Festivals-Événements

Alarde de San Marcial de Irun

La batalla de 1522 hay que situarla en el contexto de la conquista e intentos de reconquista de Navarra. Aunque militarmente no tuvo gran trascendencia, para la población de Irun resultó fundamental: por un lado, pudieron volver a habitar la localidad; por otro, aunque se consiguió con el apoyo de las tropas reales y la población de localidades guipuzcoanas vecinas, fue protagonizada por los hombres y mujeres de Irun.

Alarde

A partir de entonces se erigió una ermita en lo alto del lugar de la batalla, la peña de Aldabe, -conocida posteriormente como monte San Marcial-, y se instituyó la procesión y misa de cumplimiento del voto. También se trasladó la fecha del anual alarde militar al 29 de de junio, San Pedro, y las fiestas del pueblo se trasladaron de San Juan a San Pedro y San Marcial. La batalla, pues, fue decisiva en la conformación de la identidad local. Sin embargo, el Alarde, es decir, la escolta honorífica de la procesión, no adquirió especial simbolismo. Aunque con posterioridad el doble concepto de la palabra y el hecho de celebrar una victoria militar han acarreado problemas de nominalismo, la escolta armada no se justifica ni por los obligatorios alardes de armas ni por la celebración de una batalla. De hecho, la presencia de armas de fuego para las salvas de honor era habitual en procesiones, desfiles y otros actos más o menos ritualizados.

Al menos en el caso de Irun, fueron los alardes militares los que quedaron supeditados a la escolta honorífica, no al revés: desde 1707, cada vez se realizaban menos alardes de armas, pese a ser obligatorios, para ahorrar pólvora y otros gastos, y oficialmente las ordenanzas municipales de 1773 y 1804 los relegan a las procesiones, tanto física como conceptualmente, porque solo los entendían como rememoraciones de la batalla.