Lexikoa

PARTIDO (SISTEMA DE PARTIDOS EN HEGOALDE)

Tradicionalismo y carlismo. El carlismo, que si no fue propiamente un partido de masas sí tuvo una considerable capacidad de movilización popular, reapareció con relativa fuerza en las elecciones generales a partir de 1891. Bajo el sufragio censitario mantuvo posiciones equilibradas con -o incluso predominantes sobre- los liberales en los ámbitos local y provincial, pero únicamente fueron elegidos 4 diputados carlistas, de los 88 máximos posibles, en las cuatro provincias. En cambio, el carlismo y los movimientos y partidos emparentados con él (integrismo y tradicionalismo) se convirtieron, entre 1891 y 1923 (87 diputados de 334 posibles como máximo), en una de las fuerzas políticas importantes del sistema, particularmente en Navarra (49 diputados de significación carlista o integrista en dicha etapa) y Guipúzcoa (31 carlistas, integristas y tradicionalistas). Sin embargo, los últimos años del XIX pueden considerarse de declive para el carlismo (que conservó su fuerza en el ámbito local), afectado por las escisiones que llevaron a algunos de sus sectores hacia el partido conservador (a través del grupo católico liderado por Pidal) y hacia el nacionalismo vasco, además de la que dio origen al integrismo, que se organizó como fuerza política en defensa de unos principios supuestamente traicionados por la proclividad liberal del pretendiente don Carlos. El integrismo (algunos de cuyos elementos también pasarían al nacionalismo vasco) arrastró a dirigentes y periódicos vinculados al carlismo pero careció del arraigo popular de éste: fue un fenómeno sobre todo rural que tuvo fuerza particularmente en Guipúzcoa (14 de los 21 diputados integristas elegidos por el País Vasco entre 1891 y 1923, correspondiendo los restantes a Navarra), cuyo distrito de Azpeitia eligió representante de esta significación entre 1891 y 1923 de forma prácticamente ininterrumpida. Fueron los primeros años del s. XX, al calor del planteamiento de la cuestión religiosa, los de mayor pujanza del carlismo y del integrismo que -conjuntamente y gracias a alianzas con otros grupos conservadores o confesionales, aunque a veces también con liberales y republicanos- llegaron a convertirse en la fuerza mayoritaria en Navarra (4 diputados de 7 en 1901, 1905, 1914 y 1916; 5 en 1903; 6 en 1907 y 1910), donde, entre 1918 y 1923, mantuvo el dominio de la Diputación gracias a la alianza con el nacionalismo en la Alianza Foral, pero se vio relegada nuevamente a segundo plano en las elecciones generales como consecuencia de la reorganización de fuerzas anticarlistas, y -en menor medida- en Guipúzcoa (de 5, 3 diputados carlistas, integristas y católicos en 1901 y 1903; 2 en 1907, 1910), donde conservó fuerza hasta 1923 (2 diputados carlistas, integristas y tradicionalistas en 1918 y 1920; 3 en 1919 y 1923). La escisión del tradicionalismo respecto a los que continuaron fieles a don Jaime, los jaimistas (mayoritarios en Navarra), no tuvo otro reflejo en los comicios generales que la elección de 4 diputados de esta significación por Guipúzcoa (provincia en la que fue mayoritario, al igual que en Alava y Vizcaya) en las elecciones generales de 1919, 1920 y 1923.