Palacios vascos urbanos. Con la decisiva orden de la Hermandad, apoyada por Enrique IV, empieza la verdadera arquitectura palaciana vasca. Hasta esta fecha, edificaban en un tipo muy castellano: fachadas góticas de sillería, puertas apuntadas o de medio punto, con alfiz en muchos ejemplares, huecos ajimezados y cresterías. La planta de distribución era también exótica, con un patio central. Los nobles vascos preferían copiar las casas que admiraban en sus andanzas por el Sur, que construir adaptándose a las condiciones climatológicas de los pueblos que habitaban. Las torres fueron más independientes a estas modas, y llegaron a adquirir un aspecto peculiar, acorde con el objeto de su edificación. A los palacios les costó medio siglo de tanteos para, apartándose del tipo medioeval castellano, conseguir el ejemplar típico conveniente al clima y necesidades del país.