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CHAMBRE DE COMMERCE ET D'INDUSTRIE DE BAYONNE

La Cámara y la Revolución. Durante la misma, fue la municipalidad la que se encargó de los cuidados y de los intereses del comercio local. Fue el Primer Cónsul, el general Bonaparte el encargado de restablecer por un decreto del 3 de nivoso del año XI (1802), todas las Cámaras de Comercio extendidas en la República. El 12 de pluvioso siguiente, el alcalde de Bayona convocó a 60 negociantes que procedieron a la elección de nuevos miembros de la Cámara, que se constituyó el 29 de germinal; nombró a F. Cabarrus para representar a Bayona en el consejo general del comercio celebrado en París. Las sesiones se celebraban en el Ayuntamiento. La llegada de Napoleón a Bayona el 14 de abril de 1808, debía lanzar a la compañía en una nueva dirección. Recibida por el emperador al día siguiente a su llegada, le dio parte de la situación comercial y de los intereses de la ciudad y del país. Un decreto imperial decidió la construcción y el armamento de guerra y de mercancías para las colonias, de cuatro navíos en los que el Gobierno participaba en un tercio. Esta operación se confió a la Cámara de Comercio, que desplegó la mayor actividad, pero tuvo un desastroso resultado. Bajo el antiguo régimen, alojada en un apartamento del Ayuntamiento, no tenía más que 2.000 libras de renta para atender a sus gastos. Con su nueva institución, obtuvo del Consejo municipal una cifra de 3.000 libras anuales. En 1811 transfirió el lugar de sus sesiones a la casa Dubrocq, calle Place d'Armes, y más tarde a la casa Bernede, calle de la Monnaie (1813).