Topónimos

OBISPADO DE PAMPLONA

Sínodos y concilios. En la Alta Edad Media se celebraron sínodos con frecuencia, pero no consta ni la fecha ni la materia tratada en ellos. Los concilios de Leire de 1007 y 1023 son tenidos por apócrifos. En 1216 Guillermo de Santonge, mediante una constitución sinodal, la primera que se conoce, lanzó la excomunión contra los usurpadores de bienes de los monasterios. Un par de años después excomulgó a Sancho el Fuerte en pleno sínodo por la libertad de la Iglesia. Hacia 1230 el arz. de Tarragona celebró sínodo en Pamplona en sede vacante y denunció como excomulgados a los que acumulaban varias parroquias. El sínodo del obispo Miguel Périz de Legaria (1301) se ocupó preferentemente del culto divino. Amalt de Puyana trató de levantar el nivel moral del clero y del pueblo por medio de dos sínodos (1313 y 1315). Arnalt de Barbazán congregó al clero seis veces: la primera en 1325 para solicitar un subsidio caritativo en favor de Juan XXII en lucha con Luis de Baviera. Las restantes (años 1330, 1341, 1346, 1349 y 1354) para inculcar la observancia de la disciplina eclesiástica, elevar el nivel cultural, poner orden en la administración de justicia, realzar el culto divino y establecer la uniformidad litúrgica. En el último sínodo publicó un compendio de Teología en lengua vulgar para uso de los párrocos, base de la formación de un gran sector del clero hasta bien entrado el s. XVI. En 1357 y 1360 se congregó el clero bajo la dirección del obispo Miguel Sánchiz de Asiáin para estudiar, entre otras cosas, el verdadero valor de todos los beneficios eclesiásticos. Bernart de Folcaut convocó una asamblea diocesana en 1373 a fin de tranquilizar a los párrocos que temían por sus espolios o bienes muebles después de su muerte. El sínodo de 1388, presidido por Martín de Zalba, promulgó normas acerca del día y forma en que debían celebrarse las fiestas de los santos que coincidiesen con la festividad del vicario Corpus y su octava. Juan de Micaelibus, vicario general del card. Bessarión, concibió el sínodo como un medio de restablecer la unidad de la diócesis, rota por un cisma interno (1459). El sínodo de 1466, reunido por Nicolás de Echávarri, dio un decreto en favor de los Estudios de Gramática de Pamplona y Sangüesa. Alfonso Carrillo recurrió a la cooperación de los procuradores del clero para reformar los abusos introducidos durante la larga vacancia del Obispado. En este sínodo, celebrado en Estella en 1477, tomó parte Lope de Aldaola, arcipreste de Guipúzcoa, con otros clérigos procuradores de los corriedos de la Provincia. Es la primera vez que se constata la presencia de Guipúzcoa en sínodos diocesanos. El sínodo de 1499 encomendó a Fernando de Baquedano la misión de recopilar las constituciones sinodales que entonces se conservaban, tarea que llevó a cabo con singular maestría. Algunos decretos de este sínodo sólo se promulgaron en Guipúzcoa y otros sólo en Navarra. En tiempos del cardenal Cesarini, el sínodo de 1524 redujo el excesivo número de fiestas de precepto. Pero más importante que éste y que el de 1528, fue el sínodo de 1531, que dotó a la diócesis de un nuevo cuerpo de leyes destinado a la reforma del clero. A él acudió un procurador por el arciprestazgo de Guipúzcoa y otro por el de Fuenterrabía. En él se estableció el puesto que debían ocupar los procuradores, lo que no impidió las cuestiones de preferencia en los sínodos siguientes, 1544, 1551, 1562 y 1566, sobre todo entre los guipuzcoanos y los vicarios de las parroquias de Pamplona. El sínodo de 1566, destinado a aplicar los decretos tridentinos en la diócesis de Pamplona, tuvo que ser suspendido. Cuando Pedro de la Fuente lo reunió de nuevo, se repitió una vez más la batalla de los asientos. En este sínodo de 1577 se determinó un nuevo orden que debía observarse en la procesión y en los actos sinodales, pero resultó tan ineficaz como el anterior. Se conservan los postulados presentados por los arciprestazgos de Fuenterrabía y Guipúzcoa. Suspendido nuevamente, fue al fin terminado en 1590 por Bernardo de Rojas y Sandoval. Las disputas por cuestiones de protocolo no impidieron el normal desarrollo del sínodo, el más importante de los celebrados hasta el s. XX. No constan los nombres de los guipuzcoanos que en 1633 concurrieron al abortado sínodo de Puente la Reina. El sínodo inmediato se reunió en Pamplona en 1958 bajo la presidencia del arz. Enrique Delgado Gómez. Guipúzcoa se había descolgado de la diócesis de Pamplona hacía ya casi un siglo. El sínodo se esforzó por adaptar la legislación diocesana a las necesidades del momento. Pero pocos años después la situación se modificó radicalmente. El último sínodo, llamado Sínodo Pastoral de la Iglesia de Navarra, lo pone de manifiesto. En su preparación y desarrollo intervenieron por primera vez los seglares (1987-1990).