Léxico

NAVEGANTE

Marinos vascos contemporáneos. El empleo de máquinas de vapor como medio de propulsión, la construcción de buques con casco de hierro, la aparición del acorazado y del submarino en la segunda mitad del s. XIX son hitos que marcan el inicio de una nueva era en la historia marítima. Exponentes de estas transformaciones son las carreras profesionales de marinos vascos como Eduardo Iriondo, ingeniero naval de Pamplona, que hizo la campaña del Pacífico ( 1865-66) embarcado en la fragata acorazada Numancia y dio con ella la vuelta al mundo, la primera vez que lo hacía un buque acorazado. Otro marino de esta nueva generación fue Alejandro Churruca, natural de Motrico, que navegó por Europa, Asia y América en diversos buques de la Armada, mandó la fragata acorazada Vitoria durante la rebelión cantonal (1873-74), fue director técnico de los Astilleros del Nervión y obtuvo el almirantazgo. Pero sin duda quien alcanzó mayor relieve entre los marinos vascos contemporáneos fue el almirante Jean-Bernard Jaureguiberry, nacido en Bayona, y con una extensa carrera profesional. Se distinguió en las campañas de Crimea y China y fue gobernador de Senegal (1861). Mandó una división naval que participó en el bloqueo de las costas alemanas durante la guerra franco prusiana (1870-71) y después combatió en tierra al frente de una división y luego de un cuerpo de ejército. Fue elegido diputado por los Bajos-Pirineos y senador, y fue ministro de Marina en dos ocasiones (1879-83). En contraste con esta carrera profesional, la vida de un humilde pescador ha dejado también un recuerdo imborrable en el corazón de todos los marinos vascos por su generosidad y abnegación. Es José M.ª Zubia, de Zumaya, conocido como «Aita Mari», quien en varias ocasiones arriesgó su vida en el salvamento de náufragos y falleció precisamente realizando esa labor durante una galerna en San Sebastián (1866). En los últimos años del s. XIX y el primer tercio del s. XX, el auge de la construcción naval en Vizcaya y la creación de numerosas empresas navieras atrajo a muchos vascos a los oficios del mar. El período de máxima expansión coincidió con la Primera Guerra Mundial, en la que las principales navieras vascas operaron al servicio de los aliados para transportar suministros, destacando entre todas la Naviera Sota. Muchos marinos vascos pagaron esta colaboración con su vida. Otros más murieron durante el conflicto sirviendo en la Marina francesa. Al estallar la Guerra Civil Española un nutrido grupo de oficiales vascos de la Marina mercante ingresó en la Armada republicana para cubrir la escasez de mandos profesionales. Varios de ellos mandaron buques de combate y tuvieron una actuación destacada, como los guipuzcoanos Esteban Hernandorena y Fidel Emparanza; los vizcaínos Pedro Marcos Bilbao, Rafael Inda y Rafael Menchaca; el navarro Eugenio Montilla,... Entre los oficiales de la Armada, el más conocido fue el tolosarra Juan Antonio Castro que al mando de los destructores Ciscar y J. L. Díez sostuvo varios encuentros con la flota franquista. Otro grupo de oficiales mercantes sirvió en la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (v.) creada por el Gobierno Vasco y organizada por el capitán bilbaíno Joaquín de Egia. Varios de ellos se hicieron famosos mandando los populares «bous artillados» como Manuel Galdós, de Donostia; Enrique Moreno, pasaitarra de adopción, o el bermeano Alejo Bilbao. También destacó un contrabandista santurzano, Lezo de Urreztieta, que introdujo en Bilbao y Santander numerosos cargamentos de armas y víveres burlando el bloqueo franquista. En el bando rebelde hubo pocos oficiales de origen vasco, entre ellos cabe mencionar a Manuel Calderón, de Deba, que sirvió como oficial en el crucero Canarias durante el combate de Matxitxako (v.) y fue luego ayudante personal del propio Franco, consiguiendo, por su intercesión, salvar la vida a muchos marinos vascos apresados por los rebeldes. Fue luego comandante de Marina de San Sebastián y alcanzó el almirantazgo. Acabada la guerra civil, empezó para muchos el exilio y una nueva guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, vascos del N. y del S. combatieron juntos, por primera vez en siglo y medio, en el mismo bando. Así, en las Fuerzas Navales Francesas Libres, junto a los ipartarras Marcel Hiribarren que alcanzó luego el almirantazgo-, Ibarlucia, Leremboure,... sirvieron vascos del sur como Juan Antonio Castro, Angel Agirretxe, Antonio Gamarra,... Otros sirvieron en el tráfico mercante aliado, como Manuel Galdós, o en tierras soviéticas como Rafael Menchaca, Eugenio Montilla, Manuel Azkune, etc. Por último, habría que mencionar también a un destacado marino bayonés, Antoine Sala, que se hizo muy popular al frente de una división de cruceros ligeros franceses por sus arriesgadas incursiones contra la navegación alemana en el Egeo y en el Adriático (1944). Alcanzó el almirantazgo y llegó a mandar la flota francesa del Mediterráneo en los años 50.