Concepto

Minería. Hospedaje

Los barracones eran de madera y de capacidad variable, generalmente en torno a cincuenta personas, y tenían indudables ventajas para las empresas mineras, al facilitar alojamiento y manutención a los trabajadores cerca de las explotaciones, a menudo alejadas de los centros urbanos y además de una cierta eventualidad, por el posible agotamiento de los filones, en cuyo caso podían desmontarse y trasladarlos al lugar que consideraban más conveniente. Al imponer la estancia obligatoria de los mineros, bajo multa de medio real diario a principios del siglo XX, en caso de residir en otro lugar, se aseguraba su presencia cercana.

Los mineros se preparaban su comida juntándose en grupos y dormían en camastros colocados sobre una tarima y separados por tablas. A principios del siglo XX pagaban 0,25 pesetas diarias por la estancia y no podían abandonar los barracones después de las nueve de la noche. Desde el punto de vista higiénico, su situación era lamentable, incluso para la época.

La situación de los barracones fue mejorando con el transcurso de los años, dejando de ser obligatoria la estancia de los mineros. La intervención del General Loma, con motivo de la huelga de 1890, contribuyó de forma importante a esta positiva evolución, aunque no llegaron a prohibirse, como al parecer quiso imponer.

Estas singulares instalaciones, fruto de la situación socio-política de la época, se administraban por empleados de las compañías mineras, aplicando, generalmente, criterios inflexibles. Hay que recordar que albergaban hombres, en su gran mayoría jóvenes, con larguísimas jornadas laborables (doce horas hasta 1890 y diez y media posteriormente, que no siempre se cumplían) que se llevaban a cabo en muy duras condiciones con retribuciones muy precarias.