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Zestoa

El núcleo urbano original fundado en 1384 se estructuraba por medio de unas calles concéntricas a la parroquia, creando una forma almendrada, y estaba protegida por una muralla. En dirección a los puntos cardinales el cerco se abría en unos portales de los que aún quedan algunos vestigios en el casco urbano de Zestoa, como las llamadas puerta de San José o de Arretxea y la de la Inmaculada o Palankado.

El casco urbano fue pasto de las llamas en 1549 y en los siglos posteriores no evolucionará mucho hasta el siglo XVIII y sobre todo el XIX, con el descubrimiento de las aguas termales y la llegada del ferrocarril. Es entonces cuando se produce el gran desarrollo urbanístico de Zestoa.

Zestoa cuenta con numerosas muestras de la arquitectura civil, tanto públicas como privadas. En la plaza mayor se encuentra, como es natural, el Ayuntamiento, un edificio levantado en el siglo XVII con trazas de Juan Martínez de Zubiaurre pero ampliado por el arquitecto Ignacio de Ibero en 1741, a quien debemos su aspecto actual. Como las casas consistoriales vascas del barroco, es de planta rectangular, tiene una planta baja con un soportal de arcos, una amplia balconada en su planta noble, y se caracteriza por la sobriedad decorativa, únicamente rota por el escudo esquinero. Al lado se encuentra la Alhóndiga o Toriles, una buena construcción de sillar con doble arquería superpuesta, del siglo XVIII.

Las casas señoriales y residencias palaciegas de Zestoa merecen una mención especial. En el casco urbano se hallan varias casas cuyas puertas y ventanas de arcos apuntados y grandes dovelas, escudos, inscripciones u otros elementos singulares denotan su antigüedad y solera. Es el caso de las casas Lizentziadokua, Paionekua o Portalekua, entre otras.

Formando un conjunto integrado por una casa señorial, molino o ferrería y ermita, existen en Zestoa tres buenos ejemplos de estos núcleos económicos y sociales asociados a una casa solar. Es el caso del conjunto de Iraeta, de los Parientes Mayores de Gipuzkoa. Se compone de una activa ferrería ya desaparecida, la gran casa Nagusikua, un puente construido en 1742 por Ignacio de Ibero y la ermita de Santa Inés, además de otros edificios auxiliares construidos alrededor, como el llamado Granero de Iraeta.

Un segundo grupo de construcciones lo conforma el entorno de Alzolaras, cuyo palacio, abandonado y en estado ruinoso, conserva aún unos vanos de arco apuntado y geminados. Poseía además dos ferrerías, Goikola y Bekola, aún en pie. El tercer testimonio de estos núcleos económicos es Bedua, cuya magnífica casa -con una solana en su parte superior- era el punto comercial del hierro que se transportaba por el río Urola navegable. Por esta razón disponía de dos astilleros.

Pero artísticamente, la casa palaciega más importante de Zestoa es sin duda el palacio Lili, un magnífico edificio de planta rectangular del siglo XV estructurado en torno a un patio interior. Tiene ventanas geminadas y accesos de arco de medio punto. Lo más característico de este palacio son los garitones de ángulo rematados en chapitel apuntado, unas curiosas gárgolas y aspilleras. Como es de suponer, esta casa fue también un núcleo económico, y muestra de ello son restos de molinos y ferrerías que se encuentran en sus inmediaciones.

Cercanos a este palacio están el puente de Zubiaurre y la fuente Lau iturri, uno de los pocos ejemplos de fuente barroca con tratamiento artístico destacable.

De los siglos XIX y XX son las instalaciones creadas al amparo del balneario. El Gran Hotel del Balneario de Cestona, parcialmente conservado, se levantó en 1898 bajo la dirección del arquitecto José Grases y Riera en un estilo muy sobrio y con una total ausencia de elementos decorativos, que marcará las pautas para las edificaciones posteriores como el Hotel Arocena, construido en 1908, y la Estación de ferrocarril, de 1924-1925.

  • Parroquia de la Natividad de Nuestra Señora

El templo actual es fruto de la reconstrucción que continuó al incendio de 1549, en el que sobrevivió solamente una parte de la iglesia, razón por la cual se compone de elementos de diferentes cronologías. Es de planta de salón cubierta por bóvedas de terceletes. La capilla Lili es el elemento más antiguo. Aunque sin mobiliario, se cubre con una preciosista bóveda y su arco de entrada se decora con unas cresterías de gusto gótico.

El resto de la iglesia es una construcción maciza, de testeros planos, que fue construyéndose a lo largo del siglo XVII. La portada se esculpió a partir de 1594 y está cobijada en un arco cuyo intradós se decora con los motivos vigentes en esta época, que son unas cadenetas manieristas. La portada propiamente dicha es un arco de medio punto flanqueado por pilastras jónicas y está rematada con un tondo.

Las obras de construcción terminarían con la torre hecha entre 1735 y 1738 con el diseño de José de Lizardi, quien lo ideó cuadrado y con un buen número de jarrones abombados que le dotan de un carácter decorativo poco habitual en estas tierras.

En su interior guarda un retablo mayor y varios laterales, ensamblados todos a partir de 1686 por Juan de Apeztegui y Martín de Olaizola, y que forman un conjunto estéticamente unitario. En el mayor, un cuerpo único sostenido por cuatro columnas salomónicas se eleva sobre un alto zócalo y se remata con un cascarón, cuyos gajos contienen pinturas de la Asunción de la Virgen. En las calles laterales se representan a San José con el Niño y San Juan Bautista.

Los retablos laterales son idénticos de traza y el soporte que emplean es una columna machiembrada. Ambas tienen una carga decorativa propia del barroco churrigueresco. Uno está dedicado a San Francisco de Paula y el otro a San Isidro labrador.

  • Ermitas

Dispersadas en los barrios de Zestoa existen varias ermitas que en ocasiones se acompañan de un pequeño núcleo poblacional. Son sencillas edificaciones de mampostería de una sola nave, con techumbres de madera y un pequeño pórtico de entrada. Aunque se conozca su antigüedad, las construcciones que se admiran son fruto de siglos de remodelaciones. Una de las más antiguas es la ermita de San Lorenzo que tiene unas interesantes ventanas conopiales. Similar en estructura y antigüedad es la de Santa Engracia, situada en un alto desde el que se divisan bonitas vistas. Otras dos ermitas son las de Santa Cruz de Akua y la del Santo Cristo de Ibañarrieta.

Una de las más cuidadas es la ermita de San Juan Bautista, que cuenta incluso con una ligera espadaña. La de Santa Inés, antiguamente bajo la advocación de San Juan, albergaba un retablo manierista de pintura hoy sustituido. En el barrio Arroa sirve la de San Esteban, con título de parroquia, que es obra de Miguel de Abaria del siglo XVII y contiene varios retablos rococós.

De épocas más recientes son las ermitas de la Ascensión, ubicada en el barrio de Endoia y contruida en 1950 con un exótico estilo arquitectónico ecléctico, y la de San Martín en el barrio Lasao, de estilo neogótico extendido a su mobiliario litúrgico.

  • AGUIRRE SORONDO, Antxon; LIZARRALDE ELBERDIN, Koldo. Ermitas de Gipuzkoa. Ataun: Fundación José Miguel de Barandiaran Fundazioa, 2000.
  • ARRÁZOLA ECHEVERRÍA, Mª Asunción. Renacimiento en Guipúzcoa. Tomo I: arquitectura. Donostia: Departamento de Cultura, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1988.
  • ASTIAZARÁIN, Mª Isabel. Arquitectos guipuzcoanos del siglo XVIII: Martín de Zaldua, José de Lizardi, Sebastián de Lecuona. Donostia: Diputación Foral de Guipúzcoa, 1988.
  • CENDOYA ECHÁNIZ, Ignacio. El retablo barroco en el Goierri. Donostia: Kutxa fundazioa, 1992.
  • Guía de arquitectura 1850-1960. Gipuzkoa. Donostia: Nerea, 2004.
  • Guía Histórico Monumental de Gipuzkoa. Donostia: Diputación Foral de Gipuzkoa, 1992.

AEM 2011