Léxico

NAVEGANTE

Las Guerras Napoleónicas y el final de la vela. En este período, a caballo de los s. XVIII y XIX, alcanzará renombre por sus merecimientos un considerable número de marinos vascos. La mayoría ya se habían distinguido en conflictos anteriores con los ingleses como Goycoechea, Mazarredo, Alava, D'Albarade o Salazar, mientras otros lo hacían en diversas expediciones científicas por el continente americano como Churruca y Gardoqui. El donostiarra José Lorenzo de Goycoechea tomó parte muy activa en la guerra de la Convención (1793-95), donde también estuvieron presentes el portugalujo José Justo Salcedo, el vitoriano Juan Domingo Desdobles y otros. José de Mazartedo, bilbaíno, fue uno de los más ilustres marinos de su época. Desde un principio destacó por su dedicación al estudio y sus dotes de observación que plasmó en numerosos trabajos sobre navegación, táctica y maniobra, construcción naval, etc. Autor también de las Ordenanzas Generales de la Armada. Se distinguió igualmente en combate al mando de la escuadra que defendió Cádiz contra los ingleses (1797-98). Después de la invasión napoleónica aceptó el puesto de ministro de Marina con el rey José Bonaparte lo que le valió una cierta postergación en la historia oficial. Otro marino que sirvió en el bando bonapartista fue Salcedo, Ignacio M.ª de Alava, de Vitoria; Cosme Damián Churruca, de Motrico, y José de Gardoqui, de Bilbao, son algunos de los marinos vascos cuyos nombres van íntimamente ligados a la última gran batalla naval entre buques de vela, Trafalgar (1805). El teniente general Alava, veterano de anteriores campañas contra ingleses, turcos y convencionales, era entonces segundo comandante de la escuadra española y arbolaba su insignia en el navío Santa Ana, mandado por José de Gardoqui. Ambos resultarían heridos en el combate. El brigadier Churruca, ilustre científico, autor de numerosos trabajos sobre astronomía, hidrografía, etc., mandaba el navío San Juan Nepomuceno que, atacado por 6 navíos ingleses, sólo pudo ser apresado después de morir Churruca. Destacaron también otros oficiales vascos como Tomás de Ayalde, de Usúrbil, ascendido a brigadier por su actuación en el encuentro; Ignacio de Olaeta, de Guernica; los guipuzcoanos Francisco Moyua y Ramón Echagüe; el vizcaíno Antonio Castaños... Después de Trafalgar, Alava se hizo cargo de los restos de la escuadra española. AL estallar la guerra contra Napoleón (1808) dirigió las operaciones navales desde Cádiz y mandó sucesivamente el apostadero de La Habana y el departamento de Cádiz. Fue nombrado finalmente ministro del Consejo Supremo del Almirantazgo y capitán general de la Armada. En el lado francés muchos vascos de Laburdi tuvieron también un papel reseñable en este período, como el bayonés Jacques Bergeret que tomó parte activa en las operaciones contra la flota inglesa (1792-1809), alcanzó el almirantazgo y fue senador; como Bernard Dubordieu, también de Bayona, que al mando de una división naval murió en el Adriático combatiendo contra los ingleses (1811), o como los corsarios Etienne Pellot de Montvieux o Pierre Laffitte. Durante estos años se hizo frecuente ver a marinos vascos ocupando puestos políticos y diplomáticos en los estados español y francés como el labortano D'Albarade, ministro de Marina (1792); el vitoriano Luis M.ª Salazar, ministro de Marina, de Hacienda y de Estado en varias ocasiones ( 1807-32); Miguel Ricardo de Alava, también de Vitoria, presidente de las Cortes y del Gobierno (1822); Juan de Javat, de Ochagavía, ministro plenipotenciario en Constantinopla y Londres y secretario de Estado ( 1820-23); Francisco de Paula Escudero, de Corella, ministro de Marina (1820-22), a quien sucedió otro vasco, Jacinto de Romarate, de Sodupe. Romarate había pasado los años de las guerras napoleónicas al frente de las fuerzas navales en el Río de La Plata combatiendo primero contra los ingleses (1806-07) y luego contra los patriotas argentinos (1810-14). Los últimos años de su vida fue comandante de Marina de Bilbao y mandó la división naval que operó contra los carlistas en el Cantábrico ( 1834), alcanzando finalmente el almirantazgo. Otro vasco que alcanzó el almirantazgo fue Pedro Micheo Indacoechea, de Saldías, después de combatir contra los franceses en Cádiz y Cataluña (1808-09), contra los patriotas mexicanos (1810-14) y contra los carlistas en el Mediterráneo (1838-40).