Concepto

Minería. Hospedaje

Además de los barracones, más tarde llamados albergues, los mineros dedicados básicamente al arranque y transporte de mineral, ocupaban viviendas construidas por las empresas, conocidas como "casas de peones", por las que pagaban un alquiler y que tenían que abandonar "en un plazo máximo de tres días" en caso de dejar su trabajo en la compañía. También era habitual que los trabajadores se hospedaran en posadas, viviendas en las que moraba uno y, en ocasiones, dos matrimonios y que se habilitaban para que pudieran residir más personas. Al desaparecer los albergues aumentó su importancia, aunque en general, sus problemas higiénicos fueron frecuentes.

Mercedes Arroyo (1928), que había colaborado con su hermana Mª Angeles en el albergue de Orconera, regentó, durante los años cincuenta, una posada donde residían 7 ó 8 mineros, que eran conocidos como "posaderos".

Los huéspedes desayunaban, comían y cenaban en la posada. Los alimentos que cada uno elegía y que Mercedes Arroyo compraba por cuenta de ellos y preparaba en siete u ocho pucheros "en una chapa de carbón", cobrándoles "el coste". Lo habitual era, huevos fritos con patatas o "lo que ellos trajeran". Dormían en una habitación de tres camas y en otra contigua en literas, "que ensuciaban mucho por la clase de trabajo que hacían".

Aunque Mercedes no recuerda haber tenido problemas, eran frecuentes las comparaciones de los "posaderos" sobre la calidad de los servicios que recibían en las distintas posadas dando lugar a diferencias y litigios. Los mineros de peor comportamiento, por sus costumbres o retrasos en los pagos, solían tener problemas para encontrar alojamiento.

En los años cincuenta las posadas cobraban en torno a las 25 pesetas semanales por los servicios que prestaban, que incluían el lavado, planchado y arreglo de la ropa de trabajo, que había que llevar a cabo el fin de semana ya que debía estar disponible el lunes a primera hora, pues no tenían repuesto.