Los monjes benedictinos de la orden de Cluny en Francia fueron los encargados de crear y difundir el románico, un estilo que debía garantizar la cohesión y la uniformidad del mundo cristiano occidental. Para ello tejieron una compleja red de monasterios, obispados y caminos de peregrinación que, en el caso de nuestro territorio, se constituyó en torno al Camino de Santiago. De hecho, tanto a través del mismo como a partir de él, en Euskal Herria comenzaron a crearse diferentes manifestaciones arquitectónicas; de ahí que el románico sea el primer estilo del que podamos hablar expresamente como de arquitectura realizada en Euskal Herria. Sin embargo, el románico que se desarrolló en Euskal Herria se caracterizó por su sencillez.
El estilo románico se expandió por Euskal Herria con desigual incidencia. En Navarra la influencia fue mayor ya que el principal camino a Santiago transcurría por territorio navarro. La proximidad de Álava e Iparralde al camino principal propició también un mayor desarrollo del románico, mientras que en Gipuzkoa y en Bizkaia la influencia fue menor. En cuanto al estilo, dependiendo de la zona de Euskal Herria, encontramos elementos y rasgos combinados del románico francés, aragonés y castellano. El predominio de la arquitectura sobre las artes plásticas y la preeminencia del arte religioso sobre el civil fueron rasgos que caracterizaron a todos los territorios.
En cuanto a las principales manifestaciones artísticas de este período, en arquitectura hay que destacar el Palacio de los Reyes de Navarra en Estella, los recintos amurallados de las localidades navarras de Viana, Rada y Artajona, el monasterio de San Salvador de Leyre y la iglesia de San Miguel de Aralar, el monasterio de Irache y la iglesia de Santa María de Ujué, en Estella la iglesia de San Pedro de la Rua, las iglesias de Santa María de Eunate en Muruzabal y el Santo Sepulcro en Torres del Río, las iglesias de Nuestra Señora de Estibalitz y San Prudencio en Armentia, y la iglesia de Sainte-Engrance en Zuberoa.