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Arqueta. Arte e Historia

Consiste en una arqueta de esmalte que tendrá por cada lado aproximadamente unos 20 centímetros, con una cubierta piramidal y unos pies muy toscos en forma de tarugos. Este curioso objeto, que se presenta desde luego a nuestros ojos como una preciosa muestra de la orfebrería esmaltada alemana de la escuela de Verdun, es de ignorada procedencia. A nuestro juicio es tan antigua como el famoso retablo esmaltado de San Miguel in excelsis, y producto de la misma escuela. En la cara principal tiene un Cristo en la cruz, representado en la postura tranquila y majestuosa que se daba al Redentor antes de apuntar el naturalismo en el siglo XIII. Esta figura es de bronce dorado y de gran relieve. A los lados están la Virgen y San Juan, y sobre los brazos de la cruz, dos ángeles: estas figuras no tienen relieve más que en las cabezas; sus cuerpos son planos, y dorados y cincelados los pliegues de sus ropajes. Dorados son también los floroncillos que ocupan los intersticios del fondo. En los costados se ven unos círculos cuyo centro ocupa un ángel con las alas cubiertas; en la tapa hay análogas representaciones; pero en el lado que cae sobre el frente de la arqueta hay, relevada sobre un fondo de círculos y floroncillos menudamente labrados, una media figura que parece ser un santo mártir, de gran bulto. Sobre la cúspide de la pirámide formada por la tapa hay una bola, que sirve de pie a una cruz de forma neogriega, cuyos brazos rematan en pétalos de flor labiada. En época moderna han sobrepuesto a esta cruz una columnilla prismática que afea notablemente la alhaja y cuyo objeto no se comprende. Los pies, cubiertos de un adorno reticulado menudo, están reforzados con unos listones cilíndricos clavados en las esquinas de la arqueta y labrados a modo de cordones. Una delicada cenefilla contorna todos los planos de este interesante relicario, cuyo aspecto general revela el gusto bizantino en que se inspiró la escuela de Verdun. No podía ser de otra manera siendo griegos los maestros que puso a su frente la emperatriz Teofania.

Ref. Madrazo, P.: Navarra y Logroño, III, p. 462-463.