Concepto

Matxinadas

Cuando la casa Borbón llegó a España trató de establecer el mismo sistema uniformizador y centralizador existen en su natal Francia, lo que provocó ciertos cambios en la política llevada hasta la fecha por los Austrias. El tratado de Utrecht, firmado en 1713, tuvo consecuencias negativas para España, puesto que perdió sus posesiones en Italia y los Países Bajos. La primera mitad del siglo XVIII asistió al intento de España y los Borbones de recuperar dichos territorios, para lo cual era imprescindible acometer profundas reformas en el sistema hacendístico. Con ese fin, se trató de modificar el sistema aduanero imperante. El 31 de agosto de 1717 el rey ordenó el traslado de las aduanas a la costa y a las fronteras de Francia y Portugal. Esta medida tuvo una repercusión especial en las provincias vascas. Hasta entonces las aduanas que afectaban a dichos territorios habían permanecido en el interior, concretamente en Orduña, Balmaseda, Vitoria y Navarra. De esa forma, los productos importados desde el extranjero y los productos vascos exportados al exterior apenas pagaban impuestos -por ello durante el siglo XVIII se les denominaría "provincias exentas"-. Dichos productos pagaban impuestos cuando eran introducidos en Castilla, no antes. Por tanto, la exención de las provincias vascas daba la oportunidad de que los productos se pudiesen vender a precios tasados y dignos, protegiendo así la supervivencia de los consumidores y garantizando la paz social. Sin embargo, la Real Orden de 1717 ponía todo el sistema en entredicho.

De cualquier forma, dicha medida no tuvo igual repercusión en todos los territorios vascos, teniendo en cuenta que una de las aduanas estaba situada en Vitoria y que Álava era capaz de autoabastecerse con su propia producción, y que Bizkaia y Gipuzkoa dependían de las importaciones de cereal. La reforma tuvo dos consecuencias: perjudicó a los consumidores y dificultó la actividad del contrabando, una actividad esencial para dichos territorios y que jamás podrá ser valorada en su justa medida. Al mismo tiempo, la Real Orden supuso un contrafuero, poniendo por tanto en peligro un sistema político que siglo a siglo había sido protegido. A consecuencia de la mencionada decisión, en marzo de 1718, una vez verificado el traslado de aduanas, estalló la machinada en Bizkaia. El movimiento se extendió rápidamente por el interior de los territorios vascos, si bien los acontecimientos más graves se produjeron en Bizkaia y en el occidente guipuzcoano: el entorno de Bilbao, Gernika, Bergara, Mondragón, Mutriku, Deba, Elgoibar, Eibar, Placencia de las Armas, Elgeta, Aretxabaleta, Eskoriatza, Salinas de Léniz y Oñati. Por contra en el interior la machinada no tuvo mucha fuerza. En agosto de 1718 un recaudador de impuestos fue asesinado en Bilbao, y en Bermeo y Algorta las embarcaciones de los aduaneros fueron quemadas. Paulatinamente la situación se fue enrareciendo: los campesinos del entorno de Bilbao entraron en la villa en busca del corregidor a fin de neutralizar las medidas aplicadas. Pero el corregidor se negó a tomar tal compromiso. Las casas de los poderosos y jauntxos del Señorío, las villas y Bilbao fueron atacadas y destruídas y algunos de ellos asesinados: Enrique de Arana, Martín Antonio de Escoiquiz, alcalde de Bilbao, y Juan Gregorio Esterripa o el Marqués de Rocaverde. Los habitantes de Bilbao finalmente decidieron tomar las armas para protegerse de los campesinos. El movimiento pronto se extendió por todo el Señorío, Somorrostro, Portugalete y Bermeo, donde tres jauntxos fueron asesinados. En poco tiempo se extendió hacia Gipuzkoa, por el valle del Deba, donde muchos jauntxos y caballeros y sus pertenencias fueron atacadas. Así las cosas y visto lo que había ocurrido en Bizkaia, los poderosos crearon una fuerza armada creada por 400 hombres que garantizaran su seguridad. Visto cómo se estaban desarrollando los acontecimientos, en septiembre las Juntas Extraordinarias de Gipuzkoa se reunieron en Tolosa para solicitar al rey que volviese a situar las aduanas en su antigua forma. El rey suspendió su decreto y respondió enviando una fuerza armada formada por 3.000 soldados al Señorío. Para enero de 1719 la machinada había llegado a su fin.

Fue entonces cuando se inició el distanciamiento entre los diferentes grupos de la sociedad vasca y surgieron diferentes interpretaciones en torno a los fueros. Aunque el traslado de las aduanas perjudicaba a campesinos y consumidores, los comerciantes y jauntxos estaban a favor, puesto que con los excedentes de los productos extranjeros importados y de los productos agrícolas de la tierra -que obtenían a través del cobro del diezmo, rentas y derechos- podían especular y obtener mayores beneficios.

A consecuencia de la represión de la machinada, 32 personas fueron condenadas a muerte, 31 en Bizkaia y tan sólo una en Gipuzkoa, y se decretaron condenas a cárcel, multas y secuestros de bienes. De todas formas, los amotinados consiguieron su principal objetivo: el 16 de diciembre de 1722 las aduanas retornaron al interior. Además, el 22 de diciembre de 1726 el rey indultó a los amotinados. A pesar de no existir vencedores ni vencidos, las heridas quedaron abiertas, como se pondría de relieve en las siguientes ocasiones.