Concepto

Literatura infantil y juvenil en euskara

A comienzos de la década de 1960 se produjeron una serie de acontecimientos que tuvieron gran influencia en el devenir de la Literatura Infantil y Juvenil vasca. Por una parte surge el movimiento de las ikastolas, centros educativos que imparten la enseñanza en euskara y que, a pesar no ser legales, son aceptados. Estos centros demandan materiales didácticos y de lectura en euskara, convirtiéndose en propulsores y consumidores de obras literarias.

Por otra parte, surge la figura de Marijane Minaberry, escritora natural de Banka (Nafarroa Behea) y que en su busca de lecturas que buscan el placer y el gusto por encima de otros objetivos, dio inicio a lo que propiamente sería la Literatura Infantil y Juvenil vasca.

El primer libro infantil de Marijane Minaberry es una breve publicación, Marigorri, versión de un conocido cuento y que se vio la luz en 1961; posteriormente, en 1963 con el libro de cuentos Itchulingo anderea... -La señora de Itchulin...-, y dos años más tarde con el poemario Xoria kantari -El pájaro cantor-, esta escritora dio los primeros pasos para la creación de una literatura que busca el placer y el entretenimiento; una producción cuyo objetivo principal es el literario, obras que frente a la intención moralizante, educativa o instructiva para la enseñanza del lenguaje, buscan narrar, contar historias, con un objetivo claramente estético. Ese objetivo se aprecia más claramente en el poemario que agrupa 23 poemas, siete de los cuales utilizó el grupo de música folk Oskorri en 1997 en su disco "Marijan kantazan".

Ipurbeltz

Sin embargo, la obra de Marijan Minaberry no tuvo una gran influencia en la literatura infantil vasca, tal vez por la situación socio-política del momento o por el hecho de que la autora escribiese en un dialecto, el bajonavarro, distante de la mayoría del público potencial existente. En las cuatro provincias al sur del Bidasoa los cambios políticos propician un aumento de novelas históricas que, tras varios años de represión, avivan las ideas nacionalistas. Un ejemplo de ello es la traducción, incluso años más tarde, de la novela Gillermo Tell, publicada en 1976 y que tiene este texto en la contraportada: "Gillermo Tell liburuak dakarren historia mendi arteko herrixka bateko kontakizuna da; hango abertzaleek nahi izan zuten herri hura askatasun bidean jarri" -La historia que cuenta el libro Guillermo Tell es una narración ambientada en un pequeño pueblo rodeado de montañas, los nacionalistas de aquel pueblo buscaban el camino para la libertad de su pueblo-.

Desde las publicaciones de Marijan Minaberry hasta 1975, año en que muere Franco, se dan toda una serie de cambios, desde el surgimiento de nuevas modalidades de pedagogía, la creativa, las ideas de Freinet, la presencia de nuevas editoriales (algunas de ellas incluso de fuera del País Vasco, como es el caso de la catalana La Galera),... y, sobre todo, en el ámbito de la literatura en euskara destaca el nacimiento de la colección "Kimu" a manos de la editorial religiosa Mensajero. Las primeras obras de esa colección buscan formar a los lectores, así junto a varias obras divulgativas (historias de la literatura, por ejemplo), se publican novelas históricas (Amaia, Antso Gartzeiz, Eneko Haritza, Harkaitz elurra ari zueneko haurra,...), obras teatrales infantiles de la mano de Lurdes Iriondo para ser representadas en los centros escolares (Martin Arotza eta Jaun Deabrua eta Sendagile Maltzurra, 1973; Buruntza azpian, 1979), e incluso se editan libros de cuentos o poemarios creados por los mismo jóvenes.

Tras la muerte de Franco y el final del franquismo, se dan toda una serie de cambios políticos, pero sobre todo sociales. Una muestra de ello son, por ejemplo, las campañas que organizó la Real Academia de la Lengua Vasca en favor del euskara, o la marcha de la Libertad que agrupó a medio millón de personas.

Aumentan las matriculaciones en las ikastolas. Si en 1970 eran 11.885 los niños que estudiaban en dichos centros, en 1974 casi llegan a los 27.000 y en 1980 son 65.000. Además, en 1979 se publica el Decreto de bilingüismo que regula, entre otras cuestiones, la enseñanza del euskara en todos los centros escolares de la Comunidad Autónoma Vasca. Por su parte Euskaltzaindia, la Real Academia de la Lengua Vasca, no puede responder a la demanda creciente de personas adultas que desean aprender euskara (45.000 personas), dando así lugar a la creación de organismos que se dedican a dicha labor.

La Literatura Infantil y Juvenil también vive este resurgir. Cada vez hay una demanda mayor, son muchas las obras que se solicitan y, en cambio, las infraestructuras editoriales son muy débiles y la oferta muchas veces no se adecúa a dicha demanda. Algunas editoriales estatales comienzan a publicar obras en las cuatros lenguas oficiales, pero en el caso del euskara sin mucho éxito, en parte por las traducciones mal cuidadas, el lenguaje inadecuado para los niños, la mala distribución, etc.

A finales de la década de 1970 surgieron tres importantes editoriales en el ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil, y gracias a ellas comenzó a estructurarse la producción. La editorial Hordago, que durante años había publicado con éxito obras de contenido político, crea la colección "Tximista" que en poco tiempo aglutina 40 obras, la mayoría traducciones de la literatura universal. Tan solo cinco obras, tres libros de cuentos de Txomin Peillen y dos novelas de J. Etxaide, son originales escritos en euskara. Dicha editorial se disuelve en unos pocos años.

Así, a partir de la década de 1980 serán las editoriales donostiarras Elkar y Erein quienes lleven la mayor parte del peso en la Literatura Infantil y Juvenil vasca. Ambas editoriales, desde su inicio, se centran en la publicación de obras para la infancia, tanto obras literarias como de texto. Además, la editorial Erein crea en 1979 la revista Ipurbeltz que ofrece cómics, cuentos y narraciones a los más jóvenes junto con Kili-Kili, también creada ese mismo año (aunque en 1966 Jose Antonio Retolaza ya había editado un número antes de que fuera censurada).

Los cambios políticos, las reformas educativas, la nueva política editorial así como los cambios, tanto en los creadores como en los consumidores de literatura, marcaron el inicio de lo que podríamos considerar como la literatura infantil y juvenil moderna en lengua vasca.