Son abundantes los elementos de arquitectura civil que se conservan en Zarautz desde época medieval. Comenzando por los de más solera, destaca la casa Makazaga, en la plaza. Se trata de un edificio de tres alturas y desván, construido en sillar de talla gótica y entramado relleno de ladrillo macizo. Está enmarcada por espolones, y tiene acceso descentrado de medio punto, ligeramente apuntado, y otro más en la fachada lateral. Los vanos son conopiales -simples y ajimezados-, otros adintelados -más tardíos- y tiene una saetera. A la altura del primer y segundo piso asoman sendas hiladas de canes, seguramente para sostener balcones volados. Y rematando los espolones, un par de vierteaguas con elementales tallas zoomorfas. Es una casa de villa culta, de estilo gótico renacentista.
No muy lejos se encuentra la casa Portu, hoy sede del ayuntamiento. Es una construcción palacial, levantada en sillería -fachada- y mampostería -laterales y trasera-. Tiene tres plantas, con vanos y balcones adintelados, siendo los de mayor interés los de la fachada principal, que llevan marcos fileteados y orejas, y los del bajo además rematan en frontoncillo triangular cóncavo y pirámides a los lados. Al centro se abre el acceso, adintelado y recercado como los vanos, con medallón de IHS encima y flanqueado por columnas toscanas acanaladas. En las plantas superiores luce tondos y enmarcando toda la fachada, pilastras acanaladas gigantes con capiteles jónicos. En origen fue la casa solar de los Portu, asentados en el siglo XVI, si bien la construcción actual sigue los prototipos del clasicismo.
Un poco más adelante, en el nº 21, una casa con fachada de sillería, acceso apuntado y ventanas de medio punto, apuntada y conopiales (en vano triple mainelado).
En esta misma calle, se sitúa casa Dotorekua, fundada por el doctor Juan Ortíz de Zarauz, corregidor de Castro Urdiales. Ocupada en el siglo XVI, se dispone en esquina, justamente en los límites del casco histórico, y es de sillería, con tres alturas. Se trata de un volumen compacto, austero, que nos sitúa ya en el XVII. Tiene vanos adintelados, un acceso en arco levemente apuntado y otro menor de medio punto. La ornamentación se reduce a los antepechos moldurados de algunas ventanas, la cornisa taqueada, en la que asoman en los ángulos gárgolas figuradas bastante finas, el alero con los canes repuestos, y en la fachada el escudo de los Zarauz.
Otra construcción destacable en la calle Zigordia, es la casa Kareaga o Alzaru, barroca, que luce un escudo en la parte alta de la fachada.
Volviendo a la calle Nagusia, encontramos torre Luzea, la mejor casa-torre tardogótica de Gipuzkoa. Erigida en sillería, consta de cuatro plantas, y es un edificio de gran compacidad. Presenta vanos apuntados, de medio punto y trilobulados -simples y geminados-. Los accesos son apuntados, situándose uno de ellos en la primera planta, al que se llega por un patín exterior, y que tuvo escudo sobre la entrada. Entre los pisos altos, corren además hiladas de canes que sostendrían sendas balconadas. La fachada principal se enmarca además por espolones calados por parejas de vanos trilobulados, a la altura de los balcones del segundo y tercer piso. La cornisa de remate es igualmente refinada con dobles canes abocelados y cubierta a cuatro aguas. Interiormente ha sufrido mayores transformaciones para adecuarse a las funciones actuales, pero en conjunto es una de las mejores construcciones medievales conservadas en Euskadi.
En la calle Azara nº 2, se sitúa la casa Zarauz-Gamboa, gótico-renacentista pero muy remodelada, que conserva pareja de espolones, y sobre todo un dintel -que pertenecería a otra puerta- con escudo de Zarauz-Gamboa, inscripción en caracteres góticos y escena de caza de una ballena. Y en la misma calle, la casa Roteta, ya del XIX, de composición ordenada y en esquina, que luce un escudo con un hacha, dos picos, la parte inferior de un ancla con pareja de panelas y estrella, y otras grafías góticas.
La calle Trinidade conserva también un par de edificios, del siglo XVIII, en los nº 7 y 11. Ambos adaptados al esquema urbano medieval, pero con rasgos propios del barroco: el primero, con cornisa de media caña con óculos, marcos de los vanos con orejas, platabandas entre las plantas; y el segundo, austero, de buena sillería en las plantas inferiores y con algunos balcones volados.
Aunque es sin duda en la calle Nagusia donde se encuentra la mayor concentración de inmuebles destacados desde el punto de vista artístico. En el nº 7, mirando a Musika plaza, un edificio neoclásico, con bajo abierto en cinco arcos de medio punto, tres alturas residenciales y última planta abierta en galería. Luce vanos adintelados alternos con balcones volados, recercados por moldura. Al otro lado de la plaza, se levanta un edificio cuyo bajo ocupa el bar Otamendi, que nos sitúa también en la arquitectura residencial culta del siglo XIX. En el nº 10, hay una vivienda con mirador central y balcones a los lados de esmerada forja, ya de época contemporánea. Y del siglo XIX es la casa del nº 14, Sorrelu-Enea, acomodada al trazado urbano gótico, que quizás ocupe el solar de una antigua casa-torre. En el nº 21, torre Motxa o Laburra, del siglo XVI muy alterada, que junto a la próxima torre Luzea custodiaría una de las entradas a la villa. En el nº 30, una vivienda historicista, con balcones volados, mirador central y vano semicircular en el último piso.
Mirando a la calle Nagusia, en el entorno de la iglesia de Santa María, adosada a ella, se erige la torre de los Zarautz, convertida en el siglo XVIII en campanario. Se trata de un edificio de sillería, cinco alturas y pocos vanos -saeteras y ventanas apuntadas geminadas-, como corresponde a una casa fuerte medieval. El acceso original se realizaría mediante un patín que subiría al primer piso. La torre primigenia se levantaría hasta la cuarta planta, donde asoman una hilada de canes, que servirían de sostén para el cadalso y la cubierta. Hoy alberga el Museo de Arte e Historia de Zarautz.
Al otro lado de la carretera, junto a la playa, otro edificio vinculado a los Zarautz, el palacio de Narros o Corral, levantado en sillería en 1536 ya como vivienda palaciega. Se trata de un módulo cuadrado de tres alturas, con otros dos bloques adosados a los lados, del siglo XIX. El cuerpo central tiene acceso de medio punto, de grandes dovelas, sobre el que va el escudo de los Zarautz, con la inscripción "Zarauz antes de Zarauz", acaso una referencia a la existencia de aquel linaje antes de la fundación de la villa. Se abren vanos semicirculares a los lados de la entrada, balcones adintelados en el primer piso y pequeñas ventanas conopiales y en arco escarzano en el ático. En los ángulos de esta construcción, remates a modo de garitones con pináculo, de regusto medieval. Coronando la fachada una cornisa almenada decorativa. En el interior la distribución se realiza a partir de un patio central, acristalado. El conjunto se completa con un extenso jardín. En él se alojaron Isabel II y el famoso jesuita Padre Coloma.
Otra construcción que pudo llegar a ser un gran edificio, es el palacio que Juan Mancisidor, secretario de Felipe III en Flandes, mandó edificar en la huerta de los franciscanos, de la que solamente erigió parte de la fachada.
Fuera del recinto histórico, otros edificios residenciales de interés son Villa Munda, ocupando terrenos del antiguo cementerio, erigida por el doctor Pedro Velasco, es una construcción ecléctica del último tercio del siglo XIX, que incluye jardín; Sanz Enea, un palacete de las mismas fechas, construido por el arquitecto francés C. H. Besoin, que ofrece un cuidado juego cromático en la combinación de muros, cantoneras y pizarra. Más próxima a la playa, está Zuazo Enea (1963), en la que se combina el ladrillo caravista con elementos neogóticos. Y también mirando al mar, Villa Tamarindos, de concepción más moderna, dejando a un lado lo decorativo en favor del juego de volumenes geométricos. Otras villas de interés levantadas desde el siglo XIX, en estilo ecléctico o historicista, son Manuela (hoy sede del Photomuseum), María Pilar, Aiten Etxe (convertida en restaurante), Maddalen, Kabi Alai, Aiala haundi txiki (restaurante de Argiñano), Guadalupe, etc.
Por otra parte, un lugar especial merece Vista Alegre, un parque que fue la finca de los Condes de Villapadierna, y donde se ubica un torreón (h. 1913) de inspiración clásica, utilizado como mirador, que fue la primera construcción de hormigón armado realizada en Gipuzkoa, y también la portería de la finca (llamada la casa de chocolate, por recordar a las de los cuentos), ecléctica, restaurada hace unos años.
Sin dejar aún el núcleo urbano, destacan otros edificios de uso público, como el cine Modelo (1948), con guiños al racionalismo y al clasicismo; el mercado (1903), construido en un patio entre calle Nagusia y Zigordia; las antiguas escuelas (1913), de líneas sencillas buscando la funcionalidad; la estación de tren, del siglo XIX, que logra un bello efecto cromático con la mezcla de materiales; o el kiosko de música, templete de piedra, metal y madera, copia de otro retirado durante la guerra civil.
En el medio rural, destacan varios caseríos como Añorbe (barrio Iñurritza), moderno, que mantiene en la fachada un soportal abierto en arcos de medio punto y el escudo; y en Talaimendi, los caseríos Agerre Bekoa y Agerre Goikoa. El primero con entramado de madera, que conserva algún arco apuntado y vanos de medio punto, del siglo XVI pero reedificado un siglo después; y el segundo remodelado para agroturismo. También Argoin Haundi, del siglo XVI ampliado en el XVIII, destacable por su compleja estructura lígnea y los restos góticos que conserva (parte de los muros y vanos conopiales, de medio punto geminados, con antepechos -alguno decorado-).
En Urteta se localiza la casa Etxebeste, solar de Matías Echeveste -pionero en la caza de ballenas en Terranova en el siglo XVI-, muy transformada, pero que mantiene escudo del linaje; y el caserío Gurmendi, citado por Lope de Isasti en 1625, con una imponente fachada en la que se abre una galería porticada.
Y en un emplazamiento más elevado, los caseríos Oiarte y Aierdi, construcciones tradicionales barrocas con entramado lígneo y mampostería enlucida, que se completan con lavadero y herradero, respectivamente. Y también Isasti, barroco aunque bastante alterado, que seguramente fue casa solar, con diversos vanos adintelados de distinta luz y una curiosa solución en la cubierta que desciende en cola de milano por una vertiente.
En la zona de Santa Bárbara se encuentra el caserío Garro, del siglo XVI reformado, que conserva un acceso apuntado y dos vanos de medio punto.
Y cerca del camping, el caserío Berazadi Zahar, que se supone uno de los más antiguos del municipio, aunque alterado.
Entre los elementos patrimoniales de tipo fabril, conviene señalar los molinos Errota Zahar y Errota Berri, en Urteta, y sobre todo el cargadero de mineral de Mollarri, utilizado entre 1891 y 1923, del que aún quedan buena parte de sus estructuras.
Entre los elementos religiosos de Zarautz destaca la iglesia de Santa María la Real, situada extramuros de la villa. Edificada a fines del siglo XV, ha conocido diversas modificaciones que le otorgan el aspecto que tiene actualmente. Es de planta de cruz latina, una nave con crucero, presbiterio ochavado y coro a los pies. El abovedamiento es ya barroco, y descansa en pilastras empotradas, que se prolongan al exterior en contrafuertes. Tiene dos accesos en el lado del Evangelio, uno gótico y otro renacentista. Las excavaciones arqueológicas realizadas en el templo, han puesto además al descubierto distintos niveles de ocupación en este lugar: un habitáculo con hogar de la Edad del Hierro, construcciones de época romana hasta el siglo V d.C., y una necrópolis (siglos IX-XIV) en la torre, situada en torno a tres templos anteriores al actual.
En el interior el mobiliario es importante, destacando el sepulcro de Lope Martínez de Zarautz, consejero de Enrique IV. Es del siglo XV, tiene escudo de los Zarauz-Gamboa con fauna heráldica, y se decora con un San Miguel venciendo al dragón, tracerías y una venera -por eso también se llama "de los peregrinos"-.
El retablo mayor es obra de Andrés de Araoz, continuado por su hijo Juan. Comenzó su construcción hacia 1560, tiene cuatro cuerpos, banco y ático para un Calvario, y cinco calles para relieves y esculturas. Está próximo al romanismo, y aunque se dedica a Santa María, las escenas son del ciclo de la Pasión de Cristo. La parte baja del retablo (paneles del friso, sagrario -que no se conserva-, relieve del banco, Moisés y Elías) fue obra de Andrés, siendo el resto de escenas ejecutadas en 1627 por tres escultores de Asteasu. Lo único que se conserva del antiguo retablo gótico, es la titular, gótica, del siglo XIV.
El resto de retablos son barrocos, de distintos momentos. Dos de ellos están dedicados a la Virgen del Rosario (1612) y a San Exuperio, romanistas y vinculados al taller de Ambrosio de Bengoechea. Exhiben notables tallas y relieves, como el de La Anunciación en el primero y el de Santa Ana triple en el segundo.
Ya del XVIII son los retablos de San Juan Bautista y del Cristo de la Vera Cruz, de Martín de Sagarzurieta. Presentan columnas salomónicas con decoración de vegetales, jarrones con frutas... y en cuanto a las tallas, destaca el Cristo Crucificado, de buen tratamiento anatómico y expresión realista.
Además el templo conserva un conjunto de piezas de platería de interés, entre las que está un cáliz donado en el siglo XVI, una custodia del último cuarto del XVI, una cruz de comienzos del XVII y un copón donostiarra de fines del XVIII.
Otro de los conjuntos religiosos destacados, es la iglesia, convento y colegio de San Juan Bautista de la Orden Franciscana, fundado en 1610 por Juan Mancisidor. Después ha conocido varios usos (durante la Guerra de la Convención fue hospital, almacén...) y reformas (1830, 1939, 1959...), por lo que el edificio barroco está alterado. La iglesia tiene planta de cruz latina, con tres naves y crucero corto. En el interior preside el retablo mayor (J. Ruiz de Larrinaga, 1828), que sustituye a otro de Martín de Sagarzurieta destruido por las tropas francesas (1794). Aunque lo más interesante es el tríptico flamenco (Antonio Blocklandt, 1577) con las escenas de Pentecostés, Natividad y Resurrección, que debió ser adquirido por Mancisidor en Utrecht. Fuera del convento, en la plaza, se alza un crucero de piedra, con el Crucificado por un lado y la Virgen con el Niño por otro, restaurado.
Sólo un año después de la creación de este convento, Mª Ana de Zarauz y Gamboa fundó extramuros el de Santa Clara, quien junto a sus dos hijas entró en la clausura. Sin embargo hasta concluirse las obras (Pedro de Zaldúa, 1618-1625), las monjas se instalaron en el palacio de Narros, constituyendo el primer convento de clarisas de Gipuzkoa. El conjunto es de líneas austeras, con un patio interior desde el que se articulan las dependencias. La iglesia (Miguel de Esnaola, 1656) es de planta de cruz latina, tres tramos, con ábside poligonal y crucero corto. Se cubre con bóvedas de medio cañón que apean en pilastras. Prescinde de ornamentación, ganando el valor arquitectónico. La fachada tiene espadaña para tres campanas, y un nicho para la titular. En cuanto al contenido mueble, destaca el retablo mayor, del siglo XVIII, dedicado a Santa Clara. Mientras los colaterales son clasicistas, ornamentados, para la Inmaculada, San Antonio y San Francisco. Guarda además varias piezas de platería del siglo XVII: un cáliz donostiarra (Andrés de Loidi), otro cáliz clasicista con esmaltes, una custodia de taller vallisoletano y una naveta. El convento ha sufrido varias reformas, sobre todo necesarias tras el paso de los franceses (1794), y con posterioridad ha sido restaurado (1985).
Otro edificio conventual es el del Buen Pastor, de las Carmelitas Descalzas. Lo forman iglesia y convento, y es ya del siglo XX, ecléctico.
De factura más modesta, pero con un importante arraigo en la religiosidad de Zarautz, se distribuyen varias ermitas en el núcleo urbano y por los barrios.
En el mismo casco histórico está la de Santa Marina, cuyos orígenes están en el crucero que Marina de Alzuru hizo colocar en la salida hacia Azpeitia, luego lo dotó de cubierta y finalmente construyó una ermita (1610) pero en otro lugar más despejado. Esta ermita fue derruida y en 1932 se reconstruyó en su ubicación actual. En 1991 se derribó el interior para condicionarla. Imita los prototipos del gótico en la fachada, con un arco apuntado flanqueado por pináculos. Es de una nave y la ocupan las tallas de la titular, un Crucificado y Santa Apolonia, y se completa con dos vidrieras de medio punto del Sagrado Corazón y la Dolorosa.
De mayor antigüedad es la ermita de San Pelayo, de la que se tienen noticias ya en 1526. Sin embargo aquel edificio se arruinó a mediados del siglo XIX. Entonces comenzaron otro (1844) que por problemas económicos tardó en concluirse, hasta que el marqués de Narros puso el dinero que faltaba. El templo actual es proyecto del académico J. J. Belaunzarán (1850), neoclásico, de una nave y con planta de cruz latina. Es un volumen compacto, en el que destaca la fachada con espadaña y su nártex, resuelto con cuatro columnas donde apoya el frontón. En el interior lo más sorprendente es la cabecera, ocupada por un mural (1979) de figuras geometrizadas (Xabier Egaña) con una escultura de similar inspiración al centro (Tomás Murua), al que se suma el mobiliario litúrgico en madera que nos pone en inmediata relación con la escultura vasca del siglo XX. La escena representada proviene de una leyenda según la cuál la imagen de San Pelayo cayó de la proa de un barco por una tempestad y después llegó a la playa. Además la ermita conserva imágenes de San Pelayo y del Ángel de la Guarda, ambas del XVII, modestas. Y de platería, posee un interesante relicario donostiarra del XVII (Andrés de Loidi). Se sabe además que en 1604, el capitán Fermín de Iturriza mandó una lámpara de plata desde Sevilla, que no se conserva.
Otra de las ermitas con una biografía azarosa, es la de Santa Bárbara, en un altozano y a la que se llega terminado un tramo de escaleras. En 1704 se ordena que se recojan limosnas para su construcción, a lo que se sumó la ayuda de los vecinos, finalizando el templo cinco años después. Sin embargo han sido continuas las mejoras y reformas acometidas en el edificio, hasta que en 1995 se restauró por completo. Es de planta rectangular, con ábside poligonal, coro a los pies y bóveda de madera en arco escarzano. Como mobiliario, un retablo clásico de un cuerpo y una calle, que acoge una notable pintura barroca de la titular.
En Talaimendi se localiza una de las ermitas más veteranas de Zarautz, la de San Martín de Ibaeta. Conocida desde 1520, ha tenido varias remodelaciones y usos a lo largo del tiempo. La casa solar de Ibaeta era la patrona de la ermita, hasta que en 1643 el párroco de Zarautz pleiteó con ellos por incumplimiento en su mantenimiento. El edificio es de armadura lígnea, con pequeños vanos y saeteras, y acceso en arco apuntado. Al interior es sencillo, donde destaca una viga con trabajo de talla, y una imagen barroca del titular, como obispo.
La ermita de San Sebastián se situa en el barrio de Urteta, en una zona alta. Es la más antigua, de buena factura, y ha sido restaurada. Se trata de una construcción gótica de una nave con cubierta de madera, pórtico en un lateral y espadaña en el frente (siglo XVIII). Protegido por el pórtico, está el acceso de medio punto, con la clave decorada por flechas, en alusión a San Sebastián. Se ilumina con dos vanos conopiales geminados, un óculo, y dos saeteras y un rosetón con tracería en el ábside. En el presbiterio se coloca la talla del titular -popular, acaso tardogótico-, un Crucificado -de mejor calidad, con buen estudio anatómico y perizoma de plegado blando- y una Virgen del Rosario -del primer barroco, retocada-.
- ALTUNA, Jesús. Zarautz a través de la historia. Zarautz: Ayuntamiento de Zarautz; Diputación Foral de Gipuzkoa, 1987.
- ARANZASTI, Mª José; LEGORBURU, José Antonio. Zarautz. Patrimonio artístico. Zarautz: Ayuntamiento de Zarautz, 1998.
- AURIZENEA, K.M. Síntesis histórico-monumental de la Villa de Zarautz. Zarautz: Ayuntamiento de Zarautz; Diputación Foral de Gipuzkoa, 1987.
- DE AGUINAGALDE, F. Borja. "Gipuzkoako dorretxeak eta leinuak". Bertan, nº 11. Donostia-San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa, 1997.
- IBÁÑEZ, Alex. Entre Menosca e Ipuscua. Arqueología y territorio en el yacimiento de Santa María La Real de Zarautz. Zarautz: Museo de Arte e Historia de Zarautz, 2003.
- IBÁÑEZ, Alex; SARASOLA, Nerea. Santa María La Real de Zarautz, continuidad y discontinuidad en la ocupación de la costa vasca entre los siglos V a.C. y XIV d.C. Donostia-San Sebastián: Sociedad de Ciencias Aranzadi, 2009.
- ORTIZ, Félix. "La Ermita de San Pelayo en las inmediaciones de Zarauz". Euskal-Erria, revista bascongada, T. 10, pp. 293-298. San Sebastián, 1884.
- SAAVEDRA, Eduardo. "Arquitectura doméstica. Zarauz". Euskal-Erria, revista bascongada, T. 2, pp. 173-179. San Sebastián, 1881.
- SANTANA, Alberto. "Baserria". Bertan, nº 4. Donostia-San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa, 1993.
- SANTANA, Alberto y otros. La arquitectura del caserío de Euskal Herria. Caserío Agarre Bekoa, pp. 14- 19. Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco, 2001.
- URTEAGA, Mertxe. Guía histórico monumental de Gipuzkoa. Ed. Zarautz, pp. 290-293. Donostia-San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa, 1992.
- Zarautz. Guía turística. Bilbao,: DYCA, 1997.
- Zarauzko kultura. Ayuntamiento de Zarauz. Departamento de Cultura. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
- Gure Zarautz. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
- Territorio Menosca. Zarautz: Museo de Arte e Historia de Zarautz. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
- Gipuzkoakultura.net. 980 - 2008 Restauración del patrimonio histórico-artístico. San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
- Centro de Patrimonio Cultural. Gobierno Vasco. Departamento de Cultura. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
- Gure Gipuzkoa. San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa. Departamento de Cultura y Euskara. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
- b5m. Cartoteca. San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa. Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio. [Fecha de consulta: 1 de diciembre de 2011].
RCL 2011