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Falange

El falangismo apenas contó con escasos núcleos en el País Vasco. Esto es tanto más llamativo cuanto más nos acercamos a lo que fue el falangismo de la vieja guardia, en el que destacan importantes personalidades vascas como Julio Ruiz de Alda, José Luis Arrese o Manuel Valdés Larrañaga. Como movimiento universitario, sólo halla un cierto eco en los medios tradicionalmente mauristas de Bilbao o entre algunos de los artistas guipuzcoanos de vanguardia cercanos a Giménez Caballero. Euskal Herria industrial será refractaria a este nacionalismo español de corte castellano y centralista, contando, como cuenta, con un potente tradicionalismo carlista y un agresivo integrismo que canalicen la reacción antirrepublicana:

"En los centros industriales y fabriles del país -como Cataluña, Asturias o Vascongadas- su repercusión fue verdaderamente reducida. Los ámbitos nacionales con una gran tradición política eran impermeables a la propaganda falangista, pues su estilo, expresado mediante un lenguaje entre místico, poético y militar, sólo podía hallar un auditorio propicio entre clases de población socialmente desfasada y políticamente arcaicas. Geográficamente, la Falange sólo pudo abrir algunas brechas en la España mesetaria y pobre, sublimada por Unamuno."

Saña, H.: "La Falange. Intento de un diagnóstico", Indice n.° 257, 1969, p. 24.

Confirmando el análisis de Saña constatamos que es en Navarra y en su zona sur -la más arcaica socialmente- donde surge el primer núcleo fascista de la provincia. Su inmediato precedente serán las Juventudes del Partido Nacionalista Español creado, a nivel de estado, en 1930, y, en los primeros meses del régimen republicano, en Tudela. Mauro Irizar, estudiante de derecho procedente de los "legionarios", es el primer afiliado de las JONS que, en 1934, se fusionarán con el primer núcleo falangista de Navarra, el de Tudela, creado en marzo de 1933 por Aniceto Ruiz Castillejos, Luis Ledesma Robles y Antonio Huguet de Resaire. También en Pamplona el movimiento tiene orígenes albiñanistas pudiendo ser localizado en la tertulia de la librería Arizmendi de la calle San Agustín. Propagandistas de primera hora son el poeta Ángel María Pascual y el presbítero Fermín Yzurdiaga, más aficionado este último al hábito castrense que al traje talar. Las restantes agrupaciones carecen apenas de importancia; son puñados de afiliados a los que da cohesión la revolución de 1934 y la aportación financiera de los grupos monárquicos más radicalizados. De entre ellas, las de San Sebastián, Bilbao e Irún parecen haber sido las más destacadas.

"En mayo (1934) apareció por Bilbao -nos relata Areilza refiriéndose a Primo- procedente de San Sebastián. Venía -dijo- a organizar la escuálida Falange local en la que apenas llegaban a cien los afiliados, aunque muchos fueran, por sus cualidades humanas y su abnegación, altamente estimados."

Un exponente de esta exigüidad que comentamos nos lo ofrece Marín Royo al señalar (p. 112) que de Tudela, núcleo fuerte del falangismo navarro, sólo salen, al estallar el alzamiento de 1936, 27 voluntarios al mando de Mauro Irizar. En la columna que se constituye en Pamplona rumbo a Bera y Guipúzcoa, junto a una compañía de requetés figura una sección de Falange. Eladio Esparza, columnista habitual de la prensa carlista, ironiza sobre la súbita y masiva adhesión de muchos al desfile conmemorativo de la fundación efectuado en Pamplona en octubre de 1936:

"Mucha gente, mucha gente. (...) Ayer recordaba yo la fecha del 28 del pasado marzo, en la que un grupo -un grupito- de gentes asistimos emocionados al sepelio del "primer caído" de Falange en Navarra. Desde entonces, siete meses. Ayer Falange hacía desfilar miles de afiliados. ¡Sea todo por Dios y por España!"

Burgo, Jaime: Conspiración y Guerra Civil, p. 575).

Aludiendo a la misma conmemoración, Arriba España da la cifra de 16.000 reunidos en Pamplona sabiéndose que, en mayo de 1936, los afiliados de FE en esta ciudad eran 151. En cuanto a los voluntarios de Vizcaya tras la toma de Bilbao, J. del Burgo da la cifra de 1.166 en contraposición a los 2.636 requetés vizcaínos: cifra que interesa comparar al centenar de afiliados a que alude Areilza. Ya en plena guerra, durante la reorganización del invierno de 1936-1937, las Brigadas de Navarra cuentan con cinco Banderas de Falange Española.