Kontzeptua

Arqueología (1977ko bertsioa)

Cultura Megalítica (dolménica).

(2.500 a 1.000 a. de J. C.). Tiempos históricos.

2.5002.0001.000Tiempos Históricos
Edad del Cobre (Eneolítico)Edad del BronceEdad del hierro
Cultura Megalítica (Dolménica)
Límites: por el sur la Cultura de las Cuevas y la de Almería
Invasiones iberas y celtas; los iberos ocupan el Alto Aragón y las orillas del Garona
Establecen los iberos contacto con los vascos en la cuenca del EbroPlena expansión ibera, Ebro arriba, llegando al mar. (Pueblo Cántabro). Expansión hacia el interior hispano por la cuenca del Jalón.
Influencias sobre los vascos de las culturas nórdicas: hacha de Balannaleku y hachas de bronce
Florecimiento de las culturas al sur de Euskalerria(1700) (1200) Decadencia de las culturas al sur de Euskalerria(650) Influencia céltica(300) Resurgimiento ibero

Sus períodos. Conocimiento y uso del cobre, del bronce y del hierro eslabonan la edad de los metales enlazándola con los tiempos históricos. Se trata de un intervalo de dos mil quinientos años aproximadamente. A su final llegan los romanos en sus conquistas hacia occidente, dos siglos antes de la era cristiana. Durante esta edad se ha adueñado de todas las costas europeas una cultura llamada dolménica o megalítica, con su cortejo de instituciones, creencias y nociones sobre el mundo y la vida. No faltan los yacimientos con cobre como los de Santimamiñe (Kortezubi), Jentiletxea (Mutriku), Urtiaga, Surbi (cerca de Araya) y Lamikela (cerca de Contrasta), Isturitz (Nav.) y El Castellar (Nav.). A partir del segundo milenio comienza el uso del bronce y, del primero, el del hierro. Se han encontrado objetos de bronce en Arceniega, Kutxinobaso (Zenarruza), Orkatzategui (Oñati) y Gernika. El Salbatierrabide (Vitoria) se hallaron sepulturas de incineración con cerámica basta, hachas y flechas de piedra. Ya de la edad del hierro se encuentra algo de cerámica, alfileres y agujas de hueso, anillos, fíbulas, cierres de cinturón, etcétera, en el yacimiento citado de Salbatierrabide. En Kutzemendi (cerca de Vitoria) se pueden observar los restos de un poblado de tipo celtíbero sobre una pequeña colina, con pedazos de objetos de cerámica basta decorados de cordones e impresiones digitales, y sobre todo un telar y pesas de barro cocido. Otro yacimiento importante es el de Etxauri, con sus peculiares objetos de hierro, hoz, reja de arado, punta de lanza, espada, etc. Y llegarán los cartagineses y romanos cuando los vascos apenas han comenzado a reponerse del tremendo embate de las oleadas iberas y arias.

Cuevas, cabañas y dólmenes. Las cuevas seguían siendo habitadas y utilizadas como sepulturas. El hogar estaba situado a poca distancia de la puerta de entrada y consistía, como siempre, en un hoyo circular abierto en el suelo para el fuego y rodeado de piedras que servirían de bancos (alki) para sentarse. Restos de esta época se han descubierto en las cuevas de Santimamiñe, Lumentxa, Bolinkoba, Arratandi, Mairulegorreta, Jentiletxeta, Urtiaga, Ermitia, Urio, Surbio, Lamikela y otras. Al aire libre existirían cabañas (etxolas), como las que de factura primitiva existen hoy instaladas cercanas a los dólmenes. De este contacto con los nuevos pueblos se adoptó en Euskalerria el credo religioso difundido por gran parte de Europa, sobre todo por las zonas costeras. Se exterioriza en el uso de dólmenes. Los dólmenes son monumentos sepulcrales donde pueden yacer varios cadáveres. Consisten en varias grandes piedras colocadas en tierra verticalmente y cubiertas por una gran losa a modo de mesa. Los dólmenes vascos están orientados de occidente a oriente, pero con la piedra oriental más baja para dejar entre ella y el techo una abertura que es la entrada al recinto funerario. En Euskalerria los dólmenes son numerosos y magníficos y se hallan casi siempre en las sierras donde pastan los ganados, y precisando más, coinciden con los establecimientos pastoriles actuales. Los cadáveres se inhumaban en posición horizontal, con la cabeza en lado W. y los pies en el oriente. Le acompañaban vasos de barro, amuletos, armas y otros útiles que les pudieran ser de necesidad en la vida de ultratumba. Los dólmenes aparecen a veces cubiertos de tierra y piedras formando montículos. Es digno de notarse que los dólmenes llevan nombres asociados a la mitología vasca: Jentiletxe, Mairuetxe, Sorgiñetxe, Tartaloetxea. Otras veces llevan un nombre cuya raíz es armura, almora, armorkora y murko. Este nombre y los de trikuarri y tregoarri, nos ponen en la pista de su origen y del camino de su procedencia. El actual nombre dado a las vasijas de barro, jarras y cántaros, «murko», parece dar a entender que su uso nos llegó del norte, desde Bretaña, lo mismo que el del dolmen «armora». Recordemos que Bretaña se llamó península «Armoricana». Algunas veces los dólmenes aparecen rodeados de un círculo de piedras metidas en el suelo, como en los ejemplares que cita Barandiarán, de Mokua, Iragorri, luskadi y Atalosti. También llama la atención este autor sobre la existencia de otros tipos de dólmenes, de dos cámaras contiguas, como los de Jentilarri, Arzábal y Berdáriz, cuyas galerías están cubiertas, la Txabola de la Hechicera, Elvillar, Igarza occidental y Artekosaro. Este último, además de la cámara, tiene una antecámara y un corredor, y su túmulo está formado en dos pisos concéntricos escalonados, caso único en el país.

Grutas artificiales. Además de las cuevas y de las chozas, un nuevo tipo de vivienda comienza a extenderse en las tierras cercanas al Ebro: son grutas construidas artificialmente mediante una excavación practicada aprovechando ciertos accidentes naturales del terreno. Pueden verse hoy día algunas de ellas habitadas en las riberas, navarra y alavesa. Otras veces se ve la gruta en plena roca, aprovechando quizás un primitivo abrigo natural. Algunas veces aparecen en el suelo excavadas una o más sepulturas, sin que hasta el presente se haya encontrado ningún resto humano. La gruta de Uriatxa (Treviño) está labrada a varios metros de altura de la base de la peña. En Santorkaria (Laño) pueden verse hasta tres grutas artificiales, unas sobre otras y en la misma peña.

Vivienda al aire libre: las primeras casas (etxeak). Hacia el primer milenio de J. C., en plena edad del hierro, las cuevas son menos utilizadas como viviendas. Pastoreo y agricultura necesitan ya de mejores viviendas para las familias. Aparecen en las llanuras las primeras paredes de adobes y entramados de maderas. Estas viviendas tendrían forma rectangular, como las de Castejón e Iruña de Alava. Aparecerían también las primeras aldeas.

Al antiguo instrumental de piedra se suma ahora el hecho de cobre, primero, y de bronce y hierro, sucesivamente. Conocido el cobre, tardó mucho en difundirse como material para fabricar herramientas y útiles. Continuaron usándose los viejos cuchillos, raspadores, limas, puntas de flecha foliáceas y de aletas, perforadores y otros, siempre en piedra, pedernal, generalmente. Las hachas, ya pulimentadas, están hechas con materiales duros, ofita casi siempre, aunque no han faltado las hechas con materiales blandos como la caliza. Todo este cúmulo de objetos, en su mayoría es pura herencia de la época neolítica y aun anteriores. La continuidad tradicional en la técnica es la nota dominante. Al difundirse el uso del cobre, metal blando al fin, aparecen las primeras hachas de metal. Los leñadores están de enhorabuena. Igualmente se fabrican puntas de flecha que han de emplearse en las luchas, ya frecuentes, con invasores y pueblos vecinos. El trabajo manual logra un apreciable progreso con las leznas, cinceles y agujas. El adorno corporal también se ve beneficiado con anillos y brazaletes. Y no vaya a creerse que los objetos de piedra dejan de usarse ante el triunfo del cobre, que ya no se rompe tan fácilmente como aquéllos. Aun descubierto el uso del bronce y fabricados de esta aleación, ya dura, continúan durante muchos siglos los objetos de piedra. El hierro no parece muy difundido en Euskalherria casi entrados los tiempos históricos a pesar de ser país donde abundan los minerales férreos. La necrópolis de Etxauri pertenece probablemente a una reducida colonia celta. [Véase en el t. IV de «Orígenes de los Vascos» de Bernardo Estornés Lasa el recuerdo oral de la invención de la soldadura de metales].

A la modesta cerámica tradicional se une la fabricada mediante el revolucionario invento del torno. A nosotros nos parece que los alfareros en tierra vasca eran gente extraña venida temporalmente, lugar tras lugar, a la fabricación de cacharros de barro. Debieron de ser alfareros del pueblo almeriense. Es de notar, que junto a formas viejas, coexisten novedades probablemente importadas en nuestra modesta cerámica de estas edades. Los adornos de nuestras vasijas de barro pueden reducirse a los siguientes: Hoyos circulares o crateriformes. Hoyos alargados. Incisiones con las uñas. Acanaladuras paralelas. Incisiones con valvas de mariscos. Festones y bandas. Pezones. Líneas en zig-zag y coronas paralelas. Pero la novedad más importante es la aparición del vaso campaniforme también difundido ahora por toda Euskalerria como por gran parte de Europa. Durante la edad de bronce aparecen algunos vasos funerarios, hechos a mano, como los de Obioneta y Lamikela. Las ollas o vasos de Harixtoi, de Uriogaina (Sara, Laburdi), y de Bortal (Molinar de Karranza), de la edad de hierro, sirvieron para guardar las cenizas de los cadáveres de la tumba.

Invención de los tejidos y del telar de pesas. Dos materiales van a ser utilizados para la fabricación de hilos y telas: la lana y las fibras vegetales. Hasta la revolucionaria edad de los metales las operaciones del trenzado y del tejido no se habían realizado sino con mimbre, junco y pelo. Ahora se hila ya la lana y se tejen fibras vegetales. El progreso en la forma y finura de las agujas, leznas y alisadores se corresponde con el nuevo adelanto. Además de las rudas pieles de animales puede el hombre contar, en lo sucesivo, con telas para vestir. El tejido se fue aprendiendo y difundiendo a todo lo largo de la edad de bronce. En la del hierro ya había telares de pesas, pues en Kûtzemendi, cerca de Vitoria, se encontraron pesas de barro que no ofrecen duda. Como calzado seguían empleándose las abarcas de cuero.

De la rastra, al carro de ruedas. En algunas pinturas rupestres, atribuidas a la edad del bronce, aparecen los primeros carros con ruedas que se conocen en la península. Son del mismo tiempo que el carro vizcaíno actual. Igualmente aparecen representadas narrias y rastras. El carro chillón, con ruedas macizas unidas al eje, es lo más primitivo que se conoce como carro y es precisamente el usado por el núcleo central de Euskalerría.

Los «jentil-baratz» o huertas de gentiles. Aparecen estas sepulturas de incineración a lo largo de la vertiente norte de nuestros montes desde Ariège hasta el occidente guipuzcoano. Se trata de círculos de piedras hincadas en tierra a modo de cromlechs en cuyo centro se suelen hallar muchas veces pequeños túmulos con vasos de incineración. Los cadáveres se quemaban colocándolos sobre la pila de leña con vestidos, adornos y otros objetos. Luego, mientras se realizaban los ritos apropiados, las cenizas eran cuidadosamente recogidas. Unas veces se depositaban simplemente en el hoyo sin recipiente alguno para guardarlas y otras veces se metían en vasijas de barro, en vasos funerarios. Un túmulo de tierra cubría estos restos humanos. Esta costumbre llega desde el norte de Italia para penetrar en la cuenca de Garona, propagarse por las tierras vascas norteñas y quedar detenida apenas iniciada su introducción más allá del Bidasoa. Estos cementerios o baratzak habrían servido para celebrar reuniones. Sus nombres, en euskera, responden a su carácter sagrado y exótico: Jentilbaratza o huerta de los jentiles, (Ataun y Arano), Mairubaratza o huerta de los mairus, (Oiartzun). También se atribuyen estos monumentos a los intxisus, enigmáticos personajes, probablemente relacionados con el nombre de alguna tribu remota. Un roble daría sombra a los reunidos.