquierda abertzale; no así el PSE/EE y el PP. Pero la imagen del PSOE se deterioró a causa de los escándalos relacionados con la "Guerra Sucia de los GAL" de los años 1983-87 que salieron ahora a la luz.
Ante la presión de la izquierda abertzale, ETA sustituyó la concepción estratégica de la "Alternativa KAS" cuyo eje era la negociación ETA/Estado por la "Alternativa Democrática" basada en la construcción nacional. Según ésta, ETA debía negociar con el Estado la aceptación por éste del derecho de autodeterminación y la territorialidad vasca; posteriormente, correspondía a los vascos en su conjunto tener la palabra para definir la forma política que pudieran darse. Pero la "Alternativa Democrática" quedó oscurecida al darse a conocer en abril de 1995, una semana más tarde del atentado frustrado contra Aznar, candidato del PP a la Presidencia del Gobierno.
En el periodo 1995-1998 se hizo evidente el fracaso del Pacto de Ajuria Enea. La antigua coalición dominante PNV-PSE se desdibujó ante la emergencia de dos coaliciones rivales, la nacionalista vasca y la estatalista.