Elkarteak

Asociación éuskara de Navarra

La cátedra de vascuence. Éstas no fueron las únicas actuaciones de la Éuskara. Campión leyó muy pronto en su Junta General (8 de abril de 1878) un detallado proyecto para la conservación y desarrollo del vascuence. Durante 1880 también fue tomando cuerpo entre los miembros de la Asociación -informaba la "Euskal-Erria" (1880, I: 51)- la idea de establecer en Pamplona una cátedra de lengua vascongada para ese invierno. No fue todo tan sencillo. Aunque el 26 de diciembre los asociados escucharon que Campión, Iturralde y Echaide se encontraban estudiando la manera de solicitar la deseada cátedra a la Diputación, dos años después (25 de junio de 1882) Arturo Campión tuvo que reconocer que hasta el otoño próximo no esperaba que se pudiera realizar su ya antiguo anhelo.

El punto culminante a este conjunto de iniciativas lo constituyó la presentación en 1885 al entonces ministro de Fomento y socio honorario de la Éuskara, Pidal y Mon, de un completo programa para su conservación y desarrollo del vascuence. Los redactores del "Lau-Buru" recogieron íntegramente el escrito los días 27 y 28 de junio de 1885 y destacaron que hubiera sido "el primero" que había sido llevado al poder central. Pero la fría acogida madrileña, obligó a la Asociación (20 de julio) a poner en juego todos los recursos a su alcance, incluido el apoyo de la Diputación, que el 25 de febrero de 1886 consiguió.

Los navarros volvían a ser los primeros, los primeros en acudir ante "los poderes supremos de la nación" ( Lau-Buru, 25-II-1886). Y abrieron camino, como casi siempre. El Consistorio de Juegos Florales de San Sebastián, por ejemplo, solicitó a la Diputación guipuzcoana que trabajara por que en la nueva ley de Instrucción no se excluyera la enseñanza del vascuence. Campión (1920, X: 8), muchos años después, dio cuenta del destino de todas estas medidas elevadas al Gobierno central: "el Estado español anti-basko no supo honrarse a sí mismo aceptándolas".

Pero los miembros de la Asociación Éuskara no olvidaron sus gestiones ante la Corporación Foral para lograr la cátedra. Por fin, el "Lau-Buru" pudo informar a sus lectores durante el mes de julio que la Diputación había resuelto favorablemente la solicitud que hacía poco se le había entregado pidiendo el establecimiento de una cátedra de vascuence en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pamplona. Sólo faltaba que comenzaran pronto las gestiones para que el proyecto se realizara lo antes posible, algo a lo que creían estaba dispuesta la Corporación.

A pesar de tan optimistas presagios, la cátedra nunca pasó del mundo de los sueños. Ni la prensa de la época, una vez desaparecido el "Lau-Buru", ni las Actas de la Diputación dan la menor pista sobre el devenir del intento, con lo que podría definirse como una mera declaración de intenciones, no por ello menos significativa.

Pero como los éuskaros continuamente destacaban, se sucedían las iniciativas en apoyo del vascuence, plasmadas muchas veces en la solicitud de distintas cátedras. Por ejemplo, en 1882 se aprobó la creación de una cátedra en el Colegio Politécnico de Bilbao, en 1883 haría lo propio la Diputación de Alava para el Instituto, en 1886 le tocaría el turno a la de Gipuzkoa para el suyo y dos años después a Bizkaia. Quizá pueda añadirse como síntoma de los nuevos tiempos el hecho de que en 1884 el Círculo Filológico decidiera establecer su propia cátedra en Madrid.

Con la fundación de estas cátedras se cumplía la esperanza que Campión había manifestado en su Gramática Vascongada de 1879 al augurar que tal vez no estaba lejano el día en que alguna de las cuatro capitales "hermanas" tuviese su propia cátedra de éuskara. "Entonces pienso yo que tendrá una utilidad, aunque pequeña, mi modesta obra. Mientras tanto, me tendré por muy feliz si al exponer las leyes lingüísticas de tan antiquísimo idioma, consigo fijar en su estudio, hasta ahora demasiado descuidado en España, al revés de lo que sucede en otras naciones más cultas y estudiosas, la atención de algunas personas" (Revista Éuskara, 1879, II: 339).

Labor completa, pues, la de estos hombres: de más pura acción y de más poso intelectual. Todo con el claro objetivo de conservar y difundir el vascuence.