Léxico

MARINA

Las operaciones en Vizcaya (1936-37). La inoperancia de las unidades navales republicanas decidió al Gobierno Vasco, constituido en octubre de 1936, a crear su propia Marina de Guerra. Nació así la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi con la misión de asegurar el ejercicio de la pesca y el tráfico mercante en aguas territoriales y mantener libres de minas submarinas los accesos a los puertos vascos. Se encargó de su organización Joaquín de Egia y Untzueta, quien formó un grupo de barcos pesqueros artillados conocidos popularmente como «los bous» y una flotilla de dragaminas. Los bous fueron bautizados con los nombres de Araba, Bizkaya, Gipuzkoa, Nabara, Donostia, Goizeko-Izarra, Iparreko-Izarra, Gazteiz e Iruña; estos dos últimos no llegaron a estar armados. La flotilla de dragaminas llegó a tener hasta 24 dragaminas a finales de mayo, denominados D-1 a D-24, a los que auxiliaron 6 lanchas numeradas L-1 a L-6 y varias canoas automóviles (v. MARINA DE GUERRA AUXILIAR DE EUZKADI). El peso de la campaña naval en Vizcaya recayó principalmente sobre estos buques. Combatieron con el Velasco (15-11-36 y 8-1- 37), detuvieron a los mercantes alemanes Pluto (20-12-36) y Palos (23-12-36), barrieron las minas sembradas frente a Bilbao, escoltaron a los buques mercantes que se dirigían a los puertos de la ría y llegaron a enfrentarse con el crucero Canarias cuando éste interceptó un convoy al que daban escolta (5-3-37). Este encuentro, conocido como combate de cabo Matxitxako acabó con el sacrificio heroico del bou Nabará (r doble) y la captura del mercante Galdames por el Canarias (v. MATXITXAKO). Los buques republicanos, en cambio, permanecieron frecuentemente en puerto con constantes reparaciones. El comandante del submarino C-5 llegó a hundir su barco con toda la tripulación cuando intentaba pasarse al enemigo (30-12-36). Al comenzar la ofensiva de Vizcaya en la primavera de 1937, el Gobiemo franquista decidió formalizar el bloqueo de Bilbao. Gran Bretaña y Francia no lo reconocieron y enviaron buques de guerra a la zona para impedir la detención de sus mercantes, con lo que se redujo considerablemente la eficacia del bloqueo. El crucero Cervera y otros barcos menores apoyaron la ofensiva de las tropas de Mola con bombardeos de la costa vizcaína (8/11- 4-37). En abril y mayo llegaron a Bilbao el destructor Císcar y los submarinos C-4 y C-6 para reforzar a las Fuerzas Navales del Cantábrico, al tiempo que los franquistas minaron de nuevo el Abra bilbaína (29-4 y 1-5-37). La pérdida del acorazado España, hundido al chocar con una mina propia cerca de Santander (30-4-37) no redujo la actividad de los buques rebeldes. El mismo día, tropas italianas entraron en Bermeo. Aquí se produjo una de las pocas operaciones conjuntas entre la Marina vasca y la republicana cuando el Císcar y los bous vascos Gipuzkoa y Bizkaya bombardearon la localidad para apoyar un contrataque de los gudaris por tierra (1-5-37). El 6 de mayo se inició la evacuación por mar de la población civil. Desde esa fecha hasta el 15 de junio, decenas de miles de refugiados, muchos de ellos niños, fueron evacuados a Francia, Inglaterra, la Unión Soviética y otros países bajo la protección de buques ingleses y franceses. La inoperancia de los barcos republicanos hizo que el Gobierno Vasco, a petición del jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico, se apoderara de los destructores Císcar y José Luis Díez (31-5-37). Sus tripulaciones fueron sustituidas por personal de la Marina de Guerra de Euskadi y, a los pocos días, volvieron a estar activos realizando misiones de escolta y sosteniendo un encuentro sin consecuencias con el Cervera (10-6-37). Al acercarse los rebeldes a la capital vizcaína después de romper el «Cinturón de Hierro» que la defendía, todos los buques en disposición de navegar abandonaron el puerto. El Císcar, José Luis Díez y muchos mercantes y pesqueros marcharon a Francia, los barcos de la Marina Auxiliar de Euzkadi, los submarinos, el Torpedero 3 y un buen número de barcos pesqueros se refugiaron en puertos cántabros. Bilbao cayó el 19 de junio. En la ría quedaron hundidos o abandonados algunos mercantes y pesqueros y también los bous Araba e Iruña.