Elkarteak

Asociación éuskara de Navarra

La "Revista Éuskara". La "Revista Éuskara" fue otro de los medios que la Asociación utilizó para despertar el espíritu provincial. Ya en el Batzarre del 11 de enero de 1878 su presidente comunicó el propósito de publicar una revista científica y literaria que, "ajena a la política", fuera órgano de la sociedad y medio de comunicación y propaganda entre sus asociados. Así las cosas se procedió al nombramiento de la primera Junta del periódico, formada por Nicasio Landa en las labores de director; F. Ubillos (sustituido poco después por Cortés), como redactor; Norberto Irigoyen, en la edición; Bruno Iñarra, en la administración; Olóriz, como distribuidor; y Ramón Irurozqui, en el papel de inspector (Revista Éuskara, 1878, I: 8-9).

Tres meses después (8 de abril) el Doctor Landa dio cuenta de que varios periódicos deseaban suscribirse a la revista, por lo que pidió que, conservando el acuerdo de no admitir suscripciones a los no asociados, se permitiese remitir algunos ejemplares a las "publicaciones y hombres eminentes de España y del extranjero" que lo solicitaran, como así se hizo. No todo fueron buenas noticias. La penuria de fondos hizo que el mismo Landa propusiera el 5 de mayo, y se aprobara, la reducción de la tirada de mil a quinientos ejemplares.

Una vez en marcha la revista, el presidente de la Asociación (Batzarre del 15 de julio de 1878) tuvo que señalar como principales dificultades a vencer la poca abundancia de trabajos y las disposiciones sobre imprenta, que le obligaban a moderar sus pensamientos y a sostener nada más que a media asta la bandera la Asociación (Revista Éuskara, 1878, I: 148-149).

La falta de originales fue el principal obstáculo que pasado medio año la publicación aún no había superado. Así, como queriendo dar renovado impulso a la revista, el Batzarre del 12 de enero de 1879 eligió a su nueva Junta. Iturralde pasaría a ser el director; Olóriz, el redactor; Gervasio Iñarra, el editor; Bruno Iñarra continuaría como administrador; Estanislao Aranzadi sería el nuevo inspector; y, por último, Campión ejercería el papel de secretario. Y pasaron otros seis meses. Y de las palabras expresadas por el máximo responsable de la Asociación durante el Batzarre del 11 de julio de 1879 se desprende que todavía no se habían conseguido solucionar las carencias que dificultaban el total desarrollo de la revista.

Los problemas no se solucionaron. Esto explica que el Batzarre del 11 de enero de 1880 acordara suspenderla temporalmente, quedando con facultades las Juntas Directiva y General para traspasar su propiedad y reformar su reglamento. Así lo hizo la Junta General el 3 de febrero, que cedió la "Revista Éuskara" a Iturralde, Campión, Olóriz, Miguel Irigaray y José Idoate. Tampoco ésta fue la solución. Tres años más tarde (8 de octubre de 1883) Iturralde, quejoso, se lamentó de su soledad en la revista, sólo paliada por la ayuda de Campión. De este modo, el 30 de noviembre Iturralde y Campión, director y redactor respectivamente, volvieron a manifestar al presidente de la Asociación el deseo de abandonar sus puestos, sin que esto significase que no siguieran colaborando en ella, "la más antigua en su clase del país vasco-navarro" (Revista Éuskara, 1883, VI: 319-320).

Enterados durante el Batzarre del 13 de enero de 1884 de las intenciones de Iturralde y Campión, los asistentes acordaron darles un voto de confianza para introducir cuantas reformas considerasen necesarias. Fue en vano. La Asociación Éuskara comunicó a principios de 1884 a los lectores que, hasta el asentamiento de las mejoras previstas en la publicación, los números sufrirían algún retraso o se suspenderían momentáneamente. Nunca reanudó sus trabajos. Terminaba así su andadura la "Revista Éuskara", la más antigua en su clase del país vasco-navarro.

Durante sus seis años de existencia el periódico se había convertido en uno de los lugares de encuentro de todo lo que en relación con Euskal Herria se publicaba en el mundo. También había servido de trampolín para las principales figuras del país, incluidos sus promotores. Además, este papel de vehículo de comunicación con el exterior, se vio reforzado por su intercambio con revistas de otros lugares. A menudo, éstas fueron las más interesadas en recibir la publicación éuskara, muestra del interés que lo vasco despertaba más allá de sus fronteras.

Muerto su órgano en la prensa, los asociados pronto comprendieron la necesidad de mantener un cauce con la sociedad. Cuando el 26 de mayo 1885 Iturralde informó de que el director de la "Euskal-Erria" y miembro de la Asociación Éuskara, Antonio Arzac, les ofrecía su revista como órgano oficial no pudieron menos que aceptar su ofrecimiento. A mediados de los años 80, la institución navarra ya no tenía fuerzas ni para organizar sus propios juegos, ni para dar a luz su propia revista: los buenos tiempos habían pasado.