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Alarde de San Marcial de Irun

A inicios del siglo XIX los obligatorios alardes militares prácticamente habían desaparecido y perduraban los alardes folklóricos. La documentación revela que en 1849 se produjo un enorme cambio formal y conceptual, ya que se representaban coreográficamente siguiendo como modelo los ejércitos de la época: uniformización en los atavíos, hacheros, compañías de fusileros con cantinera, pífanos y tambores, tambor mayor, general, caballería, artillería, banda de música... Es notoria la influencia de la Grande Armée napoleónica en el folklore de la época.

Alarde

El aspecto militar no se limitó a la coreografía: los treinta de junio, además de celebrar la batalla de 1522, también se celebraba la victoria de las tropas anglo-hispano-portuguesas contra las napoleónicas en los altos de San Marcial. Por tanto, la celebración sobrepasaba el ámbito local y adquiría un carácter nacional español. Y la tarde del día de San Pedro comenzó a realizarse la "revista", en recuerdo de aquella que históricamente se había celebrado la víspera de la batalla de 1522, no en recuerdo de los alardes que en tal día se realizaban en época foral durante el Antiguo Régimen.

Durante la décadas siguientes la tendencia se asentó y extendió, con más compañías y más participantes a medida que avanzaba el siglo XX. Las compañías se conformaban por barrios o calles, o por agrupaciones, políticas (tradicionalistas, republicanos, Batzoki), socio-culturales (Casino, equipos de fútbol, juventudes católicas) o laborales (ferroviarios). Pese a que fue ganando popularidad, no faltaban críticas, entre ellas que era un acto ofensivo a la vecina Francia. Incluso se suspendió durante los años de la Primera Guerra Mundial, por respeto.