Concepto

Bilingüismo

La existencia de una situación de lenguas en contacto entre el euskera y diversas lenguas indoeuropeas prelatinas en zonas que han sido o son de lengua vasca hunde sus raíces en los tiempos prehistóricos, como cabe deducir del testimonio de la onomástica antigua, antroponimia y toponimia. (Michelena; Lakarra, 1988: 79) El área de topónimos de tipo vasco coexistente con los de otras lenguas ocupa un manchón en el mapa muy acorde con el área de la cultura vasquitana y, actualmente, subsiste toponimia euskérica muy clara en todo el Pirineo hasta tocar el mar en la costa catalana. (Corominas, 1965: 97 y ss.).

La invasión de diversos grupos étnicos y los flujos y reflujos poblacionales provocó seguramente numerosas situaciones de contacto entre lenguas. Ya hacia el año 179 a. de J.C. se produce el primer contacto de romanos y vascones, de euskera y de latín. Pero ya había contactos anteriores con la conquista de los valles altopirenaicos donde el euskera era realidad viva. Los núcleos urbanos mayores o los enclaves militares llegarían a ser en cierto modo bilingües, lo que se traduce en lucha de idiomas. (Estornes Lasa, 1960: 257-258) Esa existencia de diversas lenguas en contacto con el vascuence, habría dado lugar a varias y diversas situaciones de bilingüismo o plurilingüismo, según se desprende de Estrabón y es innegable que la proximidad, aunque fueran unas relaciones mínimas de vecindad, introduciría en el vasco términos de esas desconocidas lenguas vecinas, entre las cuales, el celtíbero por el Sur, formas de Ibérico por el Este y dialectos galos por el Norte serían los principales. (Agud, 1980: 15) A partir de la romanización, el euskera se encuentra rodeado de lenguas protorrománicas que terminan en romances: castellano, en el sur; gascón, bearnés y demás dialectos occitanos, en el norte; alto-aragonés, por el nordeste; castellano y castellano-montañés (cantabro-castellano), por el oeste. (Agud, 1980: 23-24).

Con la caída del imperio romano se recobra la estructura de los antecesores vascos y, con ello, mejores condiciones para el euskera, que comienza a extender sus límites tanto hasta el Garona, al norte, como hasta la Ribera y la Rioja, al sur. Pero no sucede igual por el oeste, donde las Encartaciones son repobladas por cristianos romanizados de la meseta alta, ni en Bayona, mediante la temprana romanización de los s. IV-V, continuando con las relaciones con los reinos francos, hasta que se convierte en punto estratégico vikingo en el s. IX, imponiendo un uso del latín que posteriormente evoluciona hacia un gascón diferenciado. (Euskaltzaindia, 1978: 241-242).

A finales del s. XI, la expansión vascona de reconquista de los territorios abandonados por los musulmanes establece una nueva vasconización, quizás sobre la ya existente originaria zona vascoparlante, hasta las cercanías de Burgos y sur de la Sierra de la Demanda; así, en la primera mitad del s. XIII los vecinos de la Villa de Ojacastro (desde 1982, Comunidad Autónoma de la Rioja) tenían el fuero de declarar en vasco en los pleitos. (Agud, 1980: 18- 19) Ello da lugar a la tesis de que el romance castellano surge a resultas del contacto entre euskera y latín, romance que conserva características fonéticas y lingüísticas propias del euskera. (Euskaltzaindia, 1978: 241).

Al final del siglo X "la información acerca de la lengua vasca empieza a ser copiosa, aunque deficiente por su misma naturaleza" (Michelena; Lakarra, 1988: 26-27), lo que permite acreditar la situación de bilingüismo. Las condiciones para el surgimiento del bilingüismo o plurilingüismo serían muy variables en el tiempo y en el espacio, pudiendo lógicamente suponer que las zonas del euskera no limítrofes con otras lenguas se mantuvieron generalmente monolingües, salvo ciertos núcleos urbanos de mucha comunicación.

Durante el periodo central de la Edad Media, los principales contactos correspondientes entre el euskera y otras lenguas, como el latín y romances, serían, además causados por diversas corrientes europeizantes, como la reforma cluniacense o el Camino de Santiago. Otro riesgo para el euskera proviene del trato recibido por parte de los sectores sociales más dinámicos (nobleza, burguesía, iglesia...), que van optando primero por el latín y después por el romance (inicial y especialmente, como lengua escrita), relegando al euskera al mundo rural. (Euskaltzaindia, 1978: 254-256).

Durante los s. XVI y XVII el ámbito del euskera se mantuvo básicamente sin grandes alteraciones en su extensión espacial, aunque no en su consideración social. Así, durante el s. XVII, en Euskal Herria continental se comienza a hacer una diferencia entre lenguas nobles y vulgares, optando la nobleza en el plano cultural por el bel usage o lengua de la corte, dejando para el pueblo llano los patois. A partir de la Revolución de 1789, aunque con excepciones, se tiende a imponer el francés -lengua del progreso- como una condición indispensable para la construcción de la nación francesa. (Bidart, 1991: 146-148).

En Euskal Herria peninsular a partir de la mitad del s. XVIII es cuando comienza el retroceso del euskera en Álava y quizás más tenuemente en Navarra, al ser impulsado el uso del castellano por los grandes comerciantes y por los religiosos. También en las mayores ciudades comerciales de las provincias costeras, tales como Bilbao, Donostia-San Sebastián y Bayona, se desarrolló el bilingüismo, ya que el romance -oral y escrito- se adueñó de la economía y de la política, siendo además obligatorio para acceder a los cargos de la administración. Entre la burguesía y clases dirigentes de las ciudades se instaura una tendencia a considerar el euskera como lengua de campesinos y trabajadores humildes, aunque no se puede decir que la vieja lengua era siempre despreciada o marginada. Así, no se puede olvidar que la jerarquía eclesiástica cambió radicalmente después de Trento y ordenó impartir doctrina y realizar las predicaciones en euskera (aunque ello no se aplicó en todas las diócesis), ni que fue el clero quien produjo la mayoría de los primeros escritos en euskera, durante los s. XVI-XVIII.

Tampoco hay que olvidar los esfuerzos a favor de la lengua vasca realizados por los apologistas -entre los que destacaban algunos religiosos-, ni diversas aportaciones hechas desde la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y algunos de sus miembros; con todo, este organismo optó por el castellano como vehículo lingüístico para la educación, por ser esa la lengua oficial. (Euskaltzaindia, 1978: 276-277). En Vasconia continental, aunque la Revolución Francesa de finales del s. XVIII construyó una Francia rabiosamente centralista, siendo afectadas las provincias vascas continentales por esa política, son excepciones ciertos documentos burocráticos en euskera, como las actas municipales de Ahetze (Lapurdi) de 1792 a 1796. En la Vasconia peninsular, a pesar de que el carácter centralista de la monarquía borbónica margina también lingüística y culturalmente a las regiones de la periferia, hay algunas excepciones como los documentos de carácter comercial del Baztán navarro, hacia 1777. Con todo, aumenta el fenómeno de diglosia, de dependencia de lengua marginada o baja (euskera) respecto a la lengua alta o de la administración (castellano). (Mujika, 1980: 333-334) Muy posiblemente hasta esta época, en las deliberaciones oficiales una mayoría de de nuestros municipios y juntas locales usaba el euskera y luego los secretarios redactaban el acta de los acuerdos en castellano. En las Juntas Generales y relaciones entre diversos organismos públicos el uso del euskera (Armiarma.com) y del francés o castellano -según fuera al norte o al sur del Bidasoa, respectivamente- era familiar; y cuando concurrían individuos desconocedores de una de las lenguas se solían traducir las intervenciones dándose un bilingüismo oficial. A los Tribunales eclesiásticos de Navarra se enviaban comisarios euskaldunes para las zonas monolingües de esa lengua, que eran la mayoría, y romanzados para las bilingües y monolingües castellanófonas. En los Tribunales civiles de Navarra se seguía el mismo procedimiento según consta por la certificación dada en 1778 a petición del receptor vascongado Vidaurre. (Donostiako Udala-Ayuntamiento de San Sebastián). La paulatina sustitución del euskera, sobre todo por el castellano, en Vasconia peninsular, y por el francés, en la zona continental, se acrecienta durante la época moderna. La historia de la lengua vasca a partir de la segunda mitad del s. XIX está marcada por cambios tales como la industrialización, la inmigración, el proceso de urbanización, el desarrollo de las comunicaciones, la asunción de modelos externos y el hundimiento de la sociedad tradicional vasca, incluido el sistema foral. Pero tampoco hay que olvidar hechos tales como la debilidad de la conciencia como pueblo, la introducción obligatoria de la primera enseñanza o el traslado de las fronteras aduaneras del Ebro al Bidasoa, que afectaron fuertemente al euskera, tanto en su extensión como en la disminución de sus funciones sociales. El bilingüismo individual a finales del s. XIX, -según las estadísticas del alavés Ladislao Velasco- ofrece los siguientes porcentajes de vasco-hablantes: Gipuzkoa (1867) 96%; Bizkaia (1867) 81%; País Vasco Norte (1866) 65%; Navarra (1867-68) 20% y Álava (1867) 10% (Mateo; Aizpurua, 2003).

Más de la mitad de la población de los siete territorios vascos era monolingüe en vascuence y, en consecuencia, para desarrollar la enseñanza en castellano y/o francés con un mínimo de éxito la referencia a la lengua de origen es inexcusable; por ello, se elaboran libros de texto y manuales en euskera tanto en las escuelas del Reino de España como en las de la República francesa para enseñar respectivamente español/francés a los niños de vasco-hablantes con el fin de ser meros vehículos de introducción de la lengua del estado dominante. (Rodríguez Bornaetxea) Según la documentación existente, las Juntas de Gernika se expresaban también en euskera en los discursos; la Carta Pastoral del Primado de las Españas, de 1820, se publica en bilingüe; algunas de las relaciones escritas entre ciertos municipios se llevan a cabo en euskera, etc. (Armiarma.com). En el último tercio del s. XIX el euskera sufre en Álava y Navarra un importante retroceso. Aunque, las mismas condiciones tan lamentables provocaron a partir de finales del s. XIX una respuesta en defensa de los valores autóctonos, incluida la recuperación del euskera. (Euskaltzaindia, 1978: 275-277, 293-298).

Durante el s. XX la citada tendencia a la sustitución del euskera por el castellano se acrecienta, aun más, a medida que se generaliza el proceso de industrialización y modernización en las provincias en que, como Guipúzcoa y Bizkaia, mejor se mantenía la lengua vasca, en Vasconia peninsular. Esa tónica general impera, aunque con algunos intentos de contención, desde la revolución industrial y desde la modernidad hasta pasada la mitad del s. XX, en el sur de Vasconia, y hasta finales del mismo en el norte. A ello contribuyeron la intensificación de algunas tendencias ya iniciadas en siglos anteriores y otras específicas: la pérdida casi absoluta de peso social de la sociedad tradicional vasca hasta su casi total desaparición, la falta de una conciencia como pueblo -o la represión de la misma, cuando está surgió-, el desplazamiento del euskera de las actividades económicas, sociales y culturales emergentes, el fortalecimiento de las estructuras político-administrativas de los Estados francés y español, en sus respectivos territorios, el auge de los medios de comunicación en francés y en español, también en las partes norte y sur de Vasconia, respectivamente.

Sin embargo, en todo Euskal Herria se dan intentos de reavivar el euskera y promover su enseñanza, creando textos orientados a tal finalidad (Rodríguez Bornaetxea); además, durante el breve periodo autonómico de Euskadi (1936-37), en Vasconia peninsular, el euskera fue proclamado oficial por el Gobierno Vasco en Alava, Bizkaia y Gipuzkoa (Euskaltzaindia, 1978: 16) y el Boletín oficial del Gobierno Vasco de 1937 se publicó en bilingüe. Pero la victoria franquista en la Guerra Civil Española interrumpió los intentos de recuperación el euskera recién iniciados y conllevó la prohibición del uso público de la lengua vasca, lo que fue un acontecimiento de primera magnitud que incidió en gran medida en esa situación de deterioro paulatino de las condiciones sociales del euskera. Hubo que esperar al tardo-franquismo, cuando al tiempo que se iniciaba el proceso de unificación del corpus gramatical del euskera, esa lengua fue logrando una incipiente socialización mediante las llamadas escuelas vascas que comenzaron a surgir a la sombra de la Iglesia Católica, manteniéndose en la clandestinidad hasta 1945. En la década 1970-80 los centros educativos tuvieron que hacer frente a nuevas exigencias que propiciaron la movilización popular con el fin de poder recaudar los fondos necesarios para las incipientes, pero cada vez más extendidas ikastolas: Kilometroak en Gipuzkoa, el Ibilaldia en Bizkaia, el Nafarroa Oinez en Navarra, el Araba Euskaraz en la provincia alavesa y el Herri Urrats en el País Vasco Norte. (Rodríguez Bornaetxea).