Concepto

Carnavales de Álava

El bullicio que se producía ante las carreras de los disfrazados sólo era superado por las bromas y parodias que se producían en los principales pueblos (Gasteiz, Agurain, Laudio, etc.), a los que acudían los vecinos de los alrededores.

Entre los juegos propios de estas fechas, encontramos el calderón y la "chata"; también realizados en Cuaresma. Otros, como el colgar un gallo en una cuerda que se colocaba de un extremo a otro de la calle principal de Campezo, servía para que los niños, con los ojos vendados, mataran el ave.

Algunos disfrazados invitaban a jugar "al higuico", animando al público infantil. Mientras se recitaba:

Al higuí, al higuí,
con la mano no,
con la boca sí.

el niño debía intentar coger el higo con la boca. Higo que era movido mediante un palo al antojo del adulto, el cual en la otra mano tenía estiércol para embadurnar la cara del practicante.

En las localidades más importantes salían carrozas. Preparadas con esmero, solían representar escenas rurales o montajes de civilizaciones lejanas. Una de las más conocidas en el territorio era la que sacó durante años la asociación Rakataplá de Laudio, desde el caserío Kurtze, llegando incluso a rivalizar con otras por las calles de Bilbao.

En las carrozas iban comparsas cantando que, a su vez, vendían las letras. Otras comparsas, uniformadas iban a pie y llevaban diferentes instrumentos musicales. Los documentos existentes en archivos y hemerotecas, nos demuestran que en Gasteiz a lo largo del siglo XIX y principios del XX, las comparsas tenían una importancia clave. Eran el motor de expresión popular. Tenían nombres como "Los bebés", "Los turcos mamelucos", o "Los incas".

Somos 'Los Incas'
bastante civilizados,
tanto que la carne humana
ya no queremos comer.

Pero al llegar a Vitoria
y contemplar sus mujeres,
a todos nos han dado ganas
a la antropofagia de nuevo volver.

Que algunas hembras
hay tan colosales,
que abren en nosotros
un hambre feroz.

Y es una gran pena
no poder comerlas,
porque están mejor
que un pollo con arroz.

La plaza, el frontón o el espacio delantero de una casa eran los lugares habituales y fijos de realización del baile, al que asistían niños, jóvenes y adultos. A los sones de la Banda de Música y de la presencia de un guitarrista, un tañedor de bandurria o de armónica, o un txistulari, la animación crecía por momentos.

El baile comenzaba durante el año, generalmente, después de las vísperas y finalizaba al toque de oración: "Avemarías" o Abemariak. Las mozas, acompañadas por los muchachos, se dirigían a sus casas y ellos regresaban a la taberna. La diferencia, en cuanto al realizado en Carnaval, era la asistencia de disfrazados y que se podía prolongar hasta la madrugada: bien en locales cerrados; bien en la casa del mozo mayor después de una buena cena.

El baile de esta noche era el último antes de la Cuaresma, lo que conllevaba no ejecutarlo hasta el Domingo de Pascua de Resurrección. No obstante, al igual que en ciertos pueblos se dejaban algunos productos de las cuestaciones para degustarlos el Domingo de Piñata (domingo siguiente al Domingo de Carnaval), también se festejaba con bailes considerados dentro de una clandestinidad manifiesta.