Léxico

MICOLOGÍA

Las setas y el ser humano. Desde la más remota antigüedad, las setas han intrigado siempre a los hombres. Unas veces por la misteriosa manera de aparecer, otras veces por sus extrañas formas o colores, otras por el temor de posibles envenenamientos y finalmente porque a pesar de todo ello, los hombres las han utilizado como alimento natural y a veces también con fines medicinales, en la curación de ciertas enfermedades. En la antigüedad, algunos pueblos eran grandes consumidores de setas, los llamados micófagos, mientras que otros tenían una gran aversión u horror hacia ellas, los micófobos. Sobre este tema, los mico-etnólogos Paulovva Wasson y R. Gordon Wasson, en una de sus obras titulada «Mushrooms, Russia and History», hacen un estudio y sacan la conclusión de que los pueblos del Este de Europa eran micófagos, porque en aquellos tiempos frecuentemente eran invadidos por gentes armadas que venían de Asia, y para defenderse no tenían otro remedio que refugiarse en los grandes bosques existentes en aquella época, en donde no tenían otros alimentos que la caza, los frutos silvestres, las raíces u hojas de plantas comestibles, así como las setas en cantidades considerables. Asimismo las gentes de la Provenza (Sur de Francia) y Cataluña eran grandes consumidores de setas, mientras que los pueblos donde habitaban los frisios y celtas, es decir el Norte de Europa y Costas Atlánticas (Inglaterra, Norte y Oeste de Francia), eran considerados como micófobos, incluyendo entre éstos a toda la Península Ibérica, exceptuando a Cataluña y al País Vasco. Uno de los indicios para detectar si un país es micófago es observar si su lenguaje es rico en nombres populares de setas. Así en Cataluña, los micólogos J. Codina y P. Font-Quer, lograron reunir a principios del siglo una lista de 220 nombres vernáculos de setas, todas ellas genuinas y con el nombre de las localidades donde fueron recogidas. En Euskal-Herria, el vergarés Telesforo de Aranzadi escribe .en el año 1897 el libro «Euskalerriko Perrechichuak-Setas del País Vasco» en donde se recopilan un total de unos 80 nombres vernáculos, con 23 especies diferentes, algunos de ellos recogidos anteriormente por J. M.ª Lacoizqueta y E. Furundarena. Según Wasson, el vocabulario vasco de los hongos es razonablemente rico, pero en su mayor parte consta de voces prestadas, como si los vascos hubieran sido micófobos en otros tiempos.