Kontzeptua

Jauregia (1993ko bertsioa)

Reconstrucciones de ladrillo. Una vez derruidas las torres, en su mayoría sólo hasta el primer suelo, el proceder más lógico fue reconstruirlas prescindiendo de los elementos guerreros y dándoles un aspecto civil.

Así hizo el Señor de Balda, levantando sobre los restos de la vieja torre, en el que se ven los ajimeces y la puerta apuntada, dos pisos de ladrillo. No puso ni imitó ningún elemento bélico, y, aparte de lo sombrío de los primitivos muros, debió resultar un edificio pintoresco y alegre. Esta reconstrucción primera se redujo al cuerpo central, con los huecos en forma de ventanas, que más adelante, al tiempo que le agregaron los dos cuerpos laterales, se transformaron en balcones.

Entre Legazpia y Zumarraga se encuentra una de las más bellas torres restauradas; su construcción es idéntica a la de Balda, y se le conoce con el nombre de Olaeche, por su proximidad a una ferrería que hacía trabajar el Urola. Conserva la silueta de las antiguas torres; pero las saeteras, el almenado y el cadahalso han sido sustituidos por el pintoresco cuerpo de ladrillo en que apoya el entramado del desván.

El Señor de Loyola fue, como el de Balda y tantos otros, condenado a destierro de cuatro años, en Ximena de la Frontera, y su torre derribada hasta el primer piso. Al regresar en 1460 (?), la mandó reconstruir, también con ladrillo, pero en vez de hacer los paramentos lisos, los decoró con todos los motivos que usaban los mudéjares, en las tierras que le sirvieron de alojamiento durante su castigo. Esta casa, donde nació el gran Santo vasco, es la primera de un grupo que cuenta con curiosos ejemplares.

Uno de ellos se encuentra enfrente de la iglesia parroquial de Azpeitia, y se llama la casa de Zuola.

Más moderna, aunque del mismo tipo mudéjar, es el Palacio de Floreaga, edificado a principios del s. XVI por el Tesorero de Carlos V, Pedro de Zuazola.

En el valle de Loyola es frecuente encontrar diversas casas de labor -palacetes en su origen-, construidas con ladrillo y mostrando, algunos, pequeños detalles de abolengo mahometano. Forman un conjunto digno de atención.