Concepto

Antropología Física

Los autores que han investigado el tema lo constituyen tres grupos:

  1. Los de finales del siglo XIX -Broca, Collignon, Quatrefages.
  2. Los de principios del siglo XX -Aranzadi, Barandiarán, Eguren, Hoyos Sainz, Jaureguiberry, Etcheberry, Valloisy.

    Los de las últimas décadas del silglo XX, Marquer, Riquet, Ruffie, Mourant, los de la Escuela de Antropología de Barcelona -Alcobé, Fusté, Pons-, los de la Universidad del País Vasco -Basabe, de la Rúa e Iturrioz-, y A. Valls de la Universidad de Madrid.

Los primeros, utilizando métodos más simples, eran más primitivos y tuvieron la oportunidad de estudiar seres humanos menos heterogéneos; los más modernos, conocedores de la Genética, la Bioquímica, la Ecología, la Prehistoria, etc. profundizan mucho más en el concepto de raza, dándole un valor muy relativo. Dos de ellos, Marquer y Riquet, niegan la denominación y la existencia del tipo "pirenaico-occidental" de Aranzadi, en parte porque no conocen las realidades biológicas de Euskal Herria peninsular.

El francés Paul Broca, considerado por algunos como fundador de la antropología, midió sesenta cráneos de Zarautz (1862-1867) y otros tantos de San Juan de Luz, haciendo muchas fotografías de personas vivas. La conclusión a la que llegó fue la siguiente: los vascos del sur son de una raza dolicocéfala (M=77,67) diferente de la dolicocéfala europea y emparentada con la blanca de Africa del Norte, la guanche de Canarias y la troglodita del Cromagnon. En el Norte de Laburdi, sin embargo, encontró una mayoría de braquicéfalos y ultrabraquicéfalos (M-80,25).

Etcheberry ha planteado la cuestión de si los cráneos medidos en Zarautz pertenecerían a vascos auténticos; y el francés Collignon ha visto el mismo problema respecto a la cosmopolita ciudad de San Juan de Luz. Si exceptuamos a Aranzadi, los trabajos de Collignon, discípulo de Broca (1893), fueron los mejores de su época, realizados con reclutas vascos del norte de aquel año y, como control, con un regimiento español de Gipuzkoa. En ellos encontró un nuevo grupo humano que se diferenciaba claramente de los que había observado hasta entonces en Francia y Africa del Norte: "de estatura elevada, mucho más altos que el francés medio, espaldas anchas, extremidades delgadas, cabeza alargada pero ancha hacia el medio, cara estrecha y larga, cabello y ojos oscuros". Termina diciendo que la cabeza vasca se caracteriza por dos peculiaridades sorprendentes: "Una encorvadura a nivel de la sien y un estrechamiento enorme de la cara hacia el mentón".

Entre las investigaciones realizadas a finales del siglo pasado y el comienzo de éste sobre población vasca, cuya evolución ha sido investigada en un plazo de más de noventa años, tenemos a dos autores de gran interés. Uno de ellos el profesor E. Vallois, antropólogo de primera línea en los últimos tiempos, y el otro Telesforo Aranzadi, el auténtico fundador de la Antropología vasca. El mencionado autor francés ha confirmado y ratificado lo observado por los anteriores. En su opinión:

"el pueblo vasco constituye un pueblo autónomo... que se diferencia en sus caracteres físicos, y ello aun dejando de lado la etnia y la lengua. El aspecto de la cabeza es especial. Encorvada en las sienes, el cráneo presenta una cara larga y delgada que va estrechándose hacia abajo y que acaba en un mentón huidizo y afilado... a pesar de la encorvadura la cabeza suele ser bastante larga, con un índice 1-83, moderadamente braquicéfala. Frente recta que se une, casi sin hondonada suprasanal, a una nariz leptorrina delgada y saliente. Los cabellos suelen ser morenos, oscuros o negros, siendo los rubios excepción. Pero los ojos son a menudo claros, verdes o castaños".

La descripción de Vallois corresponde a los vascos del norte. En el sur predominan los ojos oscuros (60 %), apareciendo a menudo un iris que tiene un componente verde (30 %). Las órbitas de los ojos son altas y redondas, siendo muy característico el perfil inferoexterno del ángulo orbitario del cráneo. Las orejas largas (M=66 mm. en los varones) con el lóbulo suelto. Los labios delgados (M=7 mm.), a menudo el superior metido hacia atrás (opistocelia), cosa que escultores y retratistas saben bien, la mandíbula es recta, el mentón afilado y los gonios son marcadamente estrechos, esto es, bajo las dos orejas el ángulo que forman el cuerpo y las ramas de la mandíbula tiene una apertura muy estrecha. Esta recopilación de caracteres formada por las sienes encorvadas, la mandíbula estrecha y el mentón afilado y entrante conforma una figura que los autores franceses han llamado "pico de liebre" ("bec de lièvre") y Aranzadi "cara de saltamontes".

Aranzadi cree que el cráneo y estructura facial que se está comentando son consecuencia de una introversión del punto delantero del agujero occipital llamado basion y, en su opinión, el anillo óseo del basion al alzarse por la parte delantera y formar ángulo con el plano horizontal, puede ser el causante de un mecanismo cráneo-facial que explica el perfil entrante de la cara, el tamaño de la nariz, el que las sienes sean tan encorvadas y la basculación de la región occipital. Según decía el antropólogo de Bergara, esta colección de rasgos "es en el fondo la misma cosa, la característica propia de una raza profundamente original, la pirenaico-occidental, que no se explica por la aportación de tipos exóticos y cuya combinación es originalmente vasca".

La tesis doctoral de Concepción de la Rúa (1984) se dedica a este tema; en el marco de esta investigación se han exhumado las tumbas de doscientos religiosos -cien varones y cien mujeres- de quienes se conocía la edad, sexo, autoctonía y origen de padres/madres y abuelos/as. La estructura corporal es fuerte. Comparando con el brazo, el antebrazo es corto y en el tronco corporal bajo, bastante largo, el muslo es bastante corto. La estatura siempre ha sido una de las más altas de la Península; en el norte comparando con el resto de Francia la diferencia no es tan pronunciada. Lo mismo aparece en el mapa de los reclutas españoles de 1967, en el esquema que Aranzadi presentó al final del siglo pasado y en las investigaciones de Esther Rebato y G. Arriandiaga sobre los hombres y mujeres de la Comunidad Autónoma.

Puede observarse el cambio de estatura ocurrido en cien años, habiéndose dado un crecimiento de 4,5 cms.; este fenómeno ha tenido lugar en casi todos los pueblos desarrollados y es, en gran medida, una consecuencia del fenómeno de explotación del entorno que repercute en la mejora de la alimentación, higiene, nivel de vida y sistema neuroendocrino. Entre 1889 y 1984 la estatura de los varones en Gipuzkoa ha aumentado 7,4 cms. y 5 cms. en Bizkaia. Algo parecido ha sucedido en el norte, llegando el mencionado crecimiento de estatura a los 4,8 cms. En lo que se refiere al tronco corporal, en las mujeres el cuerpo es bastante alargado y un poco rectangular, en los varones la espalda larga y muy alta tapa un pecho en forma de tronco cónico, que se alarga hacia abajo con un talle fino y caderas muy estrechas. Las curvas del raquis son muy vivas y le dan al andar una esbeltez y facilidad especiales. En las mujeres la anchura de espaldas iguala la media mundial de los varones; tienen una pelvis bastante ancha y se acercan a su estatura. Tanto en hombres como en mujeres la altura del empeine es notable. En las manos, como en las extremidades inferiores, tiene mucha influencia, además del genotipo de cada uno, la perístasis laboral; esto se ve en las medidas de los dedos y de las manos de pelotaris y rederos (tesis de M. Fusté), en los brazos de los remontistas y en la diferencia entre los pies de las mujeres urbanas y los de las caseras que utilizan abarcas (trabajo de K. Untzueta). La proyección del biotipo vasco queda clara en la elección y práctica de deportes que requieren mucha fuerza y rapidez. Los vascos del sur tienen como característica el escaso desarrollo de vello corporal. En la falange media de las manos y pies la población vasca, según los novecientos tipos-masculinos y femeninos-medidos, tiene el porcentaje más bajo de falta de vello entre setenta poblaciones investigadas (M= 16,47 %). El color de la piel puede expresarse cuantitativamente cuando es medido por medio de un espectrofotómetro de reflectancia colocado en la cara interna del brazo izquierdo; las curvas de reflectancia colocan a los/as vascos detrás de los/as ingleses, belgas y holandeses, siendo los/as vizcaínos más pigmentados (m=77) que los/as guipuzcoanos (m=69), pero por delante de los/las leoneses y demás españoles. En lo que respecta al color, las mujeres son más blancas que los varones vascos y que las mujeres inglesas y están al par de las mujeres caucásicas. En lo que se refiere al color del iris y, como ya ha sido dicho, tanto el de los varones como el de las mujeres, en más del 50 % de los casos, suele ser muy pigmentado presentando un porcentaje parecido (M=40,5 %), aunque más bajo, en cuanto al color del cabello. Los dermatoglifos, según Pons, colocan a los vascos entre los valores más altos de las poblaciones europeas, similares a los del este de Europa y del Oriente Próximo de Asia. No hay grupo humano que supere al vasco en cuanto a la frecuencia de figuras del área hipotenar; y se diferencian por la horizontalidad de las líneas de la palma de la mano, pues entre los europeos es en las extremidades donde mejor se observan las características. Doscientas personas estudiadas por M. Larrañaga en el Goiherri de Gipuzkoa confirman algunas características mencionadas por Pons. Todos estos rasgos de los cuerpos, cabezas y caras observados por la antropología durante cien años proporcionan un punto de vista global sobre qué es lo que evoluciona y qué es lo que permanece en los caracteres de nuestro pueblo a través del tiempo: el aumento de la estatura, la mayor esperanza de vida, la intensificación de la pigmentación del iris con la edad, sobre todo en los varones; y mucho más, la pérdida de los dientes, desaparición que, además de influir en la mandíbula inferior, cambia también caracteres fisiognómicos.