Concepto

Historia del Arte. Pintura

Como ha quedado claro en el apartado anterior, se puede afirmar que el País Vasco fue importador de pintura hasta mediados del siglo XIX aproximadamente. Por tanto, no hay talleres remarcables de calidad que pudieran ofrecer o renovar modelos.

Durante el siglo XIX seremos testigos del cambio que se opere en los pintores del País Vasco primero y en la pintura del País Vasco después. Algunos pintores vascos comenzaron a destacar en las academias de París y Madrid, aunque pocos de ellos alcanzaron renombre internacional. Como modelo de pintor académico del siglo XIX podemos poner al baionés Leon Bonnat (1833-1922), que tras su formación en la Academia pasó la obligada estancia en Roma durante cinco años, para regresar de vez en cuando a París y a su lugar de origen, donde buscaba temas de inspiración para una pintura académica y reglada. Retratos, cuadros de historia, alegorías y cuadros de género, entre los que incluyó paisajes y tradiciones vascos, conforman la obra del pintor que tenía su mercado en París y en una clientela adinerada europea.

Entre los que pasaron por la Academia madrileña podemos mencionar a Pancho Bringas, Eduardo Zamacois, Antonio Lecuona, Juan Barroeta, José Etxenagusia, Eugenio Azkue, Alejandrino Irureta, Eugenio Arruti y Ricardo Ugarte.

Algunos de ellos poco a poco se instalaron en Bilbao impulsados por el cambio económico que había empezado a experimentar la ciudad.

Durante las últimas décadas del siglo XIX Bilbao comenzó a dar los primeros pasos para convertirse en un centro artístico importante: burgueses adinerados demandando arte y dispuestos a actuar de mecenas, consideración de la obra de arte como producto de mercado, desarrollo de las infraestructuras artísticas (Escuela de Artes y Oficios, puntos de venta, exposiciones, encuentros de artistas), y atención social cada vez mayor hacia el arte.

Estos cambios coincidieron con la transformación que sufrió el arte dando lugar al arte moderno, en los años finales del siglo XIX y principios del XX. Los artistas ya no estaban interesados en seguir las reglas impuestas por la Academia, por lo que algunos de los artistas bilbaínos optaron por conocer las novedades parisinas de primera mano en lugar de pasar por la academia madrileña. Un ejemplo de ello es Adolfo Guiard, que en 1878 eligió París para su formación como artista, para luego regresar a Bilbao con las novedades aprendidas en la capital francesa y dar comienzo a la pintura moderna en el País Vasco. Junto a él también destacó Darío de Regoyos, que siendo de origen asturiano se asentó en el País Vasco después de un período formativo en Bruselas. Así las tendencias impresionistas y postimpresionistas consiguieron romper con la academia y poner las bases de lo que será uno de los centros artísticos más dinámicos de la Península, junto a Barcelona.

Otros pintores más jóvenes continuaron por la senda abierta por Guiard y Regoyos, entre ellos Ignacio Zuloaga, Manuel Losada y Francisco Iturrino. Algo más tarde, en las primeras décadas del siglo XX serán Ángel Larroque, Alberto Arrúe, José Arrúe, Aurelio Arteta, Gustavo Maeztu, Antonio Guezala, Juan Etxebarria, Julián Tellaetxe y, de alguna manera, los hermanos Valentín y Ramón Zubiaurre, quienes continuarán un tipo de pintura heredera del postimpresionismo, pero basada en la tradición e inspirada en temas vascos.

Con la llegada del nuevo siglo XX, Regoyos, Guiard y Losada habían comenzado a organizar exposiciones de arte moderno en Bilbao y, algo más tarde, en 1911, muchos de los artistas mencionados anteriormente fundaron la Asociación de Artistas Vascos, con la intención de incidir más y mejor en la sociedad.

También la crítica de arte comenzó a teorizar sobre el arte de su época, por lo que se comenzó a hablar de arte vasco o de comienzos del arte vasco, sobre todo desde que Juan de la Encina (pseudónimo de Ricardo Gutiérrez Abascal) publicara el libro La Trama del Arte Vasco en 1919. Desde ese momento las polémicas sobre la existencia hipotética del arte vasco se multiplicaron, aunque generalmente se hablaba sobre pintura vasca. Precisamente la supremacía de la pintura es una de las características del arte de esta época.

El proyecto de arte moderno, conservador y vasco, de principios de siglo tuvo continuidad en los años 20 y 30 con pintores más jóvenes. Aunque la modernidad postimepresionista continuó dominando la obra de estos jóvenes, algunas novedades plásticas de las vanguardias fueron calando de forma desigual y fuera de su contexto teórico, como por ejemplo en la obra de José María Ucelay, Juan Aranoa, José Benito Bikandi o Jerónimo Urrutia.

En los años de la República algunas tendencias vanguardistas como el surrealismo tuvieron gran influencia en el arte español y vasco en particular. Los artistas más jóvenes del momento querían quitarse el peso de la tradición o plantearon una relación diferente con ella. De la misma manera en que se puede ver una vuelta a los orígenes en la escultura de Oteiza, se puede observar una postura similar en la obra de su amigo Nicolás Lekuona; es una muestra de las relaciones con el surrealismo madrileño como se puede ver también en la obra de Juan Cabanas Erauskin, Jesús Olasagasti y Carlos Ribera.

Por último una influencia mayor de la generación de principios de siglo, con un proyecto moderno pero no rupturista, la podemos encontrar en la obra de Gaspar Montes Iturrioz, Bienabe Artia y Mauricio Flores Kaperotxipi.