Elkarteak

Asociación éuskara de Navarra

El trabajo de la Éuskara. Varios fueron los medios que la Éuskara eligió para poner en práctica la proposición que, expuesta en la sesión inaugural por Ansoleaga, mereció la aprobación general: que "el espíritu provincial (...) se infiltrase en el pueblo".

Uno de ellos fue la entrega de premios, por ejemplo, en las prácticas agrícolas organizadas por la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio durante los años 1879, 1880 y 1881. Y es que no debe sorprender el interés de estos personajes de posición económica desahogada y estudios superiores en los aspectos más puramente prácticos de la vida. Un artículo del "Lau-Buru" (8-IX-1882) ya señaló que sus amigos eran "en su mayor parte los iniciadores y ejecutores" de algunas de las principales industrias de la provincia. Y así, cumpliendo los objetivos de la Asociación, apoyaron también la construcción del ferrocarril de Alduides, intentaron potenciar la red de tranvías en Navarra o, por ejemplo, ayudaron a fomentar el ahorro mediante la difusión de libretas.

La celebración de juegos florales fue acaso el resorte más importante utilizado por la Asociación para despertar el espíritu provincial. D'Abbadie, iniciador de estos certámenes literario-musicales al norte de la cordillera pirenaica, se puso en contacto el 10 de marzo de 1878 con la Asociación, a fin de organizar conjuntamente los de ese año. La falta de liquidez monetaria de la nueva agrupación obligó, sin embargo, a suspender el proyectado certamen. Los navarros no olvidaron la idea y durante el Batzarre del 12 de enero de 1879 aprobaron la realización del frustrado concurso. Quizá lo más destacable fue la razón que esgrimieron para su convocatoria: "la importancia de crear elementos de cultura que permitiesen al euskara sostener un puesto elevado entre las lenguas literarias, a que le hacía acreedor su admirable organización gramatical y lógica".

D'Abbadie tampoco había olvidado a sus amigos del sur y, sin dar tiempo a que éstos se pusieran nuevamente en contacto con él, informó el 28 de febrero a la Junta Directiva de la forma y manera en que organizaba los juegos florales en "el país vasco-francés" y les propuso realizarlos conjuntamente en "el país vasco-español".

Así entre el 24 y el 28 de julio de 1879 la Asociación inauguró al sur de los Pirineos los juegos que -en su opinión- tanto habrían de contribuir a la conservación de las costumbres patrias. El ensayo superó todas sus esperanzas y les estimuló a trabajar por la aclimatización de tan "civilizadoras" fiestas, gracias a las cuales fraternizaban "los hijos todos de la gran familia éuskara de uno y otro lado del Pirineo" (Revista Éuskara, 1879, II: 232-237). Del Irurak-Bat, pasando por el Laurak-Bat, la Asociación Éuskara llegaba al Zazpiak-Bat. El círculo se había cerrado.

Se había dado el primer y decisivo impulso a los certámenes del sur. Y así la Asociación se atrevió a celebrar en Bera el 4 y 5 de agosto de 1880 los nuevos juegos aprovechando las fiestas locales dispuestas por su Ayuntamiento. Al año siguiente, 1881, la sociedad eligió la villa de Irún. En esta ocasión los festejos fueron acordados por iniciativa de su Ayuntamiento para celebrar las fiestas patronales, y contaron con la cooperación de d'Abbadie y la Asociación Éuskara.

Tras muchos esfuerzos y con la inestimable ayuda del vasco-irlandés, los navarros habían conseguido su anhelado deseo de ensayar en tierras del sur las fiestas que desde los años 50 se organizaban al norte del Pirineo. No se pararon ahí, y continuaron trabajando por que dichos certámenes enraizaran a lo largo y ancho de todo el paisaje vasco-navarro.

El 4 de febrero de 1883, por ejemplo, la Asociación Éuskara aprobó la conveniencia de que la Junta Directiva se pusiera en contacto con la "Euskalerria" de Bilbao y "todas las demás asociaciones" análogas con el fin de organizar conjuntamente las justas de ese año. Por sus especiales condiciones y por encontrarse aproximadamente a medio camino entre el Señorío y el antiguo Reino, los juegos se celebraron finalmente en Hondarribia los días 8, 9 y 10 de septiembre.

Al año siguiente (3 de junio de 1884) los navarros acordaron cooperar de nuevo en las fiestas éuskaras proyectadas por d'Abbadie para ese verano. Pero las cosas no salieron como al principio, y ese año no llegó a realizarse el proyectado certamen. Bernardo Estornés Lasa (1969, I: 525) insiste en que Sara reemplazó a Etxarri-Aranatz a causa del cólera y "otras circunstancias". De la idea de celebrar estos juegos nada más se supo. Eran otros tiempos.

Aquí terminaron los juegos organizados por la Éuskara. La institución que había animado su traslado al sur de los Pirineos llegaba a mediados de la década de los años 80 sin fuerza para continuar siendo su principal valedora. El primer paso, sin embargo, se había dado: los juegos se habían convertido en parte esencial del paisaje vasco-navarro.

La Asociación ya no era la única que organizaba tales certámenes, otras entidades, participando de los mismos sentimientos, también celebraban los suyos. A muchos de los cuales, empero, la agrupación navarra no dejó de acudir, bien a través de la entrega de premios, la asistencia de sus miembros más cualificados o la presentación de trabajos a concurso por algunos de sus integrantes. Fue común, además, a toda esta serie de iniciativas, buscar el concurso de las autoridades locales y provinciales, que en muchos casos aparecían como organizadoras o sostenedoras de dichos actos. Incluso, cuando era posible, los organizaban aprovechando las fiestas de la localidad.

La frenética actividad cultural éuskara tuvo su mejor plasmación institucional en los certámenes literarios que el Ayuntamiento de Pamplona organizó durante los años 1882-1886. Porque no puede considerarse una casualidad que su celebración coincidiera con la llegada de los éuskaros al Consistorio de la capital. Máxime si se tiene cuenta que su salida cortó la pujante dinámica de promotor cultural iniciada por dicha institución. Habrá que esperar muchos años para ver de nuevo al Ayuntamiento de Pamplona embarcado en tales singladuras.

Ya en 1882 la revista "Euskal-Erria" (VI: 42) dio cuenta de que el concejal Iturralde había propuesto la idea, acogida favorablemente por la Corporación, de celebrar unos certámenes literarios durante las fiestas de San Fermín. En el orden del patriotismo, Campión (1985, XIV: 275-276) colocará años después esta nueva iniciativa de Iturralde, gracias a la cual el Ayuntamiento de Pamplona organizó un certamen literario, "si no el primero patrocinado por la Corporación, sí el primero en que un organismo oficial daba cabida al vascuence". No terminaba ahí su importancia. Como el mismo Campión reconoció, estos concursos se erigieron en una "transposición" a otras esferas de los que por entonces solía organizar la Asociación Éuskara.

El 15 de marzo de 1883 el Consistorio volvió a acordar por unanimidad, y de nuevo a propuesta de Iturralde, que la comisión de festejos incluyera en el programa de actos un certamen literario análogo al celebrado durante los anteriores Sanfermines.

Las palabras que el presidente de la Éuskara pronunció en el Batzarre de enero del 83 dan nuevas pistas sobre la participación de la sociedad en los certámenes institucionales. El máximo mandatario éuskaro reclamaba para la agrupación su parte de gloria en el establecimiento de los juegos: socios suyos los "iniciadores" de la idea y los "ordenadores" del certamen, socios también en gran parte los individuos del "jurado" y socios en su mayoría los "premiados", podía llamarse al concurso literario de Pamplona "una fiesta de familia". Y concluía: "podemos anunciar con seguridad que el establecimiento de Juegos Florales en la Capital de Navarra será siempre un timbre de gloria al que habrá cooperado la Asociación" (Revista Éuskara, 1883, VI: 9-10).

El periódico éuskaro "Lau-Buru" fue también el principal valedor en la prensa de los certámenes municipales, resaltando siempre su importancia y defendiéndolos de los ataques recibidos. No perdió, además, ocasión de dar información exacta y puntual sobre su programa, fecha de celebración y en general acerca de todo lo que de alguna manera rodeaba al evento, como recoger y celebrar cada uno de los esfuerzos hechos por la Asociación Éuskara en pro de su enraizamiento y desarrollo.

El 16 de julio de 1886, por ejemplo, los miembros del "Lau-Buru" hicieron una con el autor del informe emitido por el jurado calificador de ese año (nada raro, pues éste era obra de otro éuskaro) que recomendaba que el programa se publicara con más antelación. Esto no era todo. Los periodistas del "Lau-Buru" también proponían la conversión de los certámenes en "verdaderos juegos florales, por el estilo de los que a tanto altura elevaban en Cataluña la literatura provenzal".

No hubo lugar. Ese año se celebraron los últimos certámenes, después sin saber por qué, dejaron de organizarse. En las propias actas del Ayuntamiento no se hallan rastros que delaten las razones de su suspensión. Sin embargo, llama la atención que dejaran de celebrarse justamente en los Sanfermines de 1887, poco después del abandono éuskaro de la política activa y de la renovación parcial del Ayuntamiento, que provocó la salida de buena parte de los concejales de la Asociación.

Resulta también curioso que, tras el inicio de los juegos pamploneses, y a excepción de los celebrados junto a la "Euskalerria" en 1883, la Asociación Éuskara no organizara sus propios concursos. En este sentido, se intuye el intento éuskaro de hacer converger a su ya no tan fuerte Asociación con los certámenes municipales. Así a sus intentos (Batzarre del 29 de marzo de 1885) por constituirse en consistorio de juegos florales, se unió el artículo ya citado del Lau-Buru que, apoyándose en el informe del jurado redactado por otro éuskaro, solicitaba que el municipio hiciera lo propio con sus celebraciones. No fue posible. Los éuskaros salieron del Ayuntamiento y la Asociación Éuskara ya no tenía fuerzas para tamañas empresas.