Kontzeptua

El movimiento socialista en la historia vasca contemporánea

La competencia electoral entre las distintas organizaciones políticas vascas que se reclaman de un proyecto socialista indica muy poco acerca de la interpretación que de esa doctrina hace cada una de ellas. A la ausencia de un fuerte soporte teórico sobre qué tipo de socialismo mantiene cada partido político se añade el problema del uso del término socialismo. Este cumple más bien una función ideológica, de recubrimiento legitimador de la práctica política, antes que referencia de un modelo político futuro. El socialismo histórico, PSOE y por ende el PSE, defendió desde 1982 la construcción del Estado del Bienestar en un momento en el que se procedía a su discusión en el seno del socialismo internacional e incluso se procedía a su desmantelamiento progresivo. La disolución del denominado socialismo real en la Europa del Este restó un punto de referencia histórico a las organizaciones comunistas que se reclamaban del socialismo; los comunistas, PCE-EPK, que también optaban por el socialismo democrático no mantuvieron la influencia social que la conversión ideológica del abandono del leninismo parecía prometer; la vieja socialdemocracia no ha sacado ventaja de esa situación de crisis de las izquierdas, volcada sin solución de continuidad a la adopción de medidas económicas liberales y supeditada a los vaivenes de los mercados financieros. El socialismo vasco independentista curtido en el antifranquismo y crítico con la constitución española que sustenta el actual régimen constitucional, acosado por la represión y las leyes especiales aprobadas para combatir la violencia militar de ETA, no ha explorado en profundidad nuevos horizontes de reflexión a partir de criterios socialistas en el actual contexto de lucha de clases y de crisis generalizada de las fuerzas de izquierda.

Es la práctica política más que la adscripción ideológica la que mejor muestra las diferencias de fondo existentes entre las diversas opciones políticas que en Euskal Herria proclaman su adscripción al socialismo. La renovación del PSOE en 1974 habla del surgimiento de un nuevo partido que se enfrentó a una realidad muy distinta a la del primer tercio del siglo veinte, una situación en la que problemas del pasado habían desaparecido o se habían transformado en nuevas realidades; pero el PSOE, y por consiguiente el PSE, fue además un partido de nuevo cuño por las prácticas que ejerció y decisiones que adoptó desde su llegada al gobierno español, y no sólo porque el país hubiera cambiado económica y socialmente durante las dos últimas décadas de la dictadura franquista. Los dos grandes polos que desde entonces se han configurado, el PSE y la heterogénea izquierda abertzale, han venido discrepando en los grandes temas que se abrieron a la política desde 1976: la ley para la Reforma Política de Adolfo Suárez, el contenido y referéndum de la Constitución española (1978), el Estatuto de los Trabajadores (1980), la reconversión industrial, el tratamiento de la violencia militar de ETA y la violencia proveniente del estado (abusos policiales, práctica de la tortura, actividad del GAL), el sindicalismo de concertación y de pacto con la patronal, el estatuto de autonomía para la CAV y el Amejoramiento del Fuero en Navarra, el entendimiento del PSN con las fuerzas políticas de derecha y de extrema derecha en Navarra, (y años después en la CAV del PSE con el Partido Popular), las leyes de excepción política contra la izquierda abertzale, la política de privatización de empresas públicas durante la era socialista y las reformas laborales (1982-1996; 2008-2011), la corrupción, el tráfico de influencias y la financiación ilegal en el PSOE, la política carcelaria y el cierre de medios de comunicación vascos, o la ley de memoria histórica relativa a las víctimas de la represión franquista.

Es obvio, sin embargo, que la diversidad de opciones políticas en Euskal Herria que se reclaman del título de socialista ha posibilitado la existencia de un innegable pluralismo sindical y político. Por una parte, la existencia de ELA (35,53% representatividad sindical en 2010.12.31) y de LAB (15,33%) junto a los sindicatos UGT (17,43%) y CCOO (21,33%), ofrece modelos de acción sindical distintos a los ofrecidos por los sindicatos de ámbito estatal a los trabajadores vascos. Por otra, la presencia electoral del socialismo histórico representado por el PSE y de las organizaciones de la izquierda abertzale, socialista e independentista, (hegemónica en el mundo socialista en las citas autonómicas en la CAV en momentos de tregua de ETA, 1998 y 2012), han disipado la posibilidad, junto a la enorme fuerza del nacionalismo vasco histórico y la derecha conservadora españolista, de que el bipartidismo político existente en buena parte del Estado español arraigue en Euskal Herria. La historia vasca de las cuatro últimas décadas muestra una rica variedad de experiencias sociales y culturales, movimientos alternativos y de protesta política, y ha desarrollado un fuerte proceso de institucionalización. Todo ello constituye un rico caldo de cultivo para la reflexión de los problemas actuales y futuros, que pudieran ser reinterpretados en un marco teórico socialista totalmente abierto y por hacer.