Sailkatu gabe

GIPUZKOA (HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA)

Sublevación militar (17 y 18 julio).

El día 17 de julio de 1936 corrieron rumores por Guipúzcoa de una sublevación militar. A D. Manuel de Irujo, diputado a Cortes, que se hallaba casualmente en Tolosa, le dieron la noticia unos ferroviarios. Los militares se habían sublevado en Africa. Inmediatamente se personó en el Gobierno Civil de San Sebastián requiriendo del gobernador qué se sabía al respecto. Este le dio una versión oficial según la cual nada había que temer por tratarse de un movimiento muy localizado que seria reducido inmediatamente. Al día siguiente, 18 de julio, la radio leyó repetidas veces una alocución de la minoría parlamentaria vasca en favor de la República. Esto hizo que la guarnición de los cuarteles de Loyola demorara la declaración del estado de guerra. Inmediatamente fueron desfilando por el Gobierno Civil los socialistas, republicanos, comunistas, CNT, UGT y STV haciendo otro llamamiento el Comité del Frente Popular. Militantes de CNT y comunistas se apoderaron inmediatamente de la calle surgiendo controles y banderas rojinegras por todas partes. Grupos de gallegos fugitivos, llegados al puerto de Pasajes, complicaban más la situación. Comenzaron los primeros asesinatos seguidos de la protesta más enérgica de las autoridades. Pasan la frontera Gil Robles y otros derechistas. Entre los militares juega un papel importante el coronel Carrasco Amilibia, comandante militar, indeciso y a la espera, como el resto del cuartel de Loyola: 400 artilleros y 280 ingenieros. El pueblo se va armando como puede. Se cuenta con la Guardia Civil (capitán Bengoa), unos 120 guardias de Asalto y 700 carabineros, más los miqueletes. El comandante donostiarra Pérez Garmendia, de paso por San Sebastián para Asturias, se queda, a requerimiento de Irujo, para organizar las milicias. Entretanto Bustinduy, jefe de los requetés guipuzcoanos, se presenta en Loyola ofreciendo al teniente coronel Vallespín el concurso de 2.000 requetés. Los guardias civiles niegan su ayuda al comandante militar, reiterando su adhesión a la República. El pueblo asedia los cuarteles para impedir la salida de los militares hacia San Sebastián, pero éstos esperan que llegue una columna de socorro procedente de Pamplona. Al anochecer del 18 hubo algunas alteraciones del orden y el domingo 19 saqueo de tiendas y otros atentados.