Kontzeptua

Arqueología (1977ko bertsioa)

ARQUEOLOGÍA Y PREHISTORIA.

Las investigaciones arqueológicas y etnográficas efectuadas en el País Vasco, principalmente durante la primera mitad de este siglo, nos han dado a conocer que hubo una población pirenaica anterior a la historia y nos han permitido columbrar su progreso multisecular y la evolución de sus modos de vida y de sus concepciones míticas y religiosas. Como las conexiones de los vascos históricos con ciertos núcleos de aquella población parecen cada día más patentes, los problemas relativos a la vida social del pueblo vasco, a su derecho tradicional, a su religión y a su cultura material requieren, para ser estudiados a fondo, el concurso de las investigaciones prehistóricas locales. Estas fueron raras antes de 1916. Los escasos descubrimientos efectuados por los investigadores vascos eran debidos a esfuerzos esporádicos, sin coordinación ni plan que los aunara u organizara. Tales fueron los trabajos de prospección y las exploraciones de Baráibar y de Apráiz en Alava, los del conde de Lersundi en la cueva de Aitzbitarte, los de Iturralde en Aralar, los de Gálvez Cañero en las cavernas de Armiña y Balzola, los de Détroyat en la región de Bayona, los de Daguin en Mouligna, los de Vidal en Anglet, los de Darricarrére, cte. Fue el dolmen de Eguílaz, llamado Aizkomendi por los naturales, el primer monumento prehistórico descubierto en el País Vasco. Dio cuenta del mismo D. Pedro Andrés de Zabala, alcalde de Salvatierra, en una comunicación que en 1833 dirigió a la Academia de San Fernando. Entre las primeras monografías publicadas acerca de la prehistoria de esta parte del Pirineo, merecen ser citadas las de Détroyat (Notice sur les station de l'áge de la pierre découvertes jusqu'ici autour de Bayonne, en el «Bulletin de la Société des Sciences Arts el Lettres de Bayonne», 1877-1878), de Baráibar (Los dólmenes de Alava en «Euskal Erria», II, p. 207, San Sebastián, 1881), de Becerro de Bengoa (Los dólmenes celtas en «Euskal Erria», III, p. 153), de Apráiz (Los dólmenes alaveses en «Euskal Erria», XXVII, XXXIV y XLIV), de Iturralde. (La prehistoria en Navarra, Pamplona, 1911), de Gálvez Cañero (Nota acerca de las cavernas de Vizcaya, en el «Boletín del Instituto Geológico de España», XXXIII, Madrid, 1913), de Gombault (Tumulus et enceintes funéraires de la région d'Iraty, en «Bull de la Soc. des Sc., A. et L. de Bayonne», 1914), de Gonzalo de Reparaz (Las cavernas de Aitzbitarte en Landarbaso, en «EuskalErria», p. 369-376. San Sebastián, 1902), de Edouard Harlé (Les grottes d'Aitzbitarte ou Landarbaso, á Rentería prés de St. Sébastien, en «Bol. de la R. Atad. de la Hist», abril de 1908, p. 339). Pero los estudios más notables de aquella época eran las primeras publicaciones de Aranzadi, y Ansoleaga sobre los dólmenes del Aralar navarro y las de Passemard sobre el yacimiento de Istúritz. Con ellas se dio un notable avance al conocimiento de la prehistoria vasca. En el año 1916 fue constituido por Aranzadi, Barandiarán y Eguren el primer grupo que, con el fin de conocer el pasado prehistórico de la población pirenaica occidental, se proponía realizar una metódica exploración de las regiones vascas. Tal fue el núcleo alrededor del cual se formó más tarde (1921) la sección prehistórica del instituto o seminario «Ikuska». Este instituto, solo al principio e incorporado más tarde (1924) a la Sociedad de Estudios Vascos, trabajó sin interrupción hasta el año 1936. Sus miembros recorrieron al efecto una gran parte dei país y descubrieron casi todo lo que conocemos actualmente de la prehistoria vasca. Excavaron diversos monumentos megalíticos y yacimientos prehistóricos, como los dólmenes de Aralar, de Ataun-Borunda, de Altzania, de Aizkorri, de Elosua-Plazentzia, de Belabieta, de Urbasa, de Enzia, de la región de Auritz (Burguete y Espinal) y de Gorriti y Murumendi, las cuevas de Santimamiñe, de Lumentxa, de Bolinkoba, de Polvorín, de Atxurra, de Ermitia, de Jentiletxeta, de Jentilzubi, de Lamiñeneskatza, de Silibranka, de Urtiga, de Balzola, así como las cuevas artificiales de la región meridional de Alava, despoblados de Kuutzemendi, de Salvatierrabide, de Surbi, etc. Al mismo tiempo el doctor Passemard efectuaba la excavación de la cueva de Istúritz, que más tarde fue continuada por el doctor René de SaintPétier y su señora, de la de Sara y del abrigo de Olha. En tiempos más recientes, entre los años 1936 y 1953, Barandiarán descubrió en Bajos Pirineos (Francia), principalmente en la parte vasca de aquel departamento, numerosas estaciones prehistóricas y dirigió las excavaciones de Lezia y Urio (Saca), de Harixtoy y de los cromlechs de Arzamendi. En Olha continuó Laplace-Jauretche la exploración que iniciara Passemard, y en Aussurucq y en Gatxarria (Suhar) emprendió Boucher el estudio de dos cuevas que aún continúa. El Grupo Aranzadi, de la (r)Sociedad Vascongada de los Amigos del País», funda su sección o Seminario de Prehistoria, cuyos miembros más destacados, los señores Atauri, Elósegui y Laborde, excavan en el año 1950 los dólmenes de Igoin-Akola. En el año 1956 emprende Barandiarán, por encargo de dicho Seminario, la excavación de la cueva (r)Lezetxiki», de Mondragón, descubriendo en ella un yacimiento musteriense, y la del castro de Intxur sobre Aldaba. En Vizc. fue Taracena quien realizó excavaciones en el castro de Navárniz el año 1943. Más tarde se constituyó el Seminario de Arqueología en el Museo Arqueológico y Etnográfico de Bilbao, bajo la dirección dc D. Mario Grande, y se trazó un plan de investigaciones para Vizc. en el que figuraba la excavación del yacimiento de Sagastigorri, encargándose su ejecución a Barandiarán. Finalmente, en el año 1958, la Excma. Diputación de Vizc. creó un Servicio de Investigaciones Arqueológicas que fomente y oriente cuanto concierne a la arqueología prehistórica del señorío. En Alava fue Medrano quien aseguró la continuidad de las actividades arqueológicas desde 1936, en que Barandiarán excavó el primer dolmen de la Rioja llamado Chabola de la Hechicera, hasta mediados del siglo. Durante este tiempo descubrió nuevos dólmenes en las regiones del S. y SE. de Alava y trabajó en la exploración del poblado prehistórico de La Hoya. Después, Barandiarán y Medrano, han excavado el dolmen de Gúrpide, el yacimiento de Covairada y los dólmenes de San Martín y El Sotillo, situados cerca de Laguardia. El primero ha explorado, además, los dólmenes de Layaza y de San Sebastián, y la cueva llamada de Solacueva en Cuartango. En Nav. el marqués de Loriana efectuó una cata en la cueva de Berroberria (Zugarramurdi); el P. Ruiz de Gaona recogió material mesolítico entre las ruinas del yacimiento de Coscobilo (en Olazagutía); Barandiarán descubrió varios dólmenes en los montes de Urdiain, de Echarri Aranaz, de Zugarramurdi, de Errazu, de Val de Erro, así como muchos cromlechs en Ibaiñeta (sobre Zugarramurdi), en Goizamendi, en el collado de Meatse, en el de Elorte (Errazu), en Zaho, en Ataloste y en el collado de la Piedra de San Martín. Elósegui descubrió también varios dólmenes en las estribaciones de Aralar y otros en la sierra de Andía. La institución «Príncipe de Viana» dedicó sus actividades arqueológicas a la protohistoria de Nav., encargando la excavación de los poblados protohistóricos de la Ribera a D. Blas Taracena, que trabajó con varios colaboradores hasta su muerte. Después ha continuado las excavaciones de aquella región Maluquer de Motes. La literatura relativa a las investigaciones prehistóricas vascas de esta segunda época es mucho más rica que la de los tiempos anteriores. Entre las obras publicadas merecen ser citadas algunas, particularmente Exploración de cinco dólmenes del Aralar (Pamplona, 1915), de Aranzadi y Ansoleaga; Resumen de la prehistoria del País Vasco (Vitoria, 1917), de J. M. de Barandiarán; Les stations paléolithiques dv Pays Basque (París, 1924) y La caverna d'Isturitz en Pays Basque (París, 1944), del doctor Passemard; Exploración de nueve dólmenes del Aralar guipuzcoano (San Sebastián, 1919) y Exploraciones de la caverna de Santimamiñe, I, II y III (Bilbao, 1925, 1931 y 1935), de Aranzadi, Barandiarán y Eguren; El hombre primitivo en el País Vasco (San Sebastián, 1934) y Exploración de la cueva de Urtiaga, I (en «Eusko Jakintza», 1947), de Barandiarán; Exploración de la cueva de Urtiaga, II (en «Eusko-Jakintza» 1948), de Aranzadi y Barandiarán; La grotte d'Isturitz, I, II y III (París, 1930, 1936 y 1952), del doctor René Saint-Périer; Pequeño ensayo sobre la prehistoria y paleontología del cuaternario de Guipúzcoa y sus materiales de estudio (en «Ikuska», n.° 6-9, Sara, 1947 y 1948), de Jesús Elósegui; Excavaciones en Navarra, I, II y III (Pamplona, 1947, 1956, 1954), de Blas Taracena y de sus colaboradores; El yacimiento hallstáttico de Cortes de Navarra (Pamplona, 1954), de Juan Maluquer de Motes; El hombre prehistórico en el País Vasco (Buenos Aires, 1953), de J. M. de Barandiarán; Excavaciones en Alava (en «Zephyrus», IX, I. Salamanca, 1958), de J. M. de Barandiarán y D. Fz. Medrano. Atendiendo tan sólo a los materiales escogidos en los Pirineos Occidentales, no sería posible conocer la prehistoria vasca. Muchos de los hechos que registra la arqueología pirenaica cubren extensas áreas de las regiones periféricas, lo que demuestra que la población de los valles vascos no estuvo aislada en ninguna época. Por eso, su estudio resultaría defectuoso si lo desconectáramos del cuadro general de la prehistoria del SO. de Europa. Si el Paleolítico inferior y medio del País Vasco aparece incorporado a la evolución cultural de gran parte del mundo antiguo, el Paleolítico superior tiene sus contactos auriñacienses en los países orientales, y algunas de sus manifestaciones pueden hallarse relacionadas con las que jalonan un largo recorrido entre la Península Ibérica y las regiones meridionales de Rusia. Más tarde vienen a ligarnos con los países centro-europeos las formas culturales solutrenses, tras las cuales se desarrollan técnicas y artes, al parecer de origen y factura indígenas, desde la Dordoña y el Ariége hasta Asturias, irradiándose en varias direcciones hacia el centro y sur de la Península Ibérica. Al mismo tiempo o en etapas posteriores, llegan diversas oleadas de la técnica llamada capsiense que matizan fuertemente las culturas del sudoeste europeo y que repercuten, sobre todo en la industria mesolítica vasca. Durante el Neolítico y edades siguientes interfieren con el fondo tradicional de los valles pirenaicos los estilos y modalidades procedentes de la Península Ibérica, de los países nórdicos, de las regiones mediterráneas y hasta de los pueblos asiánicos. Todo lo cual demuestra que el estudio de la prehistoria vasca debe basarse tanto en el material proporcionado por la investigación de los Pirineos occidentales como en el de los países aledaños. Ref. «Ikuska», 1960.

José Miguel de BARANDIARAN.

Álava. A partir de 1961, en Alava se inicia una nueva aportación de arqueólogos jóvenes. Armando Llanos presenta una visión de conjunto de las pinturas rupestres esquemáticas. Se intensifican las investigaciones y publicaciones de autores como Eraso, Agorreta, Fariña y otros. En 1966 se inicia la publicación de «Estudios de Arqueología Alavesa», del Consejo de Cultura de la Diputación Foral, donde van apareciendo estudios de gran interés firmados por Vallespi, Barandiarán, Merino, Apellániz, Ugartechea, Llanos, Farina, Altuna, Basabe, Elorza, Fernández Medrano, Escudero y Murga. A esta actividad hay que sumar la de la Sociedad Excursionista «Manuel Iradier» y la del grupo Espeleológico Alavés en sus rebuscas arqueológicas. Igualmente es de destacar la intervención de la Universidad de Valladolid sobre todo con la excavación en 1959 del yacimiento romano de Iruña. En octubre de 1967 se celebra en Vitoria la I Reunión de Arqueología Paleocristiana organizada por el Seminario de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid, patrocinada por la Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Vitoria. Se instala en la Casa Armera un Museo Arqueológico desligado del Museo Provincial.

Navarra.La Universidad de Nav. y Príncipe de Viana patrocinan importantes labores de excavación y estudio. Son de destacar los nuevos yacimientos de la edad del bronce en Malpaso, en la carretera de Pamplona a Mutilva Baja, el de Lezkairu en las cercanías de Pamplona, Sanduzelai al NO. de Pamplona y Sansón (MuruAstrain); otros como la cueva sepulcral de Urbiola, poblado celtibérico de Fitero, Pompaelo, Melida (Corella), Zugarramurdi, el descubrimiento de vestigios de pinturas rupestres en el lugar Peña del Cantero, en el km. 15 que va de Echauti a Salinas de Oro y sobre todo el taller de sílex al aire libre de Urbasa. En 1958 se celebró en Pamplona un Symposium de Prehistoria Peninsular organizado por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Barcelona, bajo la dirección de D. Juan Maluquer de Motes, patrocinado por Príncipe de Viana. En 1969 se descubren importantes objetos celtíberos en Cascante.

Gipuzkoa. En estos últimos años dos grandes yacimientos superopaleolíticos absorben las actividades arqueológicas: Almerri y Ekain, ambos maravillosos museos pictóricos del arte «vasquitano». El de Altxerri (Aia), descubierto en 1962, contiene más de cien figuras entre pintura y grabado. El de Ekain (Deba) descubierto en 1969, contiene un conjunto de figuras valiosísimas. El fascículo 4 de «Munibe» se dedica enteramente al estudio de este santuario paleolítico. Tan importantes descubrimientos dejan un poco en la penumbra estudios muy valiosos publicados en Munibe sobre excavaciones en Aitzbitarte (Errenteria), Lezetxiki (Mondragón), Satui-Arrolamendi (Legazpi), Marizulo (Urnieta), Sorginzulo (Belauntza). Es importante también la publicación sobre tipología lítica, de José María Merino del Seminario Aranzadi.

Bizkaia. Entre otras actividades arqueológicas son interesantes la excavación de la cueva sepulcral de Kabeaga (Ispaster), donde se halló un cráneo eneolítico, la excavación, estudio y dotación por el C. 14 de cuevas sepulcrales vizcaínas por Apellániz, Molte y Altuna como la de Guerrandijo (Acorda-Ibarranguelua), la de Guetalenta, I (Yurre), la de las Pajucas (Lanestosa), Aldeacueva (Carranza) y Txotxinkoba (Guizaburuaga).

Bernardo ANAUT