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PARTIDO (SISTEMA DE PARTIDOS EN HEGOALDE)

El nacionalismo vasco. El nacionalismo vasco surgió como fuerza política en el último decenio del s. XIX en cuyos últimos años se presentó por primera vez a unas elecciones (derrota de Arana en las provinciales de 1898) y obtuvo sus primeros concejales (cinco en Bilbao, en 1899), al tiempo que, en torno a 1898, ingresó en el partido el grupo de Sota, procedente del euskalerríaco, de planteamientos ideológicos más liberales (frente a la teocracia araniana) y proclives a la profundización en la autonomía (frente al inicial independentismo de su fundador). Durante los primeros años del s. XX experimentó un proceso expansivo (en Vizcaya, y, en menor medida, en Guipúzcoa; en Alava y Navarra, a partir de los años 1910) afirmó su carácter populista y acudió a las elecciones -municipales y provinciales, sobre todo- en alianzas con fuerzas católicas, conservadoras o carlistas. El creciente peso de Sota apuntaló la influencia de un nacionalismo liberal que adoptó el nombre de Comunión Nacionalista Vasca. Este nacionalismo moderado (cuyas tensiones con la tendencia independentista, representada por el semanario «Aberri» y Luis Arana se agravaron durante la I Guerra Mundial) fue el que emergió como primera fuerza política de Vizcaya al final de la Gran Guerra. En las municipales de 1917, numerosos municipios, entre ellos Bilbao, alcanzaron alcalde nacionalista; en las provinciales del mismo año la CNV se hizo con la mayoría de la Diputación de Vizcaya; y en las generales de 1918, el nacionalismo obtuvo 5 de las 6 actas vizcaínas. En estos comicios, obtuvo también un representante en Guipúzcoa y otro en Pamplona, en este caso, en alianza con el carlismo y el maurismo, y por el artículo 29. En los años siguientes, y a pesar de mantener en buena medida su influencia en el ámbito local, sufrió un retroceso en las elecciones generales (Pamplona eligió un candidato de esta significación hasta 1923, gracias a la alianza con carlistas y mauristas; en 1919 obtuvo 4 actas por Vizcaya de las que 3 fueron anuladas), como consecuencia en gran parte de la reacción contra él de otras fuerzas políticas. Este hecho agudizó sus tensiones internas que desembocaron en la escisión de la CNV del grupo aberriano que, con la Juventud Vasca y bajo el liderazgo de Elías de Gallastegui, organizó su propio Partido Nacionalista Vasco, que pretendió recuperar los planteamientos aranianos. Tras el paréntesis de inactividad impuesto por la Dictadura de Primo de Rivera, ambos grupos se reunificaron en el Partido Nacionalista Vasco. Finalmente, existió también en el seno del nacionalismo una tendencia aconfesional (la mal conocida Liga de vascos españolistas; el Partido Nacionalista Republicano Vasco), carente de presencia electoral, que no logró constituir definitivamente su propio partido hasta 1930 con la fundación del laicista y republicano Acción Nacionalista Vasca.