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Alarde de San Marcial de Irun

Alarde

El Alarde de San Marcial no dejó de evolucionar desde mediados del XIX -incorporación de nuevos elementos, modificación y eliminación de otros...-, hasta convertirse en un ritual complejo, suma de componentes muy variados. Su evolución es pareja a la de los valores sociales, y refleja, aún de modo distorsionado, el "quién es quién" de la comunidad.

A finales del franquismo el Alarde se convirtió en el principal símbolo de de la identidad local. Entre otros cambios de percepción, el papel de la cantinera, antes muy criticado, comenzó a ganar prestigio. En 1981, centenario de la renovación coreográfica del Alarde -según la documentación que se conocía en el momento-, se aceleró el proceso de sacralización. Es entonces cuando comenzó a extenderse también la versión "foralista" del origen del Alarde.

Alarde

Irun había crecido mucho demográficamente, y la estructura coreográfica del Alarde permite una fácil integración de nuevos miembros. Se crearon dos nuevas compañías en los 80, correspondientes a nuevas barriadas. La cifra de participantes fue creciendo hasta los 8.000. Por lo demás, la coreografía sufrió cierta cristalización en su ordenamiento, uniformes, aspecto de las cantineras, instrumentos musicales y piezas a interpretar, horarios, recorridos... También entre el vestuario del público se impusieron el blanco y rojo y, algo menos, el negro sanmarcialeros. La Ordenanza de 1981 ajustó los criterios de selección para participar como cantinera o en unidades de número limitado (caballería, artillería, hacheros, tamborrada...), que en la práctica adquirieron un carácter elitista.