Léxico

TECNICA

Aislamiento e intentos de innovación. De acuerdo con lo ya indicado al principio de nuestro trabajo, el nuevo período evolutivo precedentemente aludido, formado por los ss. XVI, XVII y XVIII, constituye una etapa de neta transición entre la Ciencia y la Técnica medievales y las actividades similares correspondientes a las Edades Moderna y Contemporánea. (v. GARAY, Blasco de; ELISSAGARAY, Renaud Bernard; SOPITE, Martin de.) Período de extraordinario interés, carece de homogeneidad a lo largo de su desarrollo, puesto que mientras en la primera de las antecitadas centurias tal desarrollo fue inarmónico y muy lento, agilizándose en la siguiente, en cambio a partir de entonces, y sobre todo desde los decenios finales del s. XVII, el desarrollo se aceleró notablemente, tomando el carácter de una verdadera revolución cultural cuyas consecuencias afectaron al saber y al modo de hacer, no sólo de entonces, sino también de cuanto se generó en las centurias que siguieron a las precedentemente señaladas. Este movimiento cultural, científico y tecnológico, que tuvo características de alcance universal, afectó de modo singular a España y todavía más a nuestra Euskal Herria. Y para poder concretar una idea clara acerca de la importancia alcanzada por los efectos del movimiento citado, debe tenerse en cuenta que desde la iniciación del Renacimiento y a consecuencia de las consecuencias propiciadas por la famosa Pragmática aislacionista promulgada por el Rey Felipe II el año 1559, tuvo lugar una profunda diversificación entre el modo de ser y la manera de actuar del español y del europeo contemporáneo. Este, masificado y opuesto a lo tradicional, estuvo siempre ávido de novedades y su posición frente a la Naturaleza le impulsó a penetrar en el conocimiento de sus características y de cuanto a ella se refería: simultáneamente, el hombre español, individualista acérrimo permaneció apegado a la tradición, rehuyó toda idea nueva y permaneció frente a la Naturaleza como simple admirador inactivo de la misma. Una y otra de estas dos actitudes, claramente enfrentadas, influyeron diversamente sobre el desarrollo científico y tecnológico, renovándolo y acrecentándolo en la Europa culta, mientras permanecía practicamente inalterado y estático en el ámbito de nuestra Península. Es cierto que por diversas causas los efectos negativos de la Pragmática antecitada no fueron totalmente adversos, y que el aislamiento hispánico resultó menos absoluto de lo que había pretendido nuestro monarca, quien amenazó a los infractores de sus órdenes con penas severísimas. Pero se advirtió pronto que era preciso renovar-mejor dicho, europeizar- nuestros fondos culturales científicos y tecnológicos, labor con la que se enfrentó un reducido grupo de intelectuales hispanos, que durante el correr de los siglos dedicó buena parte de sus actividades a paliar los perjuicios del aislamiento señalado y a conseguir una participación en las ventajas y progresos conseguidos en toda Europa. Señalaremos, como especial motivo de elogio, que para la labor de esos intelectuales no constituyó un obstáculo insalvable la frustración, la ruina y el decaimiento a que había llegado nuestro país tras de los errores y desaciertos políticos y militares a causa de los que perdió el poder hegemónico que había detentado durante varios siglos. a) La Ilustración barroca. La primera actuación aparente de nuestros intelectuales renovadores tuvo lugar en los años finales del s. XVII, durante el reinado de Carlos II. Entonces los llamados novatores trataron de lanzar un movimiento ilustrado -que ha sido designado por algunos con el nombre de Ilustración barroca- intenso pero breve y cuyo principal resultado efectivo fue el de preparar el advenimiento de la Ilustración neoclásica, cuyos frutos han sido fundamentales para la europeización de nuestro saber y de nuestra manera de hacer. El movimiento novatore tuvo en el País Vasco adeptos importantes aunque no numerosos: y entre ellos fue uno de los más notables el guipuzcoano don Pedro Bernardo Villarreal de Berriz (1670-1740), intelectual destacado que reunió tertulias cultas en su residencia lekeitiana de la torre de Uriarte, siguiendo el ejemplo de lo que ya ocurría en otras poblaciones como Madrid, Barcelona y Sevilla, y que llegó a formar una biblioteca donde se encontraba hasta un millar de libros del más variado contenido. El recogió en uno titulado Máquinas hidráulicas de molinos y herrerías y gobierno de los árboles y montes de Vizcaya cuanto con cierne a las mencionadas cuestiones, y por otra parte, fue afortunado proyectista y constructor de presas de escollera, dotadas de una calidad técnica y de unas ventajas operativas muy superiores a todo lo conocido hasta entonces. Aunque se apaciguó pronto el movimiento cultural antecitado, en algunas zonas españolas continuaron vigentes las tendencias de renovación, referidas especialmente al cultivo de las Ciencias Naturales -Botánica y Geología- mientras por otra parte era ostensible el progreso de la Medicina, vieja disciplina científica de remoto origen, que ahora era cultivada por algunos de sus profesionales en unión de la Jatroquímica, especialmente en lo concerniente a la terapéutica farmacológica. b) La Ilustración neoclásica. Pero esas tendencias de apertura a nuevos esquemas culturales no se afianzaron hasta que, el año 1763, el Conde de Peñaflorida y sus amigos y colaboradores los Caballeritos de Azcoitia crearon en esa población y en Bergara la que por expreso designio del rey Carlos III, iba a llamarse Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. La actuación de esta entidad cultural, que se vio favorecida por la derogación de la Pragmática aislacionista de Felipe II, ejerció una importante acción europeizante de nuestra cultura, introduciendo en ella el cultivo de las ciencias positivas, y especialmente el de la Química; pero además contribuyó al perfeccionamiento de nuestras técnicas laborales, porque a las enseñanzas impartidas, tanto elementales como superiores, les dio un destacado carácter pragmático. Para el desarrollo de esas enseñanzas comenzó por crear unas escuelas primarias -aquí entonces pocas y mal atendidas- que impartieron cursos de Gramática (con Ortografía y Redacción), de Aritmética con nociones de Contabilidad, y de Dibujo aplicado a las artes industriales: con todo ello se prepararon artesanos ilustrados y se contribuyó a elevar el nivel de las gentes dedicadas a la ejecución de técnicas laborales. Una vez logrado el desarrollo de las mencionadas enseñanzas primarias, la Sociedad Bascongada fundó en Bergara un centro de estudios superiores -el Real Seminario Patriótico- en el cual actuó un selecto profesorado tanto español (Fausto de Elhuyar, Gerónimo Mas) como extranjero (Proust, Chabaneau, Tunborg) que desde 1778 impartió cursos de Algebra y Trigonometría, Topografía, Física, Química, Minerología y Metalurgia. Ese centro escolar, que fue la primera escuela técnica superior española, acogió en sus aulas alumnos procedentes de 39 provincias peninsulares y de catorce naciones de Hispanoamérica. Por otra parte, de la importancia que llegó a adquirir el Real Seminario vergarés puede dar una clara idea el considerar que en sus laboratorios -incluibles entre los primeros donde se realizaron trabajos de investigación- fue descubierto el wolframio y se aisló por vez primera platino puro maleable, utilizando un proceso operatorio rigurosamente científico; además la labor de ese centro ha incidido sobre la creación de otros similares, como la Escuela superior de Ingenieros de Minas, organizada definitivamente por Elhuyar, antiguo profesor en Bergara, o la llamada de Ingenieros de Caminos y Puertos, de la cual el profesorado inicial y los primitivos planes de estudios fueron hechura de don José M.ª de Lanz y de Zaldivar, ex-alumno del Real Seminario donde adquirió los fundamentos de su brillante preparación intelectual. Junto a los datos expuestos precedentemente, nos informa también de la extraordinaria importancia adquirida por la labor cultural de los Caballeritos de Azcoitia el hecho de que a imagen y semejanza de la Real Sociedad Bascongada, precursora de todas ellas, fueran fundadas en España, entre 1778 y 1805, hasta 81 Sociedades Económicas de Amigos del País, esparcidas por todo el territorio peninsular. Esas sociedades, tuteladas y dirigidas por la Administración estatal, intentaron difundir por ese territorio los beneficiosos efectos de la renovación cultural a que nos venimos refiriendo y es de lamentar que el dirigismo aplicado a tal renovación por el Despotismo Ilustrado -dirigismo que apenas afectó a la Real Sociedad Bascongada- no consiguiera alcanzar plenamente las favorables finalidades que se había propuesto. Cuando el año 1794 la invasión de los Convencionales franceses dio lugar al saqueo y destrucción del Real Seminario de Bergara, ya había sentado éste las bases para la europeización de nuestra cultura científica y para el desarrollo de unas técnicas más avanzadas en la producción industrial española; los acaecimientos posteriores han evidenciado la gran importancia que tuvo el movimiento Ilustrado del País Vasco, precursor e impulsor del que acaeció en toda España a lo largo del s. XVIII final y hasta los años del primer tercio de la centuria decimonona.