Concepto

Metalurgia

A lo largo de la Edad del Hierro, las técnicas metalúrgicas que venían empleándose durante la Edad del Bronce se desarrollararán con mayor fuerza, alcanzando la metalurgia del bronce una importancia capital, y fabricándose en este material gran cantidad de objetos de adorno (anillos, pulseras, botones, fíbulas, etc.) así como armas y herramientas diversas. Sin embargo, y pese a los hallazgos a que luego haremos referencia, A. M. Rauret (1976) piensa que a partir de algún momento inicial del Bronce Final en que se intensifica la importancia e influencia de unos grupos de gentes que penetran a través de las vías occidental y central de los Pirineos se desarrollará una metalurgia del bronce en un área que no obstante no estaba preparada para ello, debido a la no existencia de posibilidades metalúrgicas, por lo que estos pueblos deberían mantenerse, bien a base de la amortización de piezas viejas o bien a través de unas relaciones comerciales, que les permitieran disponer de tortas de fundición o lingotes, procedentes de áreas metalúrgicas más ricas, o bien explotando yacimientos metalúrgicos de escasas posibilidades.

Con todo, esta metalurgia del bronce continuará desarrollándose tras las nuevas influencias ultrapirenaicas, aunque en este momento ya se utilizarán algunos objetos fabricados en hierro. A pesar de ello no tenemos pruebas directas del trabajo de este metal para la cuenca del Ebro hasta mediados del S. VIII a. de C. Por otra parte, la autora anteriormente citada se plantea si el conocimiento del hierro no sería una reciente adquisición de los pueblos ultrapirenaicos a su paso por el Midi francés, en donde habrían entrado en contacto con los etruscos, con lo que la economía del hierro respondería más bien a un factor comercial mediterráneo directo que a una tradición propia de los pueblos indoeuropeos. Con respecto a la aparición del hierro en Euskal Herria, y en lo que a Araba se refiere, P. Caprile (1986) afirma que sería en el yacimiento de Peñas de Oro (Valle de Zuya), en el nivel IIa de Escotilla II, el primer lugar en que se podría constatar, asignándosele una cronología del S. VI a. de C., y dándose el S. V. a. de C. o posterior como fecha inicial en otros poblados tales como La Hoya (Laguardia) en su nivel A, Castillo de Henaio (Alegia de Araba) el IIb, y Berbeia (Barrio) en los III/II.

Este metal sin embargo en ningún caso sustituiría al bronce, y se utilizaría básicamente para la fabricación de armas y útiles de trabajo, aunque en ocasiones se elaborasen en hierro algunos objetos de adorno, pero ya en períodos más recientes. En Nafarroa, en el yacimiento del Cerro de la Cruz (Kortes), J. Maluquer de Motes (1958) se refiere a que la utilización del hierro quedaría documentada en niveles inferiores. Pero sería sin embargo la explotación de los yacimientos de hierro del Moncayo lo que a juicio de este investigador marcaría un paso decisivo en el desarrollo de estas comunidades de la cuenca media del Ebro, estimulando la formación de la cultura celtibérica. Acerca de la utilización en esta época de otros metales tales como el oro o la plata, tenemos numerosos testimonios fuera de nuestro territorio; sin embargo, apenas contamos en Euskal Herria con hallazgos de este tipo. Los cuencos del Axtroki, descubiertos en 1972 en Eskoriatza (Gipuzkoa) son un ejemplo destacado. El hallazgo está formado por dos vasijas de oro pertenecientes a la I Edad del Hierro, contando hoy con su análisis metalográfico correspondiente, publicado por I. Barandiarán (1975). Recogemos aquí los resultados obtenidos por el doctor Axel Hartmann (Stuttgart):

N.º del análisiscuencoláminaAg.Cu.Sn.
4.537menor1120,370,11
4.538mayor2120,380,11

Otros objetos destacables son el anillo hallado en Peñas de Oro (en oro), las pulseras de Solacueva de Lakozmonte (en oro, plata y aleación de plata) así como la lanza del Castro de Karasta (con damasquinados en plata). Sobre las técnicas de fabricación utilizadas para la elaboración de los diferentes objetos, P. Caprile (1986) cree que debió ser la fundición el método empleado, grabándose las posibles decoraciones bien en frío o en caliente, y practicándose un martillado en caliente en ocasiones, por ejemplo para eliminar la rebaba que quedara en la zona de unión de las dos valvas del molde, ya que el método empleado sería el de los moldes univalvos o bivalvos de piedra, o bien el sistema de la cera perdida. Este último método parece que se empleó en época avanzada de la metalurgia del bronce, aplicándose en un principio para fundir piezas macizas y posteriormente huecas.

Pese a la escasez de datos sobre actividades metalúrgicas para la Edad del Hierro en Euskal Herria, la existencia en algunos casos de abundantes objetos metálicos, así como de restos de chatarra hace pensar que en algunos de los asentamientos hoy conocidos se desarrollaron importantes trabajos metálicos. A continuación nos referiremos a algunos de estos restos localizados en los diferentes yacimientos del país.

Son numerosos los materiales hallados fabricados en metal, principalmente en bronce y en hierro (con anterioridad ya hemos hecho mención de los elaborados en oro y plata). Pero sería interminable enumerar en estas páginas los objetos de adorno conocidos tales como alfileres, anillos, botones, broches de cinturón, cadenas, colgantes, cuentas de collar, fíbulas, hebillas, pendientes, pulseras, torques, etc., así como los instrumentos de trabajo como cuchillos, navajas, berbiquíes, arados, podaderas, etc., y que se reparten por gran número de yacimientos tales como La Hoya, Henaio, Peñas de Oro, Cerro de la Cruz, La Custodia, La Atalaya o La Torraza, ete. No obstante, en algunos de estos puntos, pese a la importancia de los hallazgos, los restos metálicos son escasos. Tal es el caso del cerro de la Cruz (Kortes) que en opinión de J. Maluquer de Motes (1958) hubiera hecho pensar en la falta de una actividad metalúrgica en este poblado de no ser por el hallazgo de moldes de fundición durante los trabajos de excavación, si bien apunta la posibilidad de que nos encontrásemos no ante una actividad familiar sino ante la existencia de un poblado de metalúrgicos especializados, pudiendo en este caso estar concentrada la mayor parte de la actividad en alguna zona del enclave.

La mayor parte están fabricados en piedra arenisca, y son básicos para el conocimiento de las actividades metalúrgicas. A. M. Rauret (1976) recoge hasta un total de 15, habiéndose descubierto recientemente nuevos ejemplares. Recogemos a continuación algunos de ellos: fragmento de molde en arenisca para la fundición de piezas por sus dos caras; en la primera cuatro agujas con disco y en la segunda un hacha de tipo plano. (Kortes, Nafarroa); molde para fundir hachas planas con filo abierto en abanico (Huici, Nafarroa); molde bivalvo en arenisca para placas circulares (Kortes, Nafarroa); fragmento de molde en arenisca para la fundición de discos (Kortes, Nafarroa); fragmento en arenisca para la fundición de aro o anilla (Kortes, Nafarroa); fragmento de molde en arenisca para la fundición de aros o tipo de placa con reborde (Kortes, Nafarroa); molde de arenisca para cinco agujas o varillas de sección cuadrangular (Kortes, Nafarroa); fragmento de molde en arenisca para dos agujas o varillas (Kortes, Nafarroa); molde bivalvo en arenisca para la fundición de tres agujas o varillas (Kortes); fragmento de molde en arenisca para fundir en las dos caras; en la primera dos agujas o varillas y otras dos en la segunda (Kortes, Nafarroa); molde en arenisca para fundir cuatro varillas de sección cuadrangular (La Hoya, Araba); fragmento de molde en arenisca para dos agujas o varillas (Kutzemendi, Araba); fragmento de molde en arenisca para fundir agujas o varillas (Peñas de Oro, Araba); fragmento de molde en arenisca para aguja con un extremo en punta roma y apéndices laterales (Kortes, Nafarroa); dos fragmentos de molde en arenisca (Kortes, Nafarroa). En los últimos trabajos en curso del yacimiento de La Hoya (Laguardia) se han recogido nuevos moldes inéditos en la actualidad. De la campaña realizada en 1983 en el Cerro de la Cruz (Kortes) por J. Maluquer de Motes se publican nuevos hallazgos de moldes para fundir una punta de flecha, un hacha, un cincel, una espátula, otra hacha o cincel, así como restos de moldes muy deteriorados. En la campaña de 1986 se recogió otro fragmento de molde.

Son muy escasos los yacimientos que han proporcionado estos elementos destinados a la fundición de los metales. Nos referiremos aquí a los del Cerro de la Cruz (Kortes) y Peñas de Oro (Vitoriano), como exponentes más claros de estos hallazgos. J. Maluquer de Motes (1958) describe el hallazgo en el Cerro de la Cruz junto a la casa B57 del poblado PIIb como metalúrgico. A una profundidad de 0.80 m. y con un piso muy destrozado aparecía delimitado en un área ovalada señalada por un bordillo de paja amasada con barro del mismo que se empleaba en la fabricación de recipientes. El bordillo presentaba cinco salientes con una perforación vertical apoyándose sobre otro pavimento algo más firme, dando la impresión de haber soportado aquéllos una superestructura de madera. En el interior del óvalo que marcaba el piso se encontraron ocho gruesos crecientes de barro con los extremos perforados del mismo modo que los salientes del reborde del horno, y de sección plano convexa. Entre estos crecientes de barro se hallaron dos fragmentos de tortas de fundición de bronce que según el excavador se habrían hundido desde el piso superior, creyendo que los crecientes de barro servirían para formar una cámara de aire entre los dos pisos.

Asimismo, según J. M. Ugartetxea, A. Llanos, J. Fariña y J. A. Agorreta (1969) recogen refiriéndose a la III campaña de excavación en el castro de Peñas de Oro (valle de Zuya), en su nivel C, dentro de la zona de Escotilla II se hallaron dos hornos que pudieron haber sido utilizados para refundir chatarra de bronce principalmente. Presentaban una forma elíptica y estaban formados por una superposición de arcillas y arenas de diferentes coloraciones. En contacto directo con estas capas, y casi en toda su superficie, se halló una ligera capa de carbón vegetal. De su interior se recogieron escasos materiales, si bien las cerámicas parecían haber estado sometidas a gran temperatura. La existencia de otras dos formaciones de arenas y arcillas de color amarillo y ocre rojizo con restos carbonosos, con planta elíptica y secciones en forma de casquete en Santa Marina hace pensar a sus excavadores que la abundancia metálica de este yacimiento reflejara una importante fuente económica para la vida de este lugar.

Se tiene noticia de restos de tortas de fundición en los yacimientos del Cerro de la Cruz (Kortes), Kutzemendi (Olarizu) y La Hoya (Laguardia). Con relación a los hallados en los dos primeros poblados, J. Maluquer de Motes (1958) aporta algunos datos de interés. Se recogieron dos fragmentos, uno de ellos de forma plano convexa y un peso de 982 gr. y que correspondería a una torta original de aproximadamente cinco kilogramos de peso y un diámetro de 180 mm. El segundo, con un peso de 855 gr., pertenecería a una torta de 1 .710 gr. y un diámetro de 110 mm. Los dos fragmentos hallados en Kutzemendi tienen un peso de 51 gr. y 465 gr. respectivamente, y este último pertenecería a una torta plano convexa de 140 mm. de diámetro y un peso total aproximado de 1.550 gr. El metal de los cuatro fragmentos era bronce, ya preparado para su utilización. Según el excavador el no hallazgo de mineral de cobre en las excavaciones hace suponer que el metal se importara en el poblado en forma de tortas ya preparadas y que los metalúrgicos locales fundían fabricando posteriormente en moldes sencillos pequeños objetos.

Respecto, y refiriéndose a la provincia de Araba, P. Caprile (1986) nos recuerda la inexistencia de yacimientos metalíferos muy importantes lo que daría lugar tal vez a reutilizaciones o fundiciones de piezas ya fuera de uso. Sin embargo sí son frecuentes los pequeños filones o vetas de cobre, hierro y plomo, algunas de ellas próximas a poblados de este período tales como los de Peñas de Oro (Vitoriano, Araba) y Castros de Lastra (Karanka, Araba), entre otros. Con anterioridad ya hemos mencionado la importancia que se ha dado a la explotación del hierro del Moncayo para la consolidación de los pueblos de la cuenca media del Ebro en estas épocas. El mundo romano nos dejará mayor número de testimonios de sus actividades metalúrgicas en nuestro territorio. Los restos que nos ofrece la arqueología, y especialmente el estudio de sus actividades mineras, aportarán importantes datos para su conocimiento. Se multiplicarán en este período los objetos fabricados en metal, desde los de adorno personal, hasta los de adorno de carros y caballerías, pasando por las armas de todo tipo, vasos, recipientes, monedas, etc. En Euskal Herria son numerosos los yacimientos de época romana excavados y por tanto los materiales proporcionados, principalmente en Araba y Nafarroa.

A continuación, a modo de ejemplo nos referiremos a los siguientes hallazgos: Iruña (Trespuentes, Araba): Se han localizado materiales metálicos tales como remaches, cuchillas para trabajos de ebanistería, goznes y llaves de puertas, anillos, placas de cinturón, puntas de flecha y de lanza, dardos, así como una hoz podadera, un hacha, una azada y una pala de panadero. Hay que destacar no obstante el escaso material destinado a la guerra aparecido hasta el momento. Pompaelo (Iruña, Nafarroa): pese a ser escasos los objetos de metal, y encontrarse muy deteriorados, se conocen en bronce fíbulas, anillos, broches de cinturón, remaches, asas, llaves, clavos, instrumentos de cirugía, una cucharilla y una balanza, así como algunos objetos de hierro y plomo. En Gipuzkoa, y del fondeadero de Asturiaga se conocen cuatro figuras de bronce en forma de apliques que representan a los dioses Minerva, Marte, Elios-Sol e Isis- Luna. Destacan asimismo el gran número de hallazgos monetales, bien aislados, bien en forma de tesorillos distribuidos desde la costa cantábrica hasta el Ebro y que nos aportarán datos, además de cronológicos, acerca de la economía de la Zona. Las más antiguas de estas monedas se fabricaban en plata o bronce, acuñándose en diversas cecas. Pero es la minería la que representa una de las actividades de mayor importancia en este período, y de ella tenemos testimonio a través de una serie de puntos de explotación en época romana dentro de Euskal Herria.

Así, en el término municipal de Oiartzun (Gipuzkoa), son conocidas las minas de Arditurri, ya descritas por J. C. Thalacker en 1804 y recientemente publicadas por M. Urteaga y Tx. Ugalde (1986). Si en 1804 se hacía mención a 46 galerías y 82 pozos, hoy solamente se conservan 9 galerías de época romana, con secciones predominantemente ovales, pulimento en las paredes, repisas para las lucernas y en alguna ocasión con rampa de acceso. Según afiman M. Urteaga y Tx. Ugalde en el trabajo citado, la época de esplendor de estas explotaciones sería en torno al s. I; manteniéndose hasta el s. II, y la extracción de galena argentífera centrarla el interés de estas minas en aquel período. Por otra parte, dentro del término municipal de Irún se conoce la galería de época romana Altamira III, con dos entradas diferentes y distintos niveles de explotación comunicados por escalones. Se han localizado hasta 52 huecos para lucernas. En ella se explotaría la galena argentífera. Ha sido publicada en 1986 por M. Urteaga y Tx. Ugalde. En Nafarroa, la explotación minera de Lanz en época romana ha quedado recogida por M. A. Mezquiriz (1973-1974) y recientemente por M. I. Tabar y M. Unzu (1987). Esta mina, Ayerdi IV, situada en el término municipal de Lanz, presenta una boca de 15 m. de anchura y 5 m. de altura máxima, continuando a partir de la misma una galería principal y otras intermedias, hasta alcanzar cuatro niveles de galerías con un desarrollo máximo de 197 m. Otras cavidades próximas, como Ayerdi I y III, presentan restos de trabajos mineros en esta misma época. Según se publica en 1987 la explotación tendría lugar durante los siglos I y II de J. C., y en algunas de estas minas se han recogido materiales utilizados para su explotación.

XPI