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Bizkaia. Historia

En cada país y pueblo, dependiendo de la correlación de fuerzas sociales y políticas, el modo de transición del Ancien Régime (en la tradición de Bizkaia, Lege zaharra, la ley vieja) hacia el nuevo régimen se organizó y realizó de forma diferente. En Bizkaia el reinado de Carlos IV(1788-1808) fue sin duda un período convulso en el que emergieron distintas alternativas políticas. Las élites políticas dirigentes eran conscientes de que inauguraban un nuevo tiempo de modernidad. Un hecho significativo fue la fundación por un sector de la élite política, de la RSBAP. en 1765 para cultivar el gusto por la nación vascongada. A partir de ese período, la acción conjunta de los comisionados de las tres Juntas Generales de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa será un nuevo dato de articulación política de Bizkaia en un marco superior vasco. Dicha solidaridad interprovincial descollará con mayor intensidad a partir de 1778 cuando los puertos de Bilbao y San Sebastián quedaron excluidos de uno de los objetivos que con más ahínco persiguió la burguesía comercial bilbaína: el tráfico directo con América. La ubicación de las aduanas en los "puertos secos" de Balmaseda, Orduña, Vitoria y línea del Ebro, era el caballo de batalla. Diríase que la burguesía mercantil bilbaína comenzaba a construir un programa político de adecuación del edificio foral a los condicionamientos político-institucionales impuestos por los gobernantes de la Monarquía.

La Monarquía borbónica durante el reinado de Carlos III intensificó su versión de Monarquía administrativa. Una articulación burocrática centralizada, reproducida con solícitos intendentes, pretendía desarrollar una mayor eficacia administrativa de gobierno. Pero en Bizkaia perduraba vigente un sistema de organización administrativa y política legitimada a través de la reunión en Juntas Generales, es decir, un "cuerpo de provincia" y que había logrado reunir y coordinar a los representantes de diversas localidades. El temor a la desaparición de dicha forma de gobierno contribuyó a enfatizar su defensa intelectual y política.

"¿Cómo debe tratar a la nación vasca la Monarquía española (pues para la república francesa solo pueden tener sus distritos vascos una importancia muy secundaria) para hacer su fuerza y su actividad tan provechosas para España como sea posible? (...) La segunda pregunta tiene un interés práctico superior, y tanto más cuanto que ahora es frecuente el caso de que pueblos diferentes se reúnan en un mismo Estado. Pero hay que confesar libremente que hasta ahora siempre se ha pensado más en desembarazarse sólo de las dificultades, que opone la disparidad, que en utilizar lo bueno, que consigo trae la peculiaridad"

Es una pregunta planteada por W. von Humboldt, en 1801, quien definió la "nation Biscayenne" entendida como la unión de las tres provincias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, evidentemente en el seno de la Monarquía Hispana. Precisamente en una carta escrita al hacendado y dirigente político de Bizkaia J.M. Murga le manifestaba que Bizkaia era "la plus belle des nations modernes" y que "La Biscaye est le seul pays que j'ai jamais vu oú la culture intellectuelle et morale soit vraiment populaire, oú les premières et les dernières classes de la société ne soient pas separées par un distance pour ainsi dire inmense". Pero el disfrute de los Fueros no era percibido ni recibido por igual entre todos los miembros de la comunidad. La posición social o cultural que ocupara cada uno para obtener una ventaja y oportunidad de su pleno disfrute no era vana. Estas reflexiones nos introducen en la crisis política vivida a raíz de la revolución liberal, las matxinadas plebeyas y las consiguientes alternativas que se plantearon.

Desde las élites políticas el problema de la existencia política de Bizkaia como organismo político, sujeto de derecho público, concepto desarrollado en su expresión moderna principalmente durante la revolución liberal, será el elemento teórico de referencia común a la élite política para justificar la pervivencia de lo que devino en llamarse la "constitución foral" en la Asamblea constituyente de Bayona de 1808. Un clima de incertidumbre en la articulación político-institucional en el seno de la Monarquía hispana, antagonismos sociales crecientes entre élites o clases dominantes y sectores populares, incertidumbre y desconcierto ante los nuevos retos sin un claro liderazgo de cohesión social para la adaptación a la nueva situación, derrumbamiento del modelo económico de crecimiento, escenario de guerras internacionales, jalonan el período comprendido entre 1775 y 1814.

En términos concretos los acontecimientos más sobresalientes y que condicionaron la acción de los protagonistas vizcainos del período fueron los siguientes:

Guerras europeas: La guerra de la Convención (1793-1795) y las guerras napoleónicas (1808-1813) asolaron el territorio de Bizkaia. Además las sucesivas guerras con Inglaterra (1797-1801 y 1804-1808) influyeron muy negativamente en los intereses comerciales y la economía marítima de la misma.

Cerco arancelario: La resistencia a la unificación aduanera y por ende comercial en el territorio peninsular de la Monarquía, provocó la marginación del puerto de Bilbao del comercio directo con América. Además los productos industriales de Bizkaia serían gravados en los territorios de la Monarquía como si se trataran de extranjeros. Asimismo la prohibición de circulación de monedas de Castilla por Bizkaia influyó negativamente en los negocios de la burguesía mercantil. Todo ello generó un amplio debate sobre la estrategia a seguir para encontrar un modelo de crecimiento económico, acorde con los diferentes intereses de las clases que componían la sociedad de Bizkaia.

Presión fiscal creciente y exigencia por parte de la Monarquía de "donativos", servicios militares de modo que la participación de Bizkaia en los costos de la misma se convirtiera en regular.

Crisis de subsistencias, desastre agrícola (1797-98), hambrunas (1803-1804), aumento de la delincuencia (Reglamento criminal aprobado por la Junta de Merindades en 1799).

En términos ideológicos y culturales debate entre ilustración y contrailustración que se tornaría entre revolución y contrarevolución. Formulaciones culturales para definir la personalidad cultural de Bizkaia y vasca, las cuales se realizan en términos de los principios contrarevolucionarios y revolucionarios.

Es posible interpretar la realidad refiriéndose a las alternativas político institucionales impulsadas por diferentes clases sociales: burguesía comercial bilbaína en favor de un Estado liberal con un mercado interior bien articulado e integrado. Hacendados de la tierra, rentistas de la tierra, proclives a fortalecer políticamente el cuerpo del Señorío compitiendo con la soberanía real. Estos últimos, algunos desde el anverso de la ideología contrarevolucionaria, se alinearon con Zamacola, siendo conocidos como zamacolistas. Ahora bien dónde empieza la burguesía y acaban los hacendados o jauntxos de la tierra, no es fácil discernir de momento al menos, tanto en términos sociales y políticos, porque la sangre azul y la comerciante estaban en proceso de fusión y también porque las oscilaciones políticas en períodos de coyunturas con grandes alternancias, provocaban que un mismo sujeto o grupo solidario, ejerciera con varios ropajes políticos, en circunstancias impredecibles.

En 1799, con la firma de la incorporación definitiva de las Encartaciones, es cuando el Señorío de Bizkaia definió su espacio territorial con perfiles jurídico-administrativos consolidados.

La villa de Bilbao, el Consulado y el Señorío formaban tres cuerpos institucionales que se hallaban en constante concurrencia pero también podían converger en la defensa de intereses comunes. Los debates en Juntas Generales sobre sistemas de representación escondían una sórdida lucha por la hegemonía social. Así la ampliación de la representación en Juntas Generales dotando de voz y voto a los municipios de las Encartaciones y Durango significaba también la disolución del poder de los comerciantes de Bilbao en dicho órgano de representación. En suma podría hablarse de la constitución de partidos o corrientes políticamente definidas en el seno de las Juntas Generales.

El poder central de la Monarquía no fue neutral pues su política en favor de una nueva administración pública regida directamente desde la corte incide en el futuro del sistema foral. El 10 de agosto de 1795 el auditor general del ejército de Navarra y las Provincias Vascongadas, F. Zamora escribió a Godoy: "Si a esta paz siguiese la unión de las provincias al resto de la nación sin las trabas forales que las separan y hacen casi un miembro muerto del reino, habría V.E. hecho una de aquellas grandes obras...". En 1796 creó una comisión que estudiara el tema de la vigencia del sistema foral y promovió trabajos intelectuales para poner la razón de su parte, Diccionario Geográfico-Histórico (2 vol.1802). Noticias históricas de las tres Provincias Vascongadas de Llorente (5 vol. 1806-1808), para defender una posición regalista frente a la visión pactista de las Juntas Generales.

Durante este período es preciso destacar que Bilbao tuvo que soportar la prohibición de comercio directo con América. En consecuencia se abrió un gran debate en el seno de la élite política de Bizkaia sobre las aduanas interiores y la consiguiente estrategia política a seguir. La consolidación de una mayoría estable en el seno de las Juntas Generales propició una batalla por la obtención de la representación de las pequeñas localidades que no estaban interesadas en costear los gastos de su representación. Cualquier mecanismo resultaba válido con el fin de obtener la acumulación de representaciones que pudieran aumentar el número de votos en las Juntas Generales. Miembros de los hacendados y de la burguesía comercial, afincada en Bilbao, aspiraban a obtener dichas representaciones. Era su forma de lograr influencia y ascendencia social. Por otro lado Bilbao no se conformaba con un voto ya que fiscalmente era la localidad que mayor contribución realizaba. En 1784 se estudiaron diversas fórmulas para reformar el sistema sin resultado positivo alguno. La concurrencia entre la villa y el Señorío, cuya institución permanente, la Diputación, residía en Bilbao, creó fricciones hasta el límite que el Señorío privó de voto a Bilbao en las Juntas Generales en 1790 y la posibilidad de ser elegidos para cargos a los bilbaínos. El Consejo de Castilla restituyó en sus derechos a Bilbao en 1792. Esta dinámica permitió la creación, por afinidad y diversas solidaridades, de tendencias políticas articuladas en grupo, es decir la génesis de un sistema de partidos, teorizado por el bilbaíno José Agustín Ibáñez de la Rentería (1751-1826), destacado político zamacolista y difusor de las ideas de Montesquieu.

El 30 de octubre, 1 y 2 de noviembre de 1793 se reunieron en Bilbao los comisionados de las Juntas Generales de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. En representación de Bizkaia acudieron, los Diputados generales Juan Antonio Letona, José Joaquín Loizaga, Pedro Abendaño, Enrique Arana, Simón Bernardo Zamacola y Francisco Aranguren consultor perpetuo. Pertenecían a la élite de raigambre aristocrática y sus rentas tenían un origen agrícola-forestal y en la protoindustria.

El acta de la Conferencia es una excelente síntesis de los problemas y preocupaciones con los que se enfrentaban los dirigentes y gobernantes de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava a fines del siglo XVIII. En el primer párrafo expusieron su "deseo de conservar sus Fueros, Franquezas y Libertades" ante las novedades introducidas en los últimos años. A renglón seguido aparecen los temas relacionados con el hierro, el veedor de hierro en Cádiz, la exportación de mineral de hierro, la prohibición que impedía la libre circulación del dinero, los géneros extranjeros y los impuestos con los que eran cargados los productos de la protoindustria vasca en las aduanas. Les preocupaba "mejorar la Constitución del País y consolidar la Hermandad que desean perpetuar". Los citados representantes de Bizkaia pretendían perfeccionar la constitución histórica de Bizkaia, de manera que el edificio social no sufriese quebranto ni revolución, sino reforma, pudiendo conservar su existencia política. Los acuerdos de 1793 supusieron la carta fundacional del sistema de las Conferencias y el primer acuerdo serio para la constitución de una unión política vasca. El carácter programático, pero también de acción de gobierno común, quedó patente en los compromisos que contrajeron cada una de las delegaciones de provincia. La siguiente Conferencia debería iniciarse analizando el grado de cumplimiento de los acuerdos suscritos.

A fines de 1793 el frente de batalla se situaba en la Vasconia aquitana, territorio de Francia, en la línea de Donibane Lohitzune-Donibane Garazi en la Baja Navarra. Sin embargo en la primavera de 1794 la ofensiva de los republicanos franceses llegó hasta los confines de Bizkaia. A fines de 1794 se estabilizó el frente de batalla en el río Deba. Bizkaia tuvo que endeudarse, incluso pidiendo préstamos al Monarca, para defender su territorio de los invasores, ya que le competía dicha función según el Fuero.

La Diputación organizó la defensa. El General Moncey no atacó Bizkaia y optó por consolidar sus conquistas en la línea de Navarra. Bizkaia distribuyó sus fuerzas militares compuestas por paisanos movilizados desde Ondarroa hasta el alto Deba, creando un plan defensivo adaptado al terreno y a sus fuerzas. El 20 de noviembre de 1794 los convencionales conquistaron Bergara pero más tarde las tropas de Bizkaia la reconquistaron. Durante el invierno apenas hubo enfrentamientos. El 9-12-1794 se firmó un convenio en Mondragón entre el Rey, el ejército real de España y el Señorío de Bizkaia, lo cual significaba un reconocimiento explícito y político del Señorío. Pero a la postre la defensa de Bizkaia de hecho dependía del Señorío. Finalmente el 12 de Junio de 1795 las tropas francesas ocuparon Itziar y a continuación se derrumbó el frente del Deba. El general Crespo, el Rey y Godoy recomendaron a la Diputación la capitulación. La Diputación, siguiendo órdenes del Rey (R. O. 9.7.95), mandó capitular a los pueblos mientras emprendió la huida hacia Santander y Burgos. El 18 de Julio de 1795 las tropas de la Convención entraban en Bilbao. Hubo descoordinación entre el ejército real y el paisanaje del Señorío movilizado por la Diputación.

En Bilbao un sector de la burguesía mercantil que ocupaba el ayuntamiento, (Castaños aparecerá como cabeza visible) preparó unas cláusulas de capitulación, un tratado de neutralidad (22-7-1795) mientras otros, con el alcalde Vildósola, a la cabeza huyeron de la villa. El tratado constó de 11 artículos. Bilbao se comprometía a la neutralidad absoluta "en las hostilidades que existen entre el Gobierno de Madrid y la República francesa". Además asumieron la alimentación de las tropas. Los representantes de Bilbao perseguían que se retirase la tropa y la limitación de las contribuciones y Bilbao entregó cuatro capitulares como rehenes. Paralelamente se firmó la paz de Basilea que puso fin al enfrentamiento. Consecuencias inmediatas de la guerra fueron un clima de inestabilidad social, aumento de la delincuencia social, y la definición de alternativas políticas contrapuestas. En Bilbao se formarían dos partidos. Por un lado el sector de la burguesía encabezado por Joaquín Castaños que pactó con los revolucionarios franceses, como mal menor para proteger sus bienes o también quizás porque se hallaba ideológicamente próximo a los principios de la república de Francia. Otro el del huido alcalde Vildósola, que les acusaba de traición y connivencia con el enemigo. Francisco Zamora en la citada carta a Godoy de 1795 no dudó en afirmar, a lo mejor para abonar sus tesis e inclinar la voluntad del valido, "Yo en mi conciencia comprendo que la generalidad de la nobleza y gentes ricas de aquel país han abrazado de corazón a los franceses".

En consecuencia, Bizkaia se vio obligada a ofrecer una versión de la guerra de la Convención. Las Juntas Generales encargaron a José Agustín Ibáñez de la Rentería la crónica de la guerra que se concretó en el libro Manifiesto histórico de los servicios que ha hecho el M.N. y M.L. Señorío de Vizcaya en la última guerra con la Francia. Escrito de orden del mismo en el año 1795 (Bilbao, 1798). El objetivo era demostrar en la opinión pública de la Corte, la fidelidad al Rey, la Monarquía, de manera que el sistema foral no fuera suprimido. En Bilbao la corporación escribió su propia versión de la guerra para marcar distancias respecto a la versión oficial de Bizkaia y combatir la difamación surgida en el seno de la propia sociedad de Bilbao. La primera versión se tituló Manifiesto histórico de los servicios que la muy noble Villa de Bilbao ha hecho con motivo de la última guerra con la Francia: dividido en dos partes (1798). La segunda es el Compendio histórico de los servicios de la Villa de Bilbao en la guerra con la nación francesa publicada por nuestra Corte en el año de 1793, editada en Bilbao en 1800. Ambas versiones coinciden en la interpretación general, reivindicación de Bilbao frente al protagonismo de Bizkaia y las difamaciones difundidas en la Corte de Madrid. Pero discrepan en los matices y detalles concretos. La primera, el Manifiesto, prima la interpretación de quienes se quedaron para negociar con los franceses y ofrece más detalles concretos. En la segunda versión, redactada por Colón de Larreategui, se trata de ignorar las discrepancias internas entre los diversos sectores de la élite dirigente de Bilbao. Las mayores discrepancias son las que se refieren precisamente a los episodios relativos a la ocupación de Bilbao. El sector de Castaños pidió la rehabilitación política y la consiguió después de un largo proceso en el que fue condenado José Fausto Vildósola y Pérez de Nenin. En 1797 los de la facción Castaños ocuparon el Ayuntamiento de Bilbao. La impresión del Manifiesto añadía la sentencia condenatoria. Apelaron los del partido de Vildósola. Se retrasó su impresión de forma que el nuevo ayuntamiento de 1799 debatió el problema y el de 1800 acordó encargar una nueva versión a José Joaquín Colón de Larreátegui, de forma que pudiera ofrecer una redacción de consenso que a la postre fue en detrimento de los intereses impulsados por los del grupo de Castaños. De este modo se llegó a la publicación del Compendio histórico de los servicios de la villa de Bilbao... (1800).

Simón Zamacola, aglutinó y representó al sector que pretendía el fortalecimiento del Señorío, en tanto que cuerpo e institución política, frente a la Monarquía y también frente al poder disgregador de los municipios de Bizkaia. Pero Simón Zamacola fracasó en su intento de institucionalización de una milicia obligatoria, aspecto que pudo ser utilizado por sus adversarios, y la rebelión del "pueblo", cada día más protagonista e inconformista de su status social, político y económico, no se hizo esperar. Godoy envió al ejército para ocupar Bilbao y así reprimir la matxinada de la Zamacolada. Se instituyó un Comandante general de la Comandancia que sería un Gobernador militar y político sin cuyo permiso no se podría celebrar ni Junta, Ayuntamiento ni reunión alguna. Benito San Juan, brigadier, jefe de las fuerzas que ocuparon Bilbao y Bizkaia, fue nombrado Gobernador militar y político. Alcalde mayor de la villa de Bilbao lo fue Matías Herrero Prieto. En 1807 el gobierno central creó la figura del Capitán de Puerto con jurisdicción desde la costa hasta Bilbao. Todas estas medidas eran opuestas al sistema foral. Al año siguiente, cuando Fernando VII se dirigía hacia Bayona, una comisión de la Diputación de Bizkaia fue recibida por el rey en Vitoria. Los comisionados manifestaron su descontento con las decisiones del poder central y el Rey juró los Fueros de Bizkaia, pero sin que las reivindicaciones pendientes encontraran solución alguna.

La Diputación de Bizkaia, ante la política de hechos consumados de Napoleón, practicó una política contemporizadora. Desde el 17 de enero de 1808 se hallaban acantonadas en Bizkaia (Orduña, Durango, Elorrio) las tropas francesas. Las Juntas Generales nombraron un representante de Bizkaia para la Asamblea de Bayona que se proponía aprobar una Constitución para España. Por primera vez participaba en un órgano común de representación del conjunto de la Monarquía hispana. Juan José Yandiola defendió la constitución histórica de Bizkaia utilizando argumentos historicistas y un ideolecto inspirado en el nuevo discurso constitucionalista. Sin embargo la Diputación se resistió a jurar a José I como Rey. Controló la situación social con lo cual no se produjo, a diferencia de otros lugares de la Monarquía, levantamiento o insurrección generalizada frente al francés.

En el régimen napoleónico de José I regido por la Constitución de Bayona, los diputados generales de Bizkaia, Borja Hurtado de Corcuera y Juan José Yermo, se bandearon hasta que al menos Juan José Yermo participase directamente en la revuelta del 5 de agosto de 1808. El 6 de agosto un grupo de personas de extracción popular, autodenominándose el pueblo, instigado o con participación de destacados abogados y al menos de uno de los Diputados Generales de Bizkaia (Yermo) y, según su confesión, forzado (Hurtado de Corcuera), se alzó. Al comienzo de la revuelta arrestaron a franceses, a los partidarios de éstos y también a los llamados zamacolistas. Solamente habían transcurrido 4 años. Los amotinados proclamaron desde la casa de la Diputación a Fernando VII e instituyeron la "Junta Gubernativa Suprema de Vizcaya". En ésta encontramos por un lado el protagonismo de sujetos de extracción popular junto a personalidades del patriciado bilbaíno. La Junta dictó un alistamiento general. En algunos pueblos se inició la formación de compañías para la "defensa de nuestra Religión, nuestras leyes y sepulturas de nuestros abuelos" (Abadiño). Las tropas francesas al frente del general Merlín llegaron a los límites de Bilbao el 16 de agosto: el dilema consistía entre resistencia (propiciada por las clases populares) o capitulación pactada, recomendada por los patricios. El ejército aniquiló sin dificultades la resistencia y realizó un gran saqueo con graves pérdidas económicas (¿8 millones de reales?) y al menos 49 víctimas (jóvenes artesanos y campesinos de Bilbao y alrededores).

Destituidos los Diputados generales, Borja Hurtado de Corcuera y Juan José Yermo, y sustituidos por los que fueron elegidos segundos, Diego Felipe Larrea y Juan Climaco Aldama, la Diputación preparó la celebración de unas Juntas Generales extraordinarias, presididas por José Mazarredo, que practicó una política conciliadora frente a la represora del General Merlín. Entra el general Joaquín Blake el 12 de octubre en Bilbao y el 19 instauró la Diputación foral patriótica. En ésta aparece de nuevo Juan José Yermo, hasta principios de noviembre en que los franceses ocuparon Bilbao. Desde noviembre de 1808 hasta febrero de 1810 en el que se constituyó el Gobierno de Bizkaia permanece el edificio foral-institucional de Bizkaia. El tema del traslado de las aduanas a la costa, una vez más, fue uno de los más debatidos. Entre las medidas del nuevo Estado cabe destacar, la abolición de las órdenes regulares, mendicantes, y clericales, del tribunal de Inquisición, el proyecto de creación de la función pública, un proyecto de administración eficiente y la desamortización.

Con el decreto de 8 de febrero de 1810 Napoleón extendió su imperio hasta el Ebro, creando Gobiernos militares de Cataluña, Aragón, Navarra y Bizkaia, dependientes directamente de París. Así el 8 de febrero surgía el "Gobierno de Bizcaya" (comprendía Álava, Bizkaia y Gipuzkoa) bajo la dirección del Gobernador Thouvenot, que reunía poderes civiles y militares. Formó un Consejo de Gobierno, reorganizó la administración potenciando las áreas de policía, hacienda, justicia. Cada Diputación debía proponer un consejero. La de Bizkaia nombró a Juan José Yandiola, consultor perpetuo del Señorío, y su secretario Juan Margarit. Asimismo nombró el Consejo de provincia de Bizkaia: Diego de Larrea Arcaute presidente, José María Murga, Ramón Mazarredo, José Inuciaga, Antonio Landázuri contador, Luis Labayen tesorero y Diego Antonio Basaguren secretario. Un objetivo primordial perseguía el nuevo gobierno: reorganizar la hacienda y costear la presencia del ejército francés, mediante la aplicación de los principios de la nueva administración pública liberal. El 1 de marzo de 1810 fueron suprimidos por decreto de Thouvenot las Diputaciones y Juntas de subsistencia. Asimismo impulsó la creación de consejos municipales. A partir del otoño de 1809 se evidencia la presencia de grupos guerrilleros. Desarrollaron sus acciones por las Encartaciones, Orozko, Arratia, Durango, Lea-Artibay y puntos de la costa. Su referente son tanto o más los poseedores de bienes y agentes del poder establecido (escribanos, curas párrocos, propietarios) cuanto los franceses. Asimismo se produce la toma de localidades. El guerrillero Longa alcanzó gran celebridad y más adelante culminaría una carrera militar y política. Thouvenot reaccionó creando las guardias cívicas. En el estado actual de las investigaciones se podría aventurar que el régimen napoleónico tuvo el apoyo social del patriciado de Bilbao, es decir de la burguesía comercial, y un sector significativo de los hacendados de la nobleza titulada de Bizkaia. En mayo de 1811 se formó la "Junta-Diputación" o Diputación patriótica de Bizkaia que será la que, una vez ocupado Bilbao por el general Mendizabal, tomó la iniciativa del restablecimiento del nuevo poder constitucional surgido en el proceso de resistencia a José I y los ejércitos napoleónicos.

Aunque según la Constitución de Cádiz no era necesaria la celebración de las Juntas Generales éstas fueron convocadas en la iglesia San Nicolás de Bilbao en octubre de 1812, presididas por el general Mendizabal. Las tropas napoleónicas controlaban todavía el Duranguesado y Bilbao sufría varias alternancias de poder. El general Mendizabal propuso ante la Asamblea representativa la jura de la Constitución gaditana. Se redactaron dos mociones: la primera encabezada por el editor del periódico El Bascongado, I. Sancho, que ostentaba dos representaciones, la de Gordexola y Fika. Proponía la aceptación de la Constitución "sin reserva ni restricción." Recibió el apoyo de seis representantes. Por su lado Migel Antuñano defendió otra moción que resultó apoyada por la mayoría. Miguel Antuñano, párroco de Gordexola, era vocal de la Junta-Diputación que articuló la oposición política a los franceses. Apoyaron su moción A.L. Letona; S. Unceta, que había sido diputado general en 1808; S. Orue, jefe de la guerrilla en la Rioja y que se pasó a los franceses; Bretón, de Orduña, adicto a los franceses según Mariano Renovales, que fue general de la cuarta División de las tropas creadas en las Vascongadas. La multitud se hallaba congregada a las afueras de la iglesia de San Nicolás y al parecer increpó repetidas veces a los que defendían en la Junta el juramento de la Constitución.

Las Juntas Generales rechazaron el juramento incondicional hasta que se aclarase "si para recibir la dicha Constitución Española es necesario renunciar absolutamente la Vizcaina, o si son conciliables en todo o en parte las ventajas de las dos". La Constitución no fue jurada por las Juntas Generales porque la moción que la proponía fue minoritaria aunque declarasen, quizás como fórmula de cortesía, respeto, aprecio, obediencia y reconocimiento a aquélla. En septiembre de 1813, en pleno proceso de aplicación de la Constitución, Antonio Leonardo Letona, ahora en su calidad de jefe político de Bizkaia, obligó a los pueblos a jurar la Constitución y pudo informar a la Regencia que la Constitución fue juramentada. Respecto al debate del traslado de las aduanas, la "Regencia" del Reino, el 13 de septiembre de 1813, anuló las aduanas interiores y estableció la contribución directa. Fernando VII a su regreso de Francia abolió la Constitución liberal de Cádiz y por lo tanto se restableció la vigencia de la Novísima Recopilación de 1805. El 20 de mayo de 1814 reinstauró el régimen foral. Las Juntas Generales de 1814 manifestaron su rechazo a la Constitución apelando explícitamente a la uniformidad político-administrativa que conllevaba. En adelante la vigencia del sistema foral se hallaría ligada a la continuidad de la Monarquía absoluta, hasta 1839.

JAZ