Concepto

El cuento en Euskal Herria. 1970-2000

En los años 80, toda la literatura vasca se vio inmersa en un rápido proceso de desarrollo, y, en comparación con los años anteriores, el cuento fue el género que más se desarrolló. Además de mejorar en cantidad, en la década de los 80 se publicaron los mejores cuentos vascos contemporáneos. La cumbre de dicha década fueron las colecciones de cuentos Obabakoak (1988) [Obabakoak, 1989] de Bernardo Atxaga y Narrazioak (1983) de Joseba Sarrionandia.

Seguramente, en este desarrollo del cuento influyeron tanto factores inherentes a la literatura como factores externos. En cualquier caso, podemos citar razones como las siguientes, para poder comprender el éxito que tuvieron los cuentos de esa época:

  1. La conciencia que los escritores tomaron respecto al género.
  2. El hecho de que la cuentística obtuviera mucho éxito y fama en la esfera internacional.
  3. La proliferación de concursos de narraciones.
  4. El incremento de la demanda de textos breves por parte de la escuela vasca.
  5. El trabajo a favor del género en las revistas literarias.
  6. La apuesta de las editoriales. Ante la demanda de textos que mejoraran el mercado, respondieron publicando colecciones de cuentos de escritores jóvenes.
  7. Gracias al gran éxito de algunos libros, aumentó el interés de los lectores hacia los cuentos.

El año 1983 supuso un hito para la cuentística vasca contemporánea y, en general, para la narrativa, en detrimento de la poesía que predominaba por aquel entonces. La narrativa comenzaba a imponerse.

Aquel mismo año, y concretamente para la feria de Durango, se publicaron los siguientes diez libros de cuentos: Suzko gezi bat bezala, de Mikel Antza; Panpinen erreinua, de Mikel Hernandez Abaitua; Aspaldian espero zintudalako ez nago bakarrik, de Arantxa Urretabizkaia; Narrazioak, de Joseba Sarrionandia; Ipurtargi beltza, de Josu Landa y Joxemi Zumalabe; Gau ipuinak, de Mario Onaindia; Dudular, de Joxemari Iturralde; Ilusioaren ordaina, de Laura Mintegi; Izan bainintzen soldadu, de Karlos Santisteban; y Urte guztiak diferenteak dira, escrito por varios autores. Está claro que no todos esos libros llegaron al mismo nivel. De ellos, sin duda, hay que destacar Narrazioak, Dudular e Ilusioaren ordaina como los más exitosos. Sin embargo, de una forma o de otra, en todos ellos podemos encontrar los estilos, técnicas y temas que la cuentística vasca utilizará durante esa década y las siguientes. En lo referente al estilo, aparecen varias tendencias: líricas (Suzko gezi bat bezala), relativas al yo (Aspaldian espero zintudalako ez nago bakarrik), simbólicas (Panpinen erreinua), realistas ("Ekaitz ilunaz", del libro Ilusioaren ordaina), narración del absurdo ("Txakur bizimodua", del libro Gau ipuinak), realismo sucio de procedencia americana (Izan bainintzen soldadu) y tendencias fantásticas (Narrazioak), sin olvidar la importancia que cobra el recuerdo en lo referente al estilo y la técnica, así como la influencia del cine y la literatura negra. A su vez, la diversidad prevalece en lo relativo a técnica y temática. Por primera vez en la literatura vasca, se aprovechan todas las posibilidades que ofrece la narrativa, se experimenta con ellas, pero no de la manera en que exigía el experimentalismo formal de los 70, que hacía vaciar la narración, sino con el fin de devolver a la narración su deber de contar. A pesar de todo, volviendo a analizar los estilos, hay que señalar que la tendencia que logró los mejores resultados fue la fantástica; tan es así, que podríamos considerar la década de los 80, al menos en lo relativo al campo cuentístico, como la década de la literatura fantástica.

Por otra parte, en dichas colecciones de cuentos aparecen otras características que se desarrollarán en los años venideros. Sobre todo, dos: por una parte, la posibilidad de crear antologías y libros unificadores; y por otra, difuminar las fronteras existentes entre los géneros, acercándose a veces a la poesía y otras veces hacia las estructuras de la novela.

A su vez, en la década de los 80 empezaron a publicarse multitud de revistas literarias. El cuento es un género muy apropiado para las revistas. La inmediatez y la brevedad del cuento, así como su tendencia a la experimentación, se adaptaron bien a las revistas. Sin embargo, no podemos decir que todas las revistas obtuvieran buenos resultados. Una de las salvedades es la revista Pott, publicada en Bilbao. Pott Banda era el grupo que necesitaba la literatura vasca para renovarse por dentro. En ella encontramos, entre otros, a los escritores Joseba Sarrionandia, Bernardo Atxaga y Joxemari Iturralde. La influencia de Pott Banda marcaría el futuro de la literatura vasca posterior.

El año 1987 trajo consigo cuatro interesantes libros: Azukrea belazeetan [Azúcar en los prados, 2006], de Inazio Mujika Iraola; Ahazturaren artxipielagoa, de Juan Luis Zabala; Mendekuak, de Koldo Izagirre; y Odolaren usaina, de Mikel Antza. Digamos que las colecciones de cuentos Mendekuak y Odolaren usaina establecieron un claro hito en el desarrollo de la narrativa de sus respectivos autores. En el caso de Mikel Antza, fue la cumbre de su narrativa, y el último libro que publicó en aquella época. Al contrario, en el caso de Izagirre se trata de un avance: el avance de por dónde iría la prosa del futuro Izagirre. Pero, sin ninguna duda, hay que destacar las obras Azukre belazeetan [Azúcar en los prados] y Ahuzturaren artxipielagoa, por la aportación que ambas hicieron a la cuentística de los años 80. El libro de Mujika Iraola Azukre belazeetan [Azúcar en los prados] hay que situarlo justo detrás de Obabakoak de Atxaga y Narrazioak de Sarrionandia, y entre los libros más famosos de la década.