Lexikoa

MATRIARCADO

Posiciones críticas. Las voces críticas a las teorías del matriarcado en sus distintas versiones han venido de Aranzadi (op. cit. pp. 491- 533) y principalmente del estudio antropológico más reciente (Del Valle et. al. 1985: 21-54). El primero enfoca el tema denominándolo "el mito del matriarcado vasco" quedando de esta forma enmarcado en la consideración de las bases antropológicas, históricas e ideológicas en que se asientan los distintos estudios que tratan el tema. Desmonta acertadamente el entramado científico presentado por Ortiz-Osés y las afirmaciones correspondientes de Borneman y Mayr. Para ello analiza en detalle las bases de los datos de Caro Baroja, Barandiarán, así como las interpretaciones que se han hecho de tales datos. Sitúa asimismo las afirmaciones de los distintos autores en un contexto crítico de la teoría antropológica que en su opinión ha sido utilizada indiscriminadamente en los escritos sobre el matriarcado vasco. Avanza algunas explicaciones sobre la aceptación del mito por la población vasca. La otra crítica, proveniente de un estudio antropológico, presenta una doble vertiente. Por un lado elabora una serie de explicaciones acerca de la aceptación o acogida del mito, al que independientemente de Aranzadi se había presentado como tal en una mesa redonda celebrada en Donostia en 1981 sobre "La mujer en la sociedad y cultura vasca". Se analizan críticamente las afirmaciones de la tesis matriarcalistas dentro del contexto histórico-político de donde surgen, mostrando las contradicciones existentes. Así se repasa el énfasis en la ancestralidad de la cultura vasca que va más allá de lo que pueden aportar los datos científicos: la utilización de cierta mística de lo vasco que abarca contraposiciones entre lo vasco y elementos presentes en otras culturas del Estado español, la propuesta de soluciones a la situación conflictiva y de índole política de Euskadi desde la propuesta de asumir el matriarcalismo vasco, la centralidad de la figura de Mari y sus transferencias a situaciones reales que se contradicen con la situación real en que vive hoy la mujer. El segundo aspecto del estudio constituye la respuesta más directa y científica a las afirmaciones de la continuidad del matriarcado en la sociedad actual. Es el único estudio que aborda el tema del poder a partir de datos cuantitativos y cualitativos siguiendo la metodología antropológica entre tres generaciones de mujeres de los ámbitos urbano, rural y costero. A través del análisis del comportamiento, poder, valores, ideología y praxis nacionalista y el cambio, se llega a establecer unas conclusiones que desde la mujer, y teniéndola como objeto de estudio, son exponentes de una realidad desigual y subordinada. Finalmente haré referencia a dos trabajos adicionales que no han quedado incorporados en los estudios críticos anteriores. El artículo de R. Frank se centra en el personaje mítico de Mari a quien califica de diosa y a través de cuyo estudio quiere poner de relieve la sobrevivencia de las estructuras matriarcales junto a las dominantes patriarcales. Sugiere que pueden reflejar ciertos aspectos de la estructura profunda de otras culturas de la Europa occidental. En su orientación y en la utilización de datos (principalmente de Caro Baroja y Barandiarán) hay semejanzas entre ella y Ortiz-Osés aunque ninguno de los dos se citan mutuamente. Uno de los problemas que su interpretación presenta es que mientras propone la necesidad de contextualizar el culto a la diosa Mari con la estructura socio-económica vasca, esto no se plasma en el trabajo. Al hablar de Mari se mueve todo el tiempo en un tiempo ahistórico del que desciende al siglo XX para interpretar creencias vascas como restos de un pasado ancestral que ha sobrevivido a los influjos de civilizaciones foráneas y del cristianismo. Otro dato histórico sería la alusión a las serorak como posibles continuadoras de mujeres que en otro tiempo cumplieron funciones rituales de índole religiosa dentro del culto a una deidad femenina. De ahí que lance dos posibilidades en apoyo del matriarcado vasco del Neolítico, con reminiscencias y prácticas, que en su opinión han llegado hasta hoy. Un sistema social donde la deidad tuviera tanta resonancia, lógicamente debe venir de una sociedad donde las mujeres fueran las guardianas de la ley y donde las mujeres participaran activamente en el culto doméstico de los muertos. Lo segundo sería la consideración de imaginar un sistema de valores a partir de un marco cognitivo en el que se incorporara la noción de una deidad femenina como concepto principal. Para Frank esto influiría de forma decisiva en el sistema ideológico de la persona que estuviera influido. A mi entender todo queda como ejercicio de alta especulación. Finalmente la consideración de la existencia de "cierto matriarcado" en Euskadi forma parte de un estudio sobre la violencia realizado por Santiago Genovés, antropólogo residente en Méjico. En su exposición se limita a generalizar acerca de la influencia de las mujeres en las sociedades aun cuando en éstas se afirme y vea que los hombres son los que tienen el poder. El protagonismo de la mujer que apoya su tesis se basa en lo siguiente: ante la ausencia del varón por razones laborales como sería la emigración, el pastoreo, la pesca, la mujer (madre, esposa) se constituye en el centro de permanencia, asumiendo la dirección de la vida familiar; en el caso de la actividad pesquera, las mujeres son las que se encargan de la distribución y la venta del pescado. La evidencia proviene de un elemento negativo cual sería el deseo de librarse de la autoridad femenina que según él guía a los hombres a reunirse en las sociedades gastronómicas; se trata de una especulación lanzada por Caro Baroja y que la recoge Genovés sin añadir ningún dato. Otras funciones que realiza la mujer y que para Genovés irían en apoyo del peso del matriarcado basado en los datos expuestos, serían las funciones de apoyo a la organización ETA que asumen las mujeres en sus distintos roles familiares: madre, tía, abuela, hija, esposa. Estas consisten en: hospedar al clandestino, alimentarlo, coserle la ropa, cuidarle las heridas, proporcionarle y transmitir información, visitar al prisionero, todo esto sabiendo o no el grado de involucración que tenga. Siguiendo en sus atrevidas propuestas, establece una correlación positiva entre el grado de endogamia que se da en Euskadi y la matriarcalidad; dato curioso cuando en las sociedades donde la mujer tiene un status más alto (matrilineales) la regla que domina es la de la exogamia. De todas maneras, Genovés considera que el conjunto del sistema vasco que propone hay que tenerlo en cuenta si es que desde el lado opuesto se quiere comprender la violencia y el funcionamiento de la clandestinidad vasca (1986: 112-113). De esta breve síntesis de las distintas corrientes en torno al tema del matriarcado vasco, se desprende que al poner el énfasis en la contextualización de los discursos, se perfila la variedad de las orientaciones antropológicas que encierran y principalmente los posicionamientos que revelan acerca de la función social de la mujer en la sociedad vasca. Revela asimismo la recurrencia a utilizar las mismas fuentes sin un enfoque crítico.