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Donostia / San Sebastián. Historia

La Guerra Civil de 1936 supuso una importante ruptura para la sociedad donostiarra, que había conocido un largo período de paz desde finales de la Segunda Guerra Carlista. En esos años, y ya desde mediados del siglo XIX, la capital guipuzcoana se había ido conformando como una ciudad de servicios y turística una vez que se había librado del corsé de sus murallas. El advenimiento de la República en 1931 no supuso una ruptura en el veraneo donostiarra si bien, como es lógico suponer, parte del verano aristocrático se trasladó a las localidades de la costa vasco francesa desde las que tomaron parte en diversas actividades conspirativas contra el nuevo régimen. La Guerra Civil, y la rápida campaña de Gipuzkoa -con la conquista de la capital el día 13 de septiembre de 1936- supuso una ruptura ya definitiva con el Donostia-San Sebastián de las primeras décadas del siglo XX. Pese a que el conflicto no afectó demasiado a la ciudad y ésta escapó a los combates callejeros, y de las posibles destrucciones, al acordar los defensores de la República la evacuación de la ciudad el día 12 de septiembre (Barruso, 2001) el panorama que encontraron las tropas navarras era poco menos que desolador. Ante la psicosis creada por la destrucción de Irun, y al extenderse rumores de que en el barrio de Gros se habían desatado algunos incendios, se produjo una importante evacuación de la ciudad. Según el diario falangista .Unidad. el 48% de los habitantes de Donostia-San Sebastián habrían abandonado la ciudad ante la llegada de las tropas sublevadas. Tras la toma de Donostia-San Sebastián, se produjo el proceso habitual en las localidades ocupadas: detención de personas que podían ser consideradas desafectas e incautación de bienes de las organizaciones y personas opuestas al Alzamiento. Pero Donostia-San Sebastián también se convirtió en una de las principales localidades de la retaguardia de la zona sublevada en la que las diferencias entre falangistas y carlistas, por las instituciones del Nuevo Estado en la provincia, tal como veremos más adelante, pronto se pusieron de manifiesto.

El mismo día que era ocupada Donostia-San Sebastián, la Junta de Defensa Nacional hacía público el Decreto 108, mediante el cual, se decretaba la incautación de todos los bienes de los partidos y personas que se habían opuesto al Alzamiento, entre los que se citaba expresamente a las organizaciones nacionalistas vascas. Pero, indudablemente, la primera percepción de la ruptura de la convivencia en la capital donostiarra fue la detención de los considerados desafectos que fueron concentrados en la prisión de Ondarreta y en la improvisada en Zapatari -posiblemente donde se ubicaba el cuartel de la Guardia de Asalto, conocido como "El Infierno"- y en el Kursaal. Pronto comienzan los consejos de guerra y la ejecución de prisioneros. Entre las víctimas más destacadas de la represión franquista se pueden mencionar a los sacerdotes nacionalistas fusilados en octubre de 1936 en el cementerio de Hernani. A éstos se suman los ejecutados en Oiartzun y en la cantera de Bera-Vera de Bidasoa, sin que por el momento podamos dar una cifra aproximada de los ejecutados en la capital donostiarra. Sin embargo, si que podemos decir que el número de fusilados en la capital guipuzcoana es menor al de otras capitales de provincia. Según los datos del Registro Civil, entre septiembre de 1936 y julio de 1941, se registra la ejecución de 159 personas en Donostia-San Sebastián.

Ejecutados en Donostia-San Sebastián (1936-1941)
  1936 1937 1938 1939 1940 1941
Enero 0 0 4 0 4 3
Febrero 0 2 1 0 3 2
Marzo 0 0 5 0 3 2
Abril 0 1 1 3 0 3
Mayo 0 1 4 4 1 1
Junio 0 1 10 6 1 1
Julio 0 2 1 4 4 1
Agosto 0 3 16 3 0  
Septiembre 3 1 0 4 0  
Octubre 16 1 1 10 0  
Noviembre 4 1 1 9 0  
Diciembre 2 0 2 3 0  
Total 25 13 46 46 16 13

Entre los ejecutados en la capital donostiarra, podemos mencionar al concejal socialista Luis Iglesias Ansaño que había sido detenido en Alicante al final de la Guerra Civil. Iglesias, comisario de Brigada, fue encarcelado en Orihuela desde donde fue trasladado a Donostia-San Sebastián en marzo de 1940. Juzgado en un consejo de guerra el 27 de abril de 1940, fue fusilado el 27 de agosto del mismo año. Según los datos de los que se dispone, a partir de febrero de 1943 parece que ya no hay ningún preso condenado a muerte en Gipuzkoa, lo cual no quiere decir que presos guipuzcoanos no sean ejecutados en otros lugares, pero podemos suponer que las ejecuciones finalizaron en torno a finales de 1942 y principios de 1943. Pero eso no quiere decir que la represión se detenga, ya que entre octubre de 1936 y julio de 1945 podemos localizar al menos a 280 guipuzcoanos que tuvieron que comparecer ante consejos de guerra, de los que al menos 25 fueron condenados a muerte.

Pero, pese a ser la justicia militar la que puede acarrear consecuencias más dramáticas, no es la única jurisdicción puesta en marcha por el Franquismo que tuvo una repercusión destacada en Donostia-San Sebastián. Cronológicamente, tras la justicia militar, afectó de manera destacada la aplicación del Decreto 108. Para llevar a cabo lo dispuesto en el mismo, se crearon las Comisiones Provinciales de Incautación de Bienes (C.P.I.B.), comenzando a funcionar la que se ocupaba de Gipuzkoa en el mes de julio de 1937, pese a que la constitución de la misma es de enero de ese mismo año. Pese a que no disponemos de demasiada información sobre la actuación de la Comisión Provincial esta estima, en agosto de 1939, es decir a finales de su andadura, que administra más de cien fincas urbanas en Donostia-San Sebastián que suponen unos seiscientos pisos, lo que ha supuesto para las arcas del Estado franquista el ingreso de más de 44 millones de pesetas; es decir, más de 268.000 euros.

Pero la represión económica no termina con la actuación de la Comisión Provincial. Poco antes de finalizar la guerra, en febrero de 1939, se hace pública la Ley de Responsabilidades Políticas (L.R.P.), de una dureza extrema y que consideraba .delictivas. actuaciones como las de haber formado parte de uno los partidos políticos que se opusieron a la sublevación o huir ante la proximidad de las tropas sublevadas. Tan solo quedaban exentos de responsabilidad los simples militantes de las organizaciones sindicales. De esta manera, un total de 306 donostiarras fueron procesados por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas, de los cuales 143 son condenados por el mismo, que les impone sanciones que ascienden a más de 65 millones de pesetas (394.122,70 euros) lo que supone una sanción media de 275 euros a cada uno de los procesados. Entre las personas condenadas en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, podemos mencionar al alcalde republicano de Donostia-San Sebastián -Fernando Sasiain Baun- que es uno de los trece donostiarras condenados a la pérdida total de sus bienes. Entre los que son condenados a esta pena en Donostia-San Sebastián podemos mencionar a Julián Amilibia, hermano del diputado del Frente Popular por Gipuzkoa, o los mandos de la Guardia Civil de Gipuzkoa García Ezcurra y Saturnino Bengoa -que llegaría a ser el jefe de la Ertzaña creada por el Gobierno Vasco- o José Miguel Gomedio, gestor provincial por Ezquerra Vasca Federal, el partido político liderado por el alcalde de Donostia-San Sebastián- y fiscal del Tribunal Popular de Euzkadi entre otros.

Un caso destacado, y que ilustra la extrema crueldad de la ley, es el del concejal Luis Iglesias, que como hemos visto había sido fusilado en agosto de 1940. A pesar de esta circunstancia, el Tribunal le impuso una sanción de 100 pesetas de 1941 (equivalentes a unos 132 euros) en julio de 1941, que debía ser satisfecha por sus familiares. Pero esta circunstancia no es exclusiva de Iglesias ya que se repite al menos en otros quince caso más de procesados en Gipuzkoa. Incluso personas que nada tuvieron que ver con la sublevación, y que incluso fueron asesinadas durante el período en el que Donostia-San Sebastián permaneció bajo el control de los republicanos -como es el caso del Comandante Militar de Gipuzkoa, León Carrasco Amilibia-, son procesadas por la Ley de Responsabilidades Políticas. Sin embargo, en el caso de Carrasco, se dictó sentencia absolutoria en julio de 1941. Pese a que la Ley de Responsabilidades Políticas extendió su actividad hasta 1945, en 1942 y ante el riesgo de colapso de la administración de Justicia, se decretó una profunda reforma que suavizó en gran manera la aplicación de la citada ley. De esta manera, pese a que en julio de 1945 se sobreseyó el último expediente de responsabilidades políticas de un donostiarra, desde marzo de 1943 no se había dictado ninguna sentencia condenatoria, recayendo la última en Fortunata Decimavilla, a la que se impuso una sanción de 250 pesetas por haberse exiliado en Francia.

La última ley que puso en vigor el Franquismo para represaliar a quienes no eran afectos al régimen, fue la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, promulgada en 1940. Esta ley, a pesar de su título, se dirigió principalmente contra los masones y su incidencia es reducida en el País Vasco, debido a la escasa presencia de éstos. En el caso de Donostia-San Sebastián tan solo localizamos a dieciséis masones residentes que fueron condenados en aplicación de la citada ley. El cuadro represivo se completa con la depuración que se llevó a cabo en todos los ámbitos laborales. Por el momento es mucho lo que queda por estudiar en este tema pero ya conocemos los datos de dos sectores importantes: la Enseñanza y la Administración Local. El caso de la Enseñanza es en el que más se ha avanzado en los últimos años y ya podemos afirmar que el 31% de los maestros destinados en la capital guipuzcoana fueron sancionados, de los cuales 27 fueron expulsados del Magisterio. Por el contrario, tan solo tres profesores del Instituto de Secundaria fueron sancionados, eso sí, en dos casos se produce la expulsión del Cuerpo (Barruso, 2002). En lo que se refiere a la Administración Local de los 1.369 empleados municipales de Donostia-San Sebastián, 401 desaparecieron como consecuencia de la guerra. De los restantes, 283 fueron cesados en los primeros momentos, a los que siguieron, tal como señala Félix Luengo, otro centenar en los meses siguientes (Luengo, 2000, p.414).

Tras la ocupación de Donostia-San Sebastián, la ciudad se convirtió en uno de los principales lugares de la zona ocupada. Una importante colonia de madrileños, y sobre todo de catalanes, hizo que Donostia-San Sebastián se recuperara pronto del conflicto. Pero, pese a ser una ciudad de retaguardia, no se libró de la lucha política que se estableció entre los distintos grupos políticos que apoyaron la sublevación. Los monárquicos de Renovación Española, ausentes en el resto de la provincia, son los primeros en reaccionar y el 14 de septiembre -es decir, al día siguiente de la ocupación de la ciudad- vuelven a publicar El Diario Vasco. Su director, Ramón Sierra Bustamante, será nombrado Gobernador Civil y en él recaerá la responsabilidad de nombrar al nuevo consistorio donostiarra. Este es designado el día 7 de octubre de 1936, situándose al frente del mismo, el abogado monárquico José Múgica y Múgica quien presidió un ayuntamiento de mayoría carlista (9 concejales) con representación falangista (5 concejales), de los monárquicos (2 concejales) y otros dos concejales sin filiación política conocida.

Pero Múgica duró poco al frente del consistorio donostiarra. Las diferencias entre los grupos políticos forzaron su destitución y su destierro a Estella en febrero de 1937. Al frente del Ayuntamiento se situó otro monárquico -José María Angulo- que contó con una corporación en la que los tradicionalistas aumentaron su representación de nueve a once concejales, en detrimento de los falangistas que vieron reducida su presencia a tres concejales. Por su parte los monárquicos aumentaron, igualmente, su representación a cinco escaños municipales. Pero tampoco la alcaldía de Angulo fue duradera. Como consecuencia de la unificación de Falange Española y de las JONS y de la Comunión Tradicionalista en el nuevo partido único FET y de las JONS el alcalde es cesado en octubre de 1937 y en su lugar nombrado el tradicionalista Antonio Paguaga quien consiguió el .equilibrio. entre las diversas familias políticas y consolidar un consistorio que prolongó su actividad hasta 1942. Ese año, como consecuencia de la crisis política que se derivó del atentado de Begoña, y del creciente enfrentamiento entre los carlistas guipuzcoanos y el Régimen, se procedió al cese del alcalde, que fue sustituido por Rafael Lataillade, monárquico, Delegado del Ministerio de Industria y firmante -en 1943- de una carta dirigida a Franco en la que se le pedía una alternativa monárquica al Régimen. A pesar de ello permaneció en el cargo hasta 1948. Durante su mandato se tomó la decisión de trasladar el Ayuntamiento de su antiguo emplazamiento -la actual Biblioteca Municipal- a su actual emplazamiento, el antiguo Casino, cerrado desde que en 1923 Primo de Rivera prohibiera el juego en España.

Alcaldes de Donostia-San Sebastián durante el Franquismo (1936-1975)
Alcalde Mandato
José Múgica Septiembre de 1936-marzo de 1937
José María Angulo Marzo de 1937-septiembre de 1937
Antonio Paguaga Septiembre de 1937-agosto de 1942
Rafael Lataillade Mayo de 1942-Diciembre de 1947
Félix Azpilicueta Enero de 1948-febrero de 1949
Javier Saldaña Febrero de 1949-abril de 1952
Juan Pagola Abril de 1942- febrero de 1958
Antonio Vega de Seoane Febrero de 1958- Junio de 1961
Nicolás Lasarte Junio de 1961- junio de 1964
José Manuel Elósegui Junio de 1964- septiembre de 1968
Miguel Muñoa Septiembre de 1968-Junio de 1969
Felipe de Ugarte Junio de 1969-marzo de 1974
Francisco Lasa Marzo de 1974-marzo de 1977
Fernando de Otazu Marzo de 1977-septiembre de 1978

Cuando tuvieron lugar las primeras "elecciones" orgánicas, en noviembre de 1948, la alcaldía estaba ocupada por Félix Azpilicueta, quien había sustituido a Javier Saldaña, cesado en diciembre de 1947. Los comicios organizados por el Franquismo dividían el poder municipal en tres tercios (familiar, sindical y entidades) de los cuales tan solo en el primero, y con muchas restricciones, se podía ejercer el voto directo. Para la elección del tercio familiar tan solo tenían derecho al voto los cabezas de familia siempre y cuando no estuvieran afectados por alguno de las numerosas causas de exclusión que existían y que en el fondo, lo que buscaban, era excluir a los supuestos "desafectos" y propiciar un resultado casi plebiscitario para las candidaturas del Movimiento. En el caso de Donostia-San Sebastián, con más de 100.000 habitantes, las personas con derecho a voto se reducían a algo más de 31.000. En el resto de los tercios la votación era más restrictiva aún. En el tercio sindical tan solo votaban los compromisarios de los sindicatos (40 en el caso de Donostia-San Sebastián) mientras que los representantes del Tercio de Entidades eran elegidos por los concejales de los dos tercios anteriores de entre las personas designadas por las Entidades que en Donostia-San Sebastián tenían derecho de representación. El resultado, es un consistorio formado por cuatro concejales de filiación falangista, cuatro tradicionalistas y diez considerados "sin filiación" entre los que se encontraba la primera mujer concejal del Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián: Eloísa Velasco. El cargo de Alcalde recayó en Javier Saldaña -marino de guerra y falangista- que permanecerá en el cargo hasta 1952. Ese año es nombrado máximo mandatario municipal Antonio Pagola, a quien sucederá en 1958 Antonio Vega de Seoane, alcalde hasta 1961. Ese año le sucede Nicolás Lasarte y en 1964 José Manuel Elósegui. El sucesor -José Miguel Muñoa- tan solo permanecerá en el cargo desde octubre de 1968 a junio de 1969, fecha en la que le sucede en el cargo uno de los acaldes más controvertidos del Franquismo, Felipe de Ugarte, que ostenta el poder municipal hasta diciembre de 1974. Los últimos alcaldes del régimen fueron, Francisco Lasa (marzo de 1974 a marzo de 1977) y Fernando de Otazu, que en septiembre de 1978 dio paso a la Gestora Municipal presidida por el socialista Ramón Jáuregui, que ejerció el poder municipal hasta las Elecciones Municipales de 1979, en las que resultó elegido alcalde el nacionalista Jesús María Alkain.

Los efectos de la guerra pronto se superaron en Donostia-San Sebastián y el éxodo de población se vio compensado en pocas fechas y no solo por la presencia de foráneos que acudían a la ciudad como retaguardia de la "zona nacional". Gran parte de los donostiarras que abandonaron su residencia con motivo de la entrada de las tropas sublevadas regresaron a sus casas, eso sí, no sin algunos problemas y en algunos casos viendo sus viviendas ocupadas por refugiados procedentes de la zona republicana (Barruso, 1999 b). Pero al margen del conflicto, Donostia-San Sebastián se convirtió en el principal centro cultural de los sublevados. En la capital guipuzcoana se editaron revistas como La Ametralladora, dirigida por Miguel Mihura, o el semanario falangista Vértice y en el que colaboraron Eugenio D'Ors, Pedro Laín Entralgo o Dionisio Ridruejo entre otros. Además de los mencionados, numerosos intelectuales y escritores residieron en la ciudad durante la guerra. Este es el caso de Josep Pla, Manuel Aznar o Víctor de la Serna.

El final del conflicto, y el traslado de numerosas instancias del Nuevo Estado a Madrid, hicieron que la capital donostiarra decayera un poco con respecto a su "auge" durante la contienda. Pronto el racionamiento y el estraperlo hicieron su aparición, a pesar de que el País Vasco no fue una de las zonas donde la crisis se hizo notar con mayor crudeza. Sin embargo el estallido de la Segunda Guerra Mundial -convirtiéndose Donostia-San Sebastián en lugar de refugio de gentes que huían de los nazis- y el que Franco eligiese la ciudad como sede de su veraneo -tras comprar el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián el Palacio de Ayete, perteneciente a la Duquesa de Bailén- mitigaron en parte la pérdida del peso político de la ciudad durante la Guerra Civil. El final de la II Guerra Mundial puso en una difícil situación al Régimen. Pese a que la oposición comenzaba a manifestarse tímidamente en el interior, sus actividades no pasaban de lo meramente simbólico, como es el caso de la ikurriña que, en 1946, fue colocada por Joseba Elósegui en la torre de la catedral del Buen Pastor, o que en 1947 nacionalistas lograran interferir Radio San Sebastián y difundir un mensaje del lehendakari Aguirre con motivo del Aberri Eguna.

La consolidación del régimen en la década los cincuenta tras el pacto con los Estados Unidos, supuso la admisión del Franquismo en la comunidad internacional, lo que permitió que el régimen se mantuviera y pudiera experimentar un proceso de desarrollo social y económico importante, una vez abandonadas las veleidades autárquicas. En lo que a Donostia-San Sebastián se refiere las transformaciones comienzan en 1949. Ese año se crea el obispado de San Sebastián, recayendo la sede episcopal en el prelado catalán Jaime Font Andreu. El desarrollo del asociacionismo se impulsó desde la sede donostiarra, principalmente mediante la Hermandad de Obreros de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Católica (JOC), organizaciones, que con el tiempo, se convirtieron en la base de un sentimiento de oposición al régimen y de transmisión de los sentimientos vasquistas, que se percibió en el respaldo a las huelgas de 1951 y 1956 a diferencia de la de 1947, que apenas tuvo repercusión en la ciudad. Quizá el elemento más destacado del peso social de la Iglesia en los años del Franquismo fue el acuerdo, adoptado en 1947, de construir la colosal estatua del Sagrado Corazón en lo alto del Monte Urgull, cuestión que al parecer contó incluso con la oposición de algunos concejales -que abogaban por un lugar más discreto- pero que finalmente se llevó a cabo.

Pero quizá la transformación más destacada que sufrió la ciudad, entre 1950 y 1970, fue la urbanística. En la década de los cincuenta, la industria de la capital había experimentado un notable incremento (Azucarera del Ebro, Koipe, Savin...) lo que se tradujo en un importante incremento de población pasando de los poco más de 100.000 habitantes de 1940 a los 135.000 de 1960. Este crecimiento demográfico, como es lógico suponer, supuso un desarrollo urbanístico que tuvo lugar fundamentalmente entre los años 1940 y 1960. Para el gran desarrollo urbanístico de Donostia-San Sebastián, se recuperó el viejo proyecto de urbanizar la zona comprendida entre el puente de María Cristina y el Puente de Hierro. Diversas vicisitudes y la Guerra Civil fueron posponiendo el proyecto hasta que en 1947 comenzaron a construirse los dos primeros edificios de la avenida de Sancho el Sabio. Entre 1950 y 1960 se fueron construyendo el resto de edificios hasta la Plaza de Pío XII, donde en 1955 se construyó el nuevo Gobierno Civil y el edificio del Instituto Nacional de Previsión. En 1961, tras dimitir Vega de Seoane, como ya hemos mencionado anteriormente, accedió a la alcaldía Nicolás Lasarte. El nuevo alcalde, antiguo requeté y excombatiente, era persona muy vinculada a la Caja de Ahorros Municipal, de la que fue presidente. Estrechamente unido a la ciudad, miembro de varias sociedades populares y presidente del Orfeón Donostiarra, durante su mandato se celebró el centenario del derribo de las murallas de la ciudad y se inauguraron las iluminaciones del Monte Urgull (1963) -inaugurada durante la Semana Grande en la que se celebró el primer Concurso Internacional de Fuegos Artificiales- y de la Concha (1964). Durante su mandato la asociación catalana "Amigos de San Sebastián", integrada casi íntegramente por catalanes que se refugiaron en la ciudad durante la Guerra Civil, sufragaron la construcción de la fuente luminosa de la plaza de Pío XII. Pero en su mandato también debemos mencionar hechos como las inundaciones de 1963 o el incendio que destruyó el edificio de Correos, situado en la Plaza del Buen Pastor. El período de mandato de su sucesor -José Manuel Elósegui (1964-1968)- son considerados por Luengo como los "años de mayor expansión urbana de la ciudad, vividos con un ritmo frenético de construcciones y negocios inmobiliarios". A este industrial papelero, presidente de la Cámara de Comercio y del Sindicato del Papel y Artes Gráficas, le correspondió la inauguración de la exposición instalada en la plaza de Pío XII conmemorativa de los "25 de años de paz" que el régimen organizó a para conmemorar el aniversario del final de la Guerra Civil.

Del mismo modo la década de los 60, supuso una mayor apertura en cuestiones culturales y de información. La llamada "Ley Fraga" de 1966 permitió una mayor libertad en la prensa y en el asociacionismo, pero la apertura política era inexistente. El sentimiento nacionalista se desarrolló notablemente en esos años y permitió la proliferación de ikastolas, que fueron regularizándose a lo largo de los años sesenta. Sin embargo, el desinterés por el Régimen se iba haciendo cada vez más patente. Las elecciones orgánicas de 1963, en las que los tres concejales del tercio familiar sólo recibieron poco más de 3.000 votos, pusieron de manifiesto el distanciamiento de los donostiarras con los órganos de "representación" que les ofrecía el Régimen. Pese a que la oposición todavía era escasa y poco organizada, el final de la década de los 60, supuso la aparición del que, a la larga, se iba a convertir en uno de los principales problemas: la violencia de ETA (Euskadi ta Askatasuna-Euskadi y la Libertad). A partir de 1968, fecha en la que ETA asesinó al comisario de la Brigada Político Social -Melitón Manzanas- el ambiente se fue enrareciendo. Ese mismo año, con motivo de la celebración del Aberri Eguna, las Fuerzas de Orden Público llevaron a cabo un despliegue hasta entonces desconocido en la ciudad. En agosto de 1968 se declaró el primer "estado de excepción". En 1970 la ciudad vivió los ecos del "Proceso de Burgos" con una huelga general que paralizó Donostia-San Sebastián y ETA secuestró al cónsul alemán en la capital donostiarra.

Paralelamente, en junio de 1969, ocupó la alcaldía uno de los alcaldes más controvertidos del Franquismo en Donostia-San Sebastián: Felipe de Ugarte y Lambert de Sainte-Croix. Ugarte, delegado del Ministerio de Información y Turismo, voluntario durante la Guerra y Alférez provisional, tomó algunas de las decisiones más importantes para la ciudad. Entre las que se pueden considerar como acertadas, se puede mencionar la venta de la Telefónica Municipal de San Sebastián, a la Compañía Telefónica Nacional de España lo que supuso que el teléfono experimentara un importante desarrollo en la ciudad, ante la creciente demanda de líneas y los múltiples problemas que suponía su atención. Durante su mandato, el Ayuntamiento adquirió el Palacio de Miramar para la ciudad, cuyo parque se puso a disposición de los donostiarras y sus instalaciones, una vez restauradas, se han convertido en sede de eventos culturales en la ciudad. Si embargo su mandato contiene decisiones, que como poco, pueden ser consideradas como controvertidas. Nos referimos al derribo, en 1973, de dos edificios emblemáticos de Donostia-San Sebastián. El Kursaal y la plaza de Toros de "El Chofre". Tuvieron que pasar casi tres décadas para que la ciudad recuperase un edificio en el solar del antiguo Kursaal y para que en los terrenos de Illunbe se haya construido un moderno coso taurino. Ese mismo año se derribó -en medio de una gran polémica- el palacio llamado Torres de Arbide, formado por tres edificios, dos de ellos gemelos, que se situaban en la confluencia de la calle Echaide con el Paseo de los Fueros. La adquisición por la Caja de Ahorros Municipal del edificio, propició que fueran desmontados piedra a piedra y trasladados a Miramón, donde se pueden contemplar en la actualidad.

En 1970, paralelamente a la construcción del barrio de Amara hasta Anoeta, se desarrollaron otros barrios en los que las carencias de equipamientos y urbanización eran evidentes. Se trataba sobre todo del "corredor oriental" en el que florecieron los barrios de Roteta, Buenavista y La Paz, promovidos por el Instituto Nacional de la Vivienda en 1967 y Bidebieta. El desarrollo de la ciudad generó la necesidad de nuevos equipamientos, y entre 1959 y 1960 se inauguraron la Residencia Sanitaria y el Hospital de Gipuzkoa en Zorroaga, desapareciendo el antiguo Hospital de Manteo. En la zona final de Amara, en Anoeta, se creó una ciudad deportiva con campos de atletismo, velódromo (1970) y la construcción del Palacio del Hielo (1973). Los transportes también sufrieron una importante evolución. En 1953 desapareció el Ferrocarril del Plazaola y en 1958 lo hizo el tranvía de Hernani. En 1954 la estación del Topo se trasladó de la calle Peñaflorida a su actual emplazamiento en la Plaza de Easo. En 1968, desaparecido el tranvía urbano, comenzó la sustitución de los trolebuses por autobuses y a principios de los setenta, ante el desarrollo del tráfico rodado, se inauguraron los primeros aparcamientos subterráneos de la ciudad. En 1971 se inauguró la variante de Donostia-San Sebastián que permitió, que gran parte del tráfico que circulaba por la N-I no atravesara la ciudad. Para la década de los 70, Donostia-San Sebastián había experimentado una enorme transformación urbanística que conformó la ciudad durante varias décadas, hasta que en tiempos más recientes se afrontó una nueva remodelación de la ciudad que ha configurado el Donostia-San Sebastián del siglo XXI.

Ugarte fue cesado en 1974, tras la celebración de unas nuevas elecciones orgánicas, siendo sustituido por Francisco Lasa, armador de buques de pesca, presidente del sindicato vertical de Pesca de 1959 a 1971 y concejal del Ayuntamiento desde 1970. La complejidad y el desarrollo de la ciudad es patente por el incremento del presupuesto municipal, que hacia 1975, ascendía ya a 660 millones de pesetas. Durante su mandato se concluyeron las obras de la "variante" (carretera de circunvalación), inaugurada en 1975, y el embalse del Añarbe, con lo que el suministro de agua experimentó una sensible mejoría en la ciudad. La construcción de la presa supuso terminar con el problema del abastecimiento de agua que se arrastraba desde el siglo XIX. Pese a que el aprovechamiento de aguas inicialmente era desde el río Añarbe, la epidemia de tifus de 1902 que causó cuarenta muertos, y de la que se responsabilizó a la contaminación de las aguas, forzó a la compra de la finca denominada Artikutza en 1919. El aumento del consumo hizo que se constituyera, en 1968, la "Mancomunidad de Aguas del Añarbe" para hacer frente al problema que quedó solventado con la inauguración de la citada presa. Ese mismo año, 1975, se inauguró el espacio monumental "Peines del Viento" obra del arquitecto Peña Ganchegui y del escultor donostiarra, fallecido en 2002, Eduardo Chillida.

En el plano cultural la ciudad también experimentó un sensible desarrollo. En 1956 se crearon los Estudios Universitarios y Técnicos de Gipuzkoa (EUTG) que venían, en parte, a paliar la carencia de estudios universitarios en la ciudad. En 1961 la Universidad de Navarra inauguraba la Escuela de Ingenieros en el actual edificio del "Centro Cultural Koldo Mitxelena" y en 1968 se creaba la Facultad de Derecho, dependiente de la Universidad de Valladolid. La puesta en marcha, en 1953, del Festival Internacional de Cine supuso un importante impulso al turismo en la ciudad y la organización de actos para atraer o prolongar la estancia de veraneantes en la ciudad. Pero la vida cultural de Donostia-San Sebastián también contaba con otros atractivos como era la labor del "Círculo Cultural Guipuzcoano", reabierto en 1945 y presidido por el médico Leandro Martín Santos. En la década de los sesenta la cultura en euskera adquirió un gran desarrollo. La creación del grupo "Ez dok Amairu" por cantautores vascos como Mikel Laboa, Xabier Lete, Benito Lertxundi... la mayor parte donostiarras, tuvieron una gran difusión. Iniciativas culturales como las promovidas por la librería "Ramos", lugar de encuentro literario, y de otra serie de librerías como "Manterola", "Graphos" o "Lagun" cooperaron a desarrollar la vida cultural de la ciudad. En el arte el grupo "Gaur" -en el que se contaron artistas como Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu, Amable Arias, Rafael Ruiz Balerdi o José Luis Zumeta- contribuyó de manera decisiva al desarrollo cultural de la ciudad. En el aspecto musical destacaron los conciertos organizados por la "Asociación de Cultura Musical", que darían paso a la "Quincena Musical" y al Festival de Jazz, que comenzó a celebrarse en 1965 en la remodelada Plaza de la Trinidad.

El 20 de noviembre de 1975 fallecía Francisco Franco, pero su muerte no supuso la desaparición inmediata del régimen que él había implantado. El alcalde Francisco Lasa permaneció en su puesto tras la muerte del Dictador pero el ambiente político era cada vez más complicado. El terrorismo de ETA hacía su irrupción en la ciudad el 4 de marzo de 1976 asesinando a José María Araluce -presidente de la Diputación- su chofer y tres policías de su escolta. Al día siguiente la extrema derecha hacía su aparición en Donostia-San Sebastián y los sucesos de Vitoria-Gasteiz y Montejurra marcaban el pulso político. En 1977 el cambio político se auguraba, y el día 19 de enero de ese año se legalizaba la ikurriña, que ondeó la noche de la fiesta patronal de la ciudad en la Plaza de la Constitución. En marzo de 1977 Lasa dejaba su cargo como alcalde y era sustituido por Fernando de Otazu, teniente de alcalde. Sin embargo su mandato fue breve y tras las elecciones de 1977 los concejales manifestaron su voluntad de dimitir. Finalmente, el 24 de septiembre de 1978, y presidida por el socialista Ramón Jáuregui, tomaba posesión la Gestora Municipal en la que se integraron representantes del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) (6), EAJ-PNV (Eusko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco) (6), Gipuzkoa Unida (3), y un representante del PCE (Partido Comunista de Euskadi), Euskadiko Ezkerra, EIA (Euskal Iraultzale Alderdia-Partido Revolucionario Vasco), EMK (Movimiento Comunista de Euskadi-Euskal Mogimendu Komunista), ESB (Euskal Sozialista Biltzarrea-Partido Socialista Vasco), Democracia Cristiana Vasca y Demócratas Independientes. Con la toma de posesión de la Gestora, que gobernó el Ayuntamiento de forma interina hasta la celebración de las primeras elecciones municipales desde 1931, se cerraba el largo capítulo del Franquismo en Donostia-San Sebastián.

  • BARRUSO BARÉS, Pedro: "Los siglos XIX y XX" en Gómez Piñeiro, F. Javier-Sáez García, Juan Antonio: Geografía e Historia de Donostia-San Sebastián, Instituto Geográfico Vasco "Andrés de Urdaneta", Donostia-San Sebastián, 1999, pp. 95-120.
  • BARRUSO BARÉS, Pedro: "El difícil regreso. La política del Nuevo Estado ente el exilio guipuzcoano en Francia" en Boletín Sancho El Sabio, nº 11, pp. 101-140, Vitoria 1999.
  • BARRUSO BARÉS, Pedro: "La misión diplomática del embajador francés Jean Herbette durante la Guerra Civil" en Bulletin d'Histoire Contemporaine de l'Espagne, nº 28-29, décembre 1998-juin 1999, Aix en Provence, 2001, pp. 120-134.
  • BARRUSO BARÉS, Pedro: "La destrucción de la convivencia. Represión y Primer Franquismo en Gipuzkoa" en Guerras Civiles i posguerras, Lleida, 2002, pp. 656-668.
  • LUENGO TEIXIDOR, Félix: "En la memoria cercana: 1936-2000" en Artola, Miguel (Ed.) Historia de Donostia-San Sebastián, Ed. Nerea, Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, Donostia-San Sebastián, 2000, pp. 347-478.

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