Hacia la nación política. Entre el concepto de nación vascongada y el de País Vasco -galicismo éste que parece haber acompañado a los primeros viajeros de entre los siglos XVIII-XIX y a los ejércitos de Napoleón con su cohorte de sabios está el P. Larramendi en quien encontraremos por primera vez la voz país, también de origen galo. Larramendi es un antecedente difícilmente soslayable del nacionalismo vasco, en especial en aquello que éste tiene de populismo católico foralista (Ayestarán, 1984) en contraposición al nacionalismo burgués revolucionario. Larramendi alude aún a la nación vascongada - concepto étnico-lingüístico - pero también a su posibilidad de ser «nación aparte, nación de por sí, nación exenta e independiente de las demás» (Sobre los Fueros de Guipúzcoa, escr. 1756- 1758, publ. 1983, p. 58). Esta «nación libre y exenta de otra lengua y nación» se compondría de los siete territorios diferenciados (p. 282): «(...) ¿por qué el bascuence, lengua tan viva y de más vida que otra ninguna, no ha de ver a todos sus bascongados juntos y unidos en una sola nación libre y exenta de otra lengua y nación ¿Por qué tres Provincias en España (y no hablo ya del reino de Navarra) han de estar dependientes de Castilla: Guipúzcoa, Alaba y Bizcaya; y otras tres dependientes de Francia: Labort, Zuberoa y Baja Navarra? (...)».