Pintores

Uruñuela Echevarría, Jesús

Pintor vizcaíno, nacido en Bilbao el 29 de diciembre de 1898. Muere en Bilbao en 1976.

Discípulo de Manuel Losada, aprendió dibujo con el caricaturista "Bon", quien también le inició en la escultura del barro. Siguiendo los consejos de su tío el pintor Juan de Echevarría, en 1922 se traslada a París, donde frecuenta las academias, teniendo por compañeros, entre otros, a Genaro Urrutia, José Benito Bikandi y al escultor en talla directa Mateo Hernández, en cuyo estudio trabajó la talla en madera, recibiendo al mismo tiempo consejos muy valiosos del escultor y ceramista Francisco Durrio.

Colgó varios cuadros en el café La Rotonda, en Montparnasse, lugar de reunión, por aquella época, de los más prestigiosos pintores internacionales, cuyas paredes estaban destinadas exclusivamente a los artistas pintores noveles. Tras una larga temporada en París -a donde volvió en distintas ocasiones- se trasladó a Bélgica y Holanda con el propósito de estudiar a fondo a los pintores flamencos, y de allí, pasando nuevamente por la capital de Francia, regresó poco tiempo después a España, fijando su residencia en Bilbao, en donde continuó producciones de sus obras pictóricas, pero recluido, sin decidirse a dar a conocer al mundo sus lienzos, por considerarse que su firma no estaba aún madura.

A ruegos de sus amigos, en el mes de diciembre de 1947, y abandonando su retraimiento, expuso por primera vez individualmente en San Sebastián, en las Salas Municipales de Arte, colgando 68 obras, las más representativas de sus distintas épocas, obteniendo notable éxito. En los años 1948, 1963, 1966 y 1967 volvió a exponer sus obras en la Sala Arte de Bilbao, con buenas críticas y éxito de público. En 1951 concurrió a la I Bienal Hispanoamericana de Arte celebrada en Madrid. La década de los 60 fue su época de mayor actividad expositiva.

Autor de más de 500 óleos y gran cantidad de dibujos, acuarelas y pasteles, apuntes al natural y carteles, sus manchas empastadas a la espátula fueron muy apreciadas en los círculos artísticos franceses. Sintió predilección por el paisaje y la pintura al aire libre, estando también especializado en la figura y las naturalezas muertas, así como en la escultura en barro y la talla de madera. Experimentó con tendencias como el cubismo, abstracción y simbolismo, hasta elaborar un estilo propio.

Entre sus obras más importantes podemos destacar La cocotte, Barrio de pescadores, Ella, Campeonato gitano, Orio, Santa Águeda, Primaveral, Le Domme o Balada de invierno.

Joaquín de Zuazagoitia (Bilbo, 1966), lo ve así:

"Uruñuela toma la realidad como soporte para exaltar el color. La línea, el dibujo, le preocupa más como arabesco, sin falsos ni amanerados estilismos, que como transcripción de la realidad. Es lo que la melodía en la música. El color es un furioso a toda orquesta. De ahí que su pintura sea equilibrada y exaltada a la vez. Corresponde a su temple tímido y decidido -no es incompatible- con cierta melancolía íntima que deja involuntariamente en la obra una atrayente nostalgia poética".

Mario Ángel Marrodán (Bilbo, 1974):

"Uruñuela, pintor de los colores morados, violetas, púrpuras y lilas. Siempre un cromatismo de estos dominando centralmente la composición, dando más dominio, predominio e interés al color que al componer matemático del lienzo. Con ello rompe asperezas, rubrica los tonos armónicos que precisa cada cuadro, conjuga mejor las entonaciones, es más poético en las pastosidades, y -encima- sujeta y ata a los mil cantos cromáticos de su caballete".

Iñaki Viar Ponte (Bilbo, 1974):

"No utiliza el modelo con la idea de trasladarlo al lienzo en pinceladas, sino como punto de partida sólo para echar a volar su fantasía; no en alas de ritmos y leyes de estilización conducentes a la pintura decorativa, que es la corriente manera de fantasear en arte, pero sí a impulsos de una irrefrenable emotividad inconsciente, cuyos resultados, tal vez, sea al propio autor a quien primero sorprenden."

Álvarez Emparanza (Pintura Vasca Contemporánea; Donostia, 1978):

"El arte de Uruñuela tiene un marcado signo postimpresionista, tanto por su temática como por su ejecución, de vistoso colorido, jugando con distintas técnicas como en el caso de los cuadros parisienses, en los que se observa una mayor fluidez en la pincelada y suave entonación."