Lexikoa

NAVE

Barco o buque, especialmente los que tienen cubierta y son impulsados por la acción del viento mediante velas. A lo largo de los siglos han existido en el País Vasco infinidad de tipos y tamaños de naves que han prestado multitud de funciones: exploraciones, descubrimientos, transporte de mercaderías y de personas a través de mares y océanos, pesca de altura y acciones bélicas. En todas las naves hay que considerar unos elementos comunes en su concepto, tales como casco, superestructura, sistema de propulsión y mecanismo de dirección. El casco, que entendemos en la nave vasca construido de madera, le dota de la capacidad de navegación y del espacio destinado a la carga y, en su caso, al alojamiento de pasajeros, de artillería y pertrechos y de tropa, además de su propia tripulación. Sus formas y dimensiones, combinadas con el elemento propulsor, condicionan la velocidad, la maniobrabilidad y el aforo de la nave. Cuenta con una estructura interna compuesta en sus principales partes por quilla, roda, codaste, cuadernas, baos, puntales y ligazones, que determinan su solidez y sus líneas o traza; está forrado por una tablazón que lo recubre cual una concha, proporcionándole la estanqueidad necesaria para su flotabilidad. Queda cerrado en su parte superior por otra tablazón más liviana, la cubierta, donde hay practicados accesos a su interior (escotillas). Bajo esa cubierta, dependiendo del tamaño de la nave, puede haber una, dos o tres cubiertas, que pueden ser completas o no, paralelas todas a la superior. Esta aisla el interior del casco tanto de oleajes como de sus salpicaduras, de la lluvia o de cualquier inclemencia atmosférica; las cubiertas o medias cubiertas interiores sirven para un mejor aprovechamiento del espacio y estiba de las cargas. La superestructura está compuesta por las partes construidas sobre la cubierta superior, en las naves antiguas bataller o castillo a proa y chimenea, tolda o alcázar a popa, más las bordas, que a modo de mamparos o defensas laterales protegen la cubierta por ambos lados del casco desde proa a popa. El sistema de propulsión estaba condicionado por el viento y las velas. Estas podían ser rectangulares, trapeciales, triangulares, trapezoidales y de cuchillo. Siempre situadas por encima del casco debían disponerse según la dirección del viento y el rumbo de la nave, transmitiendo la fuerza de aquél para hacer avanzar a ésta en la dirección debida. Se montaban las velas sobre un conjunto (arboladura) que podía estar compuesta de uno o de varios palos o más tiles, generalmente verticales sobre la crujía o línea central longitudinal del casco; excepto el bauprés, muy inclinado por delante de la roda, como buscando la horizontal, y el botalón, palo auxiliar de la jarcia del mesana, que era mucho más liviano y situado horizontalmente hacia atrás de la popa. En las naves de dos palos verticales, el delantero -más hacia proa- se denomina trinquete; el otro, mayor. En el caso de tres palos, el de más a popa, situado sobre la tolda, mesana; con cuatro palos, el de más a popa, contramesana. Los mástiles mayor y trinquete apoyan su parte inferior sobre carlingas, que en el caso del mayor se asienta en la quilla. Salen al exterior a través de unos orificios (fogonaduras) practicados en la cubierta superior, y se afianzan lateralmente por fuera del casco en ambas bandas a unos tablones (mesas de guarnición) por medio de unos cables (obenques); su sujeción longitudinal se realiza por medio de otros cables (estays) que se afirman en el bauprés. Obenques, estays y todos los cables de sujeción componen la jarcia firme. Completan la arboladura vergas, entenas, picos y botavaras, que se apoyan y giran sobre los mástiles verticales y, en el caso de cebaderas, también en el bauprés. Las velas rectangulares o trapeciales penden de su grátil de las vergas; las triangulares o latinas, de las entenas; las trapezoidales o cangrejas, del pico, aferradas a la botavara por su pujamen; las de cuchillo o foques, lo hacen de los estays o de los aparejos que siguen la dirección e inclinación de los mismos. Los cabos que sirven para extender, recoger, sujetar y orientar las velas componen la jarcia de labor. El mecanismo de dirección está compuesto principalmente por el timón. En las naves vascas anteriores al s. XIV el timón era de espadilla, una especie de gran remo que pivotaba sujeto a la aleta de estribor, esto es, hacia la parte posterior del casco en el lado derecho, según se mira hacia la proa, movido por una palanca horizontal (caña). Desde el s. XIV las naves vascas emplearon el timón axial o de codaste, situado en el eje vertical de la popa; entonces la pala se articulaba por medio de goznes en el codaste, movido también lateralmente por una caña. Tiempo después en naos muy evolucionadas y en galeones se aplicó a la caña otra palanca vertical, articulada por un sencillo dispositivo (pinzote). En las naves grandes, debido a las fuerzas que se acumulaban en el timón, para mantener el curso de la nave con menos esfuerzo, se complementó el dispositivo de dirección utilizando la vela latina del palo mesana, o en el contramesana en la nave de cuatro palos, por lo que a este mástil de popa se le conocía también como artimón.