Kontzeptua

Artoa (1989ko bertsioa)

Producción. En una época preestadística, difícilmente se podrán usar datos concretos, pero partamos del hecho que conocemos de que en 1802 una fanega de trigo sembrada en 130 posturas daba en las mejores tierras 11 fanegas, frente a las quince del maíz. Además al no coincidir las fechas de siembra y cosecha de uno y otro, el trabajo humano y animal se distribuía mejor a lo largo de todo el año, evitando el típico paro estacional de las tierras trigueñas. Otros datos indican que el crecimiento de producción supera el del área roturada, con lo que se ve aumentando la productividad y el rendimiento. De cualquier modo es difícil seguir índices de productividad cuando sólo una pequeña parte de la producción pasa por el mercado. Es decir, una fanega de trigo o de maíz para el campesino que la autoconsume tiene el mismo valor de uso, a pesar de su diferente valor de cambio. El pan de trigo es más fino y vale más en el mercado. Desde este punto de vista agrícola, la provincia más rica con mucho era la interior, Álava; Bizkaia y Gipuzkoa eran deficitarias en cereales. Además el hecho de que en gran parte de Álava el ganado de tiro se alimentase con productos que diezmaban, mientras que en la zona holohúmeda la hierba y el nabo no pagaban el tributo eclesiástico (cuya contabilidad ha sido utilizada para calcular la producción agrícola), aumenta la renta agrícola de la provincia interior. A grandes rasgos, hay mayores rentas en la zona sur del área del maíz: la mayoría de las zonas trigueras de Álava y La Rioja. Bizkaia y Gipuzkoa sin embargo, tenían que cubrir su déficit de cereales exportando bienes y servicios. Aportando datos, según los ilustrados de la Sociedad Vascongada, un caserío de Gipuzkoa de 1766, tenía cuatro fanegas de superficie, alrededor de unas cuatro hectáreas, obteniendo una cosecha de treinta y dos fanegas de trigo y cuarenta y ocho de maíz. Entre las diversas y escasas fuentes, es digno de crédito el censo de 1771-1775. En general se observa que la producción de cereales se estabiliza o desciende en el último cuarto del siglo XVII. En la primera mitad del XIX no se puede conjeturar la tendencia, debido a la escasa fiabilidad del censo a mediados de siglo. Generalizando, a pesar de las peculiaridades de cada zona, las cosechas crecen hasta 1780, y a partir de aquí inician un ciclo descendente de diversa duración. Socioeconómicamente hay que destacar los siguientes rasgos: Gran tirón a mediados del XVIII, malas cosechas a partir de 1760, fin de una tendencia claramente positiva hacia los años ochenta, gravísimas aunque localizadas y momentáneas destrucciones de las guerras (los peores bajones en la guerra de la Independencia o en la Carlista), y por último la bajada y estacionamiento productivo durante el primer tercio del siglo XIX. También otro aspecto, el clima, se refleja en la productividad. La zona del maíz se caracteriza por rendimientos dobles e incluso triples que las zonas preponderantemente trigueras. La superioridad del rendimiento por grano del maíz sobre el trigo, se mantiene también por superficie, pero esto puede ser disfrazado si lo pasamos a valor monetario, puesto que el trigo es más caro.