Oiartzun, 1915 - San Sebastián, 2003
Sebastián Salaberria nació en el caserío Elbitxuri de Oiartzun en 1915. Siendo muy joven quedó huérfano de padre y madre y, al ser hijo de familia numerosa, tuvo que trabajar de sirviente en varios caseríos. De joven conoció el bertsolarismo y lo practicó con sus amigos.
Con la llegada de la Guerra Civil, se tuvo que alistar con el bando nacional (que ya controlaba casi toda Gipuzkoa). Estando en el frente fue herido en el pie por disparos de un gudari y se lo tuvieron que amputar. ¿Quién fue el gudari que le disparó? Curiosidades de la vida: su hermano Kaximiro, que, huyendo de los nacionales estaba haciendo la guerra con los gudaris. Mientras Sebastián convalecía en el hospital y tras haber pasado su hermano una temporada en la cárcel, fue cuando ambos se enteraron del suceso. Todos estos pasajes y andanzas de su vida las reunió en la novela Neronek tirako nizkin (1964). Ganó el premio Ágora que se otorgaba en San Sebastián con esta novela de estilo popular. Se ha dicho de esa novela que es un libro que habla. Quizá por eso tuvo tanto éxito entre los euskaldunes de entonces: se agotó en poco tiempo y hubo que publicar una segunda edición en 1994.
Actualmente se habla mucho de la autoficción. Sin conocer ese nombre, Sebastián Salaberria hace autoficción, y de la buena, al contarnos sus historias: basadas en hechos reales, sí, pero impregnados de su estilo y su peculiar visión . Puede que hubiera algún fragmento inventado o recreado. Aunque no sea posible prever muchos sucesos de nuestra vida, la narración está muy bien medida y planificada para que el suspense se vaya dosificando. Del mismo modo que se componen los bertsos, es el último capítulo el que da a la historia su sentido teleológico. Hasta entonces se mantiene el suspense, intercalando junto con la tensión algunos pasajes más tranquilos.
Decir que el mundo durante el siglo XX ha sufrido cambios sorprendentes y fuertes transformaciones se ha convertido en un tópico, pero si alguien que ha sufrido todos esos cambios de cerca nos los cuenta con detalle y desde un punto de vista humano, seguramente despertará nuestro interés. Eso mismo consigue Sebastián Salaberria. Muchos de su generación se sintieron identificados con sus historias y esa es la clave de su éxito.
Otra característica de la obra de Salaberria es su estilo directo, expresivo y dúctil. Los narradores vascos, por vivir en una cultura muy cercana a lo oral, tiene gran facilidad en este aspecto.. Sebastian Salaberria es un claro ejemplo de elloso. Su afición al bertso es también un aspecto de su oralidad, siendo muy hábil componiendo e improvisando. Antes de ganar el premio literario con la novela ya había ganado otro premio de composición de bertsos (con la serie de bertsos titulados "Ama Euskeriari" (a la Madre Euskera)). Solía enviar bertsos a la revista semanal Zeruko Argia. Se barrunta, por lo tanto, cuál fue su "escuela de escritura": la cultivada en las sidrerías, en las relaciones en torno al caserío, en la familia y en la narración entre amigos. Su instinto narrador se forjó ahí, dando una y otra vez oportunidad a sus quiebros expresivos, a sus puntos de vista originales y medidos.
El padre jesuita Zavala era muy consciente de eso y, después del éxito del primer libro, tentó de nuevo al oiartzuarra Salaberria. Recogió las composiciones de bertso hechas hasta entonces, glosó y explicó su contexto de modo ágil y concreto y publicó con todo ello Nire soroko emaitzak (Los productos de mi huerto) en 1984. Si se ha leído la novela anterior se conocerán mejor las razones y los entresijos de los bertsos que aquí aparecen. Pero en caso de no haberla leído, no hay gran miedo de perderse, pues el mismo Sebastian Salaberria explica el contexto de cada composición. Da la impresión de que su rico lenguaje se nos presenta de modo asequible, como si no le hubiera costado escribirlo.
El bertsolarismo, sobre todo el de Gipuzkoa, está vinculado estrechamente con las sidrerías. Por eso no es extraño que un bertsolari como Salaberría diera noticia de las que que conoció en su juventud. Así lo hace en la obra titulada Sagardotegiak (sidrerías), publicada en la editorial Auspoa en 1997. Evidentemente no se trata de la obra de un historiador sobre las sidrerías de una época histórica concreta, pero las memorias de Salaberría, en este sentido al menos, tienen suficientes datos interesantes y precisos como para saciar a un historiador interesado en este tema.
Sus episodios y los de sus amigos forman el corazón de ese libro (Sagardotegiak), siempre expresados del modo agradable y resuelto con el que Salaberria suele hacerlo. En su tiempo, se formaron unas intensas redes de relaciones en torno a las sidrerías y Salaberria lo cuenta con la minuciosidad de quien lo ha vivido desde dentro, sirviéndose de sucesos personales y de algunos espacios vitales cercanos. Algunos personajes dignos de recordar desfilan en estos episodios (Don Jose Almandoz, un médico aficionado al bertso y a la sidra; el castizo y trabajador baserritarra Joxe Martín, y otros muchos), cada uno coloreado en su carácter con finas pinceladas de Salabarria.
Esa fue su última contribución al mundo literario. Pero nosdejó tres importantes hitos que muestran claramente un tipo de narración de estilo oral.