Léxico

TECNICA

El saber técnico romano y medieval. El segundo período del ciclo evolutivo de tales actividades, durante el cual se consiguió la formación de un saber medieval ya plenamente científico, se inició en el País Vasco cuando llegaron al mismo los primeros conocimientos de la brillante cultura greco-romana, introducidos en nuestra Península al ser invadida por las legiones de Roma, al año 206 a. de J. C. La romanización de Euskal Herria fue muy incompleta y sólo alcanzó a determinadas zonas, tales como Oiartzun -en el Saltus Vasconum- Forua, en el territorio de los Caristios, o en puntos diversos de la llanura alavesa, donde el asentamiento de los invasores fue más amplio y bastante más intenso. Una vez terminadas las guerras cántabras, hacia los años finales del s. III precristiano, y una vez pacificado el ámbito nortepeninsular, la invasión que estamos considerando ocasionó un notable perfeccionamiento de la vida cultural, social y económica en todas las zonas sometidas al dominio de Roma, y una mejoría de diversas actividades productoras -agrícolas, mineras, artesanales...- entre las que se contaron las metalurgias y sus transformados, así como la cerámica, ésta netamente evolucionada en sus técnicas y en sus productos, gracias a las diversas aportaciones procedentes en especial de las Galias meridionales ultrapirenaicas. Los diversos beneficios de todo orden derivados de la dominación romana sobre nuestra Península perduraron hasta el ocaso del predominio latino derivado de la destrucción de su Imperio: desde entonces la Europa Occidental hubo de soportar los lamentables acaecimientos derivados del advenimiento de las hordas bárbaras, que buscaban lugares de asentamiento más favorables. Nuestro solar euskaldún fue asolado por el paso de varios pueblos godos que destruyeron buena parte de las realizaciones positivas conseguidas durante la civilización precedente y dieron lugar a un vacío cultural -extendido a todo el Occidente europeo-sólo colmado más adelante a consecuencia de una serie de hechos y circunstancias que se fueron produciendo sucesivamente a lo largo de los siglos medievales, hasta la eclosión del Renacimiento. Sería largo, y además estaría fuera de lugar, el referirnos aquí detalladamente a los hechos y circunstancias antecitados, que se iniciaron en la segunda mitad del s. V de nuestra Era con la constitución de reino cristiano visigodo; tras la destrucción de éstos, dos siglos y medio más tarde, al ser invadida nuestra Península por las gentes del Islam, comenzó una larga serie de conflictos bélicos -dentro de la cual destacan los correspondientes a la Reconquista del ámbito peninsular por los cristianos- que fueron transformando la fisionomía política del conjunto demográfico hispano. Durante ese largo período, cuya duración rebasó los diez siglos, nuestra Euskal Herria consiguió mantenerse en un estado de relativo aislamiento, para lo cual le ayudó su especial situación geográfica y las características topográficas de su territorio: estuvo asociada, pero no sometida plenamente, tanto con los visigodos como con los musulmanes, y luego con el reino cristiano de Castilla. En todo momento los vascos constituyeron una célula étnica definida, replegada sobre sí misma y por lo tanto afectada sólo secundariamente por las consecuencias derivadas de los acaecimientos y vaivenes que sucesivamente fue experimentando la vida política, social y cultural del conglomerado humano que poblaba la Península Ibérica. Sin embargo, de ello, el conjunto de acaecimientos antes citados y las mudanzas que dentro y fuera del solar vasco fueron desarrollándose, a lo largo de los siglos medievales, afectaron, como era natural, al saber y el hacer de los éuskaros de entonces. Entre los acaecimientos aludidos figura en primer lugar la creación en el Oriente europeo de una brillante cultura medieval, en cuya formación y difusión participaron intensamente las gentes españolas. Esa cultura, ya plenamente científica y dotada de múltiples matices -filosóficos, literarios, artísticos, científicos...- fue una afortunada asociación de las procedentes del próximo y lejano Oriente, de la grecolatina, la islámica y la hebrea, que incidiendo conjuntamente sobre el fondo cultural indígena europeo occidental, dieron lugar a la formación del maravilloso acervo cultural de la plena Edad Media. en cuya formación estuvieron implicados numerosos centros, entre los cuales destacó la famosa Escuela de Traductores de Toledo (ss. XII y XIII). De la posterior difusión de ese acervo se ocuparon, principalmente y con especial acierto, los monasterios y los colegios eclesiásticos. quedando encomendada después a las universidades creadas en toda Europa, dentro de las cuales las de Salamanca y Valladolid, y luego la de Alcalá de Henares, merecieron por su labor figurar en lugar preferente, junto a las más destacadas de la época. En todas ellas se impartieron los estudios propios del Trivium y del Quadrivium, así como cursos de Teología, Filosofía, Cánones y Derecho, e incluso de disciplinas científicas, como la Medicina, que por entonces llegó a conseguir un nivel capaz de prestigiarla. El influjo cultural y científico que dimanó de todos los centros culturales mencionados afectó positivamente al País Vasco, y aunque por entonces no poseyó apenas instituciones culturales similares -de las que tuvo, sin embargo, alguna muestra interesante, fundada por sus propios hijos- nuestra zona no quedó por ello marginada respecto a la beneficiosa acción a que nos venimos refiriendo y conoció y asimiló el contenido excepcionalmente valioso incluido en la misma. Mientras esto iba ocurriendo, otras circunstancias de las más variada naturaleza pasaban a incidir sobre el desarrollo de la técnica en Euskal Herria. De tales circunstancias la más interesante fue la concentración de sus habitantes en numerosos centros urbanos -ciudades y villas- en detrimento de la dispersión y amplia ruralización existente hasta entonces en la población nada escasa del solar vasco. El acceso al villazgo, hecho que constituyó una verdadera revolución urbanística, se fue alcanzando lentamente a partir del s. XI y procediendo de E. a O. y desde el interior hacia el litoral cantábrico. Esas poblaciones pasaron a ser poco a poco centros comerciales más o menos importantes y por ello se produjo un incremento de las actividades mercantiles, lo cual tuvo como natural consecuencia un desarrollo paralelo de la artesanía, inductor de un proceso natural de ampliación y perfeccionamiento de ésta en sus múltiples y variadas manifestaciones profesionales. Tal proceso alcanzó, más o menos profundamente, a todas las actividades mencionadas y de modo especial a las ferrerías vascas, que durante el s. XIII comenzaron a desplazarse desde sus antiguos emplazamientos en zonas boscosas de montaña (ferrerías, agorrolas) a las orillas de los ríos (zearrolas) buscando con ese desplazamiento la posibilidad de ampliar sus producciones, mecanizando los talleres gracias a la creación y equipamiento de saltos de agua. A ese aumento de la producción siderúrgica se unió una mayor diversificación de ella, obteniéndose transformados metálicos muy variados, entre los cuales figuraron cerrajas, herrajes, clavazón, productos fundidos o trefilados, cuchillería, armas de todas clases, y otros muchos y muy variados géneros comerciales, ampliamente negociados desde diversos lugares del territorio euskaldún. Aparecieron además otras actividades manufactureras, como las textiles, la curtición de pieles, la fabricación de fieltros y sombreros, las tintorerías..., tareas que supusieron un notable desarrollo y un mejoramiento muy estimable de las técnicas laborales en uso durante la época a que nos venimos refiriendo. Los artesanos vascos implicados en esas labores se asociaron pronto con objeto de favorecer y defender todo lo posible sus actividades profesionales: aparecieron así, las primeras cofradías, con finalidades tanto religiosas como paganas; y a ellas les siguieron los gremios a partir del s. XIII. Estos, por constituir sindicatos exclusivistas en lo concerniente a la regulación de la producción, se encontraban en oposición con el espíritu liberal de los Fueros, pero sin embargo de ello, cofradías y gremios tuvieron aquí un notable desarrollo. Destacaron entre ambas clases de agrupaciones las cofradías de pescadores existentes en todos los puertos del litoral, los gremios de ferrones -a los que Alfonso XI de Castilla concedió un fuero especial- los propios de los armeros (cañonistas, llaveros, cerrajeros y aparejeros), y algunos otros abundantes en afiliados; pero desde la fundación de los primeros, pocos y débiles, hasta su desarrollo definitivo, ya bien entrado el s. XIV, hubo en Euskal Herria numerosas cofradías y gremios cuya influencia en el progreso de las técnicas fue realmente decisiva. Entre tales asociaciones figuraron las de tejedores, pañeros, tintoreros y sastres, las de curtidores, zapateros, tundidores y burulleros, herreros, espaderos y cuchilleros, cesteros, sogueros, esparteros, cereros, albañiles y pintores, canteros, etc.: esta relación constituye una prueba eficiente del amplio desarrollo alcanzado por las tecnologías artesanas en sus aspectos más variados, y como ya hemos hecho notar precedentemente, no debe ser olvidado que los gremios ampararon escuelas profesionales de destacada importancia, aparte de su misión de defensores de los artesanos integrados en ellos. Debilitados progresivamente a partir del s. XV, a causa de la oposición que les hizo la naciente burguesía, estas asociaciones cuya vigencia superó la duración del período que examinamos, desaparecieron casi totalmente desde los tiempos de la Revolución Francesa. En España fueron disueltos por una Real Orden del año 1840, cuando ya resultaban incompatibles con la nueva organización social de la producción. Volviendo a considerar el período medieval del desarrollo científico y tecnológico, al referirnos al mismo y examinarlo detalladamente encontramos que en los ss. XIV y XV, una vez aparecidas las doctrinas de la Escolástica, la Ciencia de la Edad Media alcanzó la culminación de su desarrollo. Es entonces cuando, con la eclosión del Renacimiento, se inició un nuevo período evolutivo de la cultura universal, evolución en la que en lo que a España se refiere ejerció nuestro País Vasco una excepcional influencia.