Léxico

CLIMA

II- Clima Montañoso y Submontañoso. Haciendo abstracción de las alturas superiores de 1.300 aproximadamente, sometidas al clima subalpino en exclusividad, la influencia montañosa o submontañosa, cuyo dominio es vasto, nunca se ejerce sola, ni en la vertiente septentrional ni en la meridional.

Vertiente meridional. Entre las zonas de clima submediterráneo y la divisoria de aguas, es decir, en una extensión que adquiere una amplitud considerable al N. del Aragón y del Ega medios pero que se reduce a una estrecha banda al N. de Pamplona y de Vitoria, la influencia montañosa y submontañosa combina su acción a la submediterránea continental y a la oceánica. Al E. del Irati superior lo hace con la primera traduciéndose el hecho en el rigor de los inviernos. De las cumbres nevadas de Canfranc baja hacia el S. un viento frío y seco capaz de soplar sin parar durante un mes y de sacudir tejas y pizarras de los techos, arrancar árboles y provocar fuertes heladas, atenuando su rigor conforme se acerca al Irati. El verano es seco, sufriendo a veces el trigo la acción del solano o bochorno; afortunadamente al atardecer, hacia las 5-6 horas, la brisa de la montaña aporta su benefactora frescura. El régimen pluviométrico se caracteriza por máximos equinociales: desde octubre el cielo se abre bajo forma de cataratas debido a la influencia del viento del O, el gallego. Al O. del Irati superior, en la zona alta de la vertiente meridional de las altas cadenas así como en la vertiente septentrional de las sierras de Andía, Urbasa y de Enzia, la influencia montañosa combina su acción a la de la influencia oceánica, cuya intervención es facilitada por el sensible descenso de la divisoria de aguas. El clima es aquí montañoso por sus frecuentes rigores: en la sierra de Urbasa la corta del helecho de julio se pierde debido a las heladas: en Orbaiceta, zona alta del Irati, hiela todos los días de noviembre a mayo. En Huici, al pie del puerto de su nombre y a una altura de sólo 550 m., las heladas de septiembre destruyen a veces la cosecha de maíz. Es también oceánico el clima debido a su humedad. Desde octubre caen lluvias interminables producidas por el viento O. (gallego). En invierno sopla a menudo el viento del NO, frío y nevoso, el zearaize de los habitantes de Burguete, el vascuence de los de Lecumberri. Si el viento del S. -el bochorno- no hace su aparición y funde la nieve, no es raro que estas localidades pemanezcan bajo la nieve durante uno o tres meses, sobre todo si sopla el terrible viento NE.

Vertiente septentrional. Los valles de esta vertiente, sometidos a la influencia montañosa y submontañosa, gozan de un clima mucho más uniforme que el de las zonas a las que nos hemos referido, ya que esta influencia sólo se combina con otra, con la del océano. Mientras que al E. del pico de Anie reina el clima alpino, en las cadenas situadas al O de este pico, en el prepirineo de Cize-Lab. y de Guip.-Nav., en ciertas partes elevadas de Guip., como la dolina de Vidania, la influencia oceánica se combina con la montañosa progresivamente conforme nos dirigimos hacia el N. y el O. El carácter montañoso del clima se traduce en este conjunto de diversas maneras. Primero en la altura: las depresiones como la de San Juan de Pie de Puerto y Ossés experimentan en abril una serie de heladas tardías que perjudican en gran manera a la viña, mientras que a los 30 m. por encima de su fondo brumoso ya no hay heladas blancas debido a la mayor sequedad del aire. La exposición de las vertientes en los valles más altos desempeña también un papel destacado. En Santa Engracia (Zuberoa) la vertiente expuesta al S. carece de heladas antes de enero, y la nieve, cuyo espesor no pasa de 0,20-0,40 m., permanece en el suelo de 2 a 20 días. Por el contrario, la vertiente expuesta al N. experimenta heladas el mes de diciembre que pueden permanecer hasta 6 meses in situ. En cuanto a los puertos de montaña, la nieve los convierte en impracticables desde el 1 de diciembre hasta primeros de marzo. Dos nombres vascos designan en Larrau (Zuberoa) las dos vertientes opuestas del valle: los caseríos situados en solana se llaman ekhi-begia -ojo del sol-, y la aldea de la umbría es denominada Itzal-herria -pueblo de la sombra-. La aldea Doronda, expuesta al mediodía, recibe sol de 9 a 16 horas en diciembre y en enero, mientras que Itzal-herria sólo ve el sol de 11 a 13. La nubosidad constante de las vertiente septentrional, la importancia considerable de las precipitaciones que recibe, constituyen un tercer carácter de su clima montañoso. En verano, cuando después de un período de viento S. el cielo amenaza con tormenta, resulta un espectáculo impresionante escalar la vertiente meridional del pico de Ori bajo un cielo puro y raso y descubrir brúscamente, una vez franqueada la divisoria de aguas, un mar de nubes cuyo oleaje sube lentamente insinuando su penetración por los collados de cimas calcáreas, sumerge los bosques de hayas, alcanza los altos prados de verano y finaliza por dar rienda suelta a sus trombas de agua sobre Larrau. Sólo se verá el cielo azul y raso cuando sopla el viento S. en invierno; el resto del tiempo predomina la bruma. Estas influencias diversas, junto a la del régimen de vientos, permiten caracterizar a las diversas estaciones del año. Sin llegar al rigor que alcanza al E. del pico de Anie, el invierno es, sin embargo, bastante frío y sobre todo muy nevoso. En Larrau, a veces comienza a helar desde octubre y sucede que la nieve y la helada se combinan para retrasar la cosecha de maíz hasta comienzos de diciembre. En Huici -hacia 650 m.- hiela a veces en junio llegando a perderse todo el maíz. En Izarra (Álava), al E. de Orduña, nunca se sabe si no llegará a helar en septiembre perdiéndose así todo el maíz. A veces; bajo la influencia del anticiclón de Francia central, el viento del E. viento francés en Leiza- sopla acarreando frío seco y hielo, alternando con el viento N. o iparra, o con el peko-aizea o viento de atrás, frío y seco también. Pero cuando las depresiones pasan al N. de las altas cadenas, atraen hacia ellas los vientos de cuadrante S; primero los vientos de SE. de fuerza media, luego los del S. -hegua o egoaizea, bochorrro de los castellanos, viento de España de los bearneses-. Este viento, de temperatura bastante elevada, de humedad bastante débil y de fuerza media en la vertiente meridional de la cadena, cobra el aspecto de una especia de foehn por la rapidez de su descenso por la rápida pendiente de la vertiente N. Los zuberotarras de Santa Engracia lo denominan jinkoxipia el diosecillo- porque en un momento funde la nieve de las laderas dando origen a grandes crecidas en los torrentes. Resulta así que los largos valles transversales son verdaderos pasillos de viento S: en el de Valcarlos y Baigorry, donde este viento sopla a menudo, la nieve apenas permanece 2 ó 3 días en el suelo. Como además es seco, hace durar el buen tiempo mientras sopla, o sea, de 2 a 15 días. Desgraciadamente, el hegua, por ser violento, arranca el techo y la hierba de las bordas, troncha árboles frutales, nogales, pinos y hayas. De todas formas su reinado es efímero: a continuación aparecen sucesivamente el viento del SO, tan cálido y violento, como el del S, el ataizea o viento del O, el haize-beltza o viento negro que trae pesadas nubes cargadas de lluvia o de nieve, que hace decir a los vascos hegoak hegala urean du "el viento S tiene el ala en el agua". En cuanto a la nieve, ésta hace su aparición a veces a los 600 m. desde Todos los Santos o en diciembre a más tardar. Se deja ver desde mediados de octubre a partir de los 850 m. y desde la segunda quincena de septiembre por encima de los 1.000 m.: los habitantes de Valcarlos que acuden a la feria de Burguete (20 septiembre) encuentran nieve en el puerto de Roncesvalles. Pero ésta cae sobre todo en enero-febrero: entonces, los puertos más altos de la cadena central se hacen impracticables durante 2 ó 3 semanas o más al E de Roncesvalles. Esta abundancia de precipitaciones en forma de nieve causa el semiaislamiento de algunas localidades mal comunicadas. En el prepirineo de Nav-Guip., las caídas de nieve son ya mucho menos importantes. La primavera se caracteriza por alternancias de vientos del O, del NO. y del N, y vientos del SE, del S. y del SO: los primeros traen lluvia y nieve que los segundos funden rápidamente. Es entonces cuando el viento S. parece merecer más el apodo de diosecillo: sopla en marzo y abril, limpia las laderas de nieve y levanta la temperatura provocando así un flujo de savia precoz que hace brotar la hierba y despuntar los primeros brotes. Algunos pastores, engañados, suben a las praderas de media altura con sus rebaños pero casi siempre se ven obligados a bajar debido al cambio de presión que, repentinamente, acarrea el retorno de vientos del N. con heladas o del NO. con nieve. Pero esto sólo ocurre en las altas cadenas situadas al E. del Irati: en el resto, las últimas nieves caen en abril formando una pequeña capa. A las borrascas de primavera sucede por fin el verano. Contra lo que sucede en la vertiente meridional donde soplan a menudo vientos de cuadrante S, las montañas de la septentrional apenas conocen otros vientos que los frescos de cuadrante N. Pero, debido al desplazamiento de las áreas ciclonales y anticiclonales, el viento del E. sopla también bastante a menudo; denominado iruzki-haizea o viento de amanecer, trae el buen tiempo con mayor seguridad aún que el viento N. Ambos son considerados "buenos vientos" en el país. Agreguemos a esto que todos los atardeceres baja hacia los valles la brisa de montaña igualmente fresca. Pero el viento S. se hace sentir de vez en cuando: mucho más cálido y más seco aún que en invierno o en primavera, abrasa la atmósfera, se extiende hacia el prepirineo como una ola de calor. Como ocurre que además es violento, su llegada es funesta para el maíz cuyas flores seca y cuyos tallos abate; después de cometer estas hazañas cede su lugar al viento del SO., cuyas nubes cargadas de electricidad descargan a lo largo de la divisoria de aguas espesas lluvias de tormenta. Si, por encima de los 850 m., la nieve suele hacer su aparición desde mediados de octubre, por debajo de esta altitud el otoño es una estación que presenta períodos deliciosos, incluso después del mes de septiembre, gracias, esta vez, a los vientos de cuadrante S. El del SE, medianamente cálido, gusta en especial al montañés, ya que prolonga el verano dentro de una suave tibieza: es el hegoxuria -viento del S. blanco- como lo llaman en Ossés (Baja Navarra). Mucho más cálido es el viento S, deseado porque acelera la maduración del maíz y de la vid, pero del que se desconfía porque si se torna violento puede romperlo todo. Ahora bien, es el viento favorito de los cazadores de paloma: estas aves emigran de Francia a España en septiembre-noviembre y, cuanto más poderoso sea el viento S, más cerca del suelo vuelan al atravesar las vertientes de la divisoria de aguas pirenaica. Entonces es cuando los cazadores las atrapan en las redes colocadas a lo largo de los puertos montañosos. Desgraciadamente estos agradables momentos tienen su contrapartida: las lluvias torrenciales que traen los vientos de cuadrante O.