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VIRGINIDAD (HISTORIA)

Exteriorización social de la virginidad. Las mujeres vascas durante la Edad Media, y buena parte de la Edad Moderna, mientras eran vírgenes llevaban el pelo extremadamente corto con un mechón sobre cada oreja y sin ningún tipo de tocado, como forma de exteriorizar su condición, y en la documentación se las refiere indicando "donzella en cabello virgen". Una vez casadas o no vírgenes, se cubrían la cabeza con un complicado tocado, constituido por un armazón de mimbre con forma de cornucopia a la que enrollaban varias varas de lienzo, que podían llegar a ser 20 ó 30; en el caso de Deba, en sus ordenanzas municipales de 1434, se prohibió que fueran más de 31 varas de lienzo delgado ó 6 de grueso. Estas costumbres llamaron poderosamente la atención a los extranjeros que pasaron por estas tierras, como por ejemplo, a Shaschek, compañero de viaje de León de Rosmithal en 1465-1467 ("aquí [Bizkaia] vimos por primera vez las mujeres y las mozas con las cabezas rapadas, salvo algunos mechones que se dejaban de cabello largo"); a Antonio de Lalaing en 1501 ("Las mujeres de este país son hermosas y llevan, en vez de gorros, veinte o treinta varas de tela. Las jóvenes llevan cortado el pelo, y no pueden llevar gorros si no están casadas. Las mujeres casadas, sólo ellas, los llevan cubiertos de bordados de oro y seda"); a Andrés Navajero en 1525 ("Van las mozas de esta tierra [Araba], hasta que se casan, con el pelo cortado, dejando sólo para adorno algunas mechas, y la misma costumbre hay en Vizcaya y en Guipúzcoa. ... Usan las mujeres de esta tierra un tocado muy extraño; envuélvense la cabeza en un lienzo casi a la morisca, pero no en forma de turbante, sino de capirote, con la punta doblada, haciendo una figura que semeja el pecho, el cuello y el pico de una grulla; este tocado se usa en toda Guipúzcoa, y dicen que también en Vizcaya, variando sólo en que cada mujer hace que el capirote semeje una cosa diversa"); o a Lamberto Wyts hacia 1570 ("Las mujeres van adornadas de una extraña manera, pues llevan en la cabeza una pirámide que a nada mejor se puede comparar que a un niño fajado; es lo que ellos llaman tocada. Las solteras llevan el pelo corto como algunos muchachos, salvo que les dejan algunos cabellos largos sobre las orejas"). Con el tiempo, fundamentalmente a partir del s. XVII, estas manifestaciones exteriores del estado sexual de las mujeres vascas fueron modificadas, en parte por la oposición de la Iglesia al arreglo del pelo con una estructura en forma de cornucopia. En las descripciones relativas a los caracteres, usos y costumbres de los vascos que se efectúan en el siglo XIX se comprueba cómo se ha operado ya este cambio. Pascual Madoz señala al respecto que las mujeres "casadas traen cubierta la cabeza con tocas de lienzo delgado ó de beatilla del país; las solteras llevan descubierta la cabeza y el pelo en una ó más trenzas tendidas á la espalda". Además de estos testimonios documentales y literarios, también existen los iconográficos, como los representados por Christoph Weiditz en 1529; por el pintor e historiador vizcaíno Francisco de Mendieta, nacido en 1556, y sus lienzos Jura de los Fueros de Vizcaya por Fernando el Católico o Procesión en el Santuario de Begoña; o por los recogidos por Mª E. Arizmendi en su obra Vascos y trajes (San Sebastián, 1976, 2 vols.). Ahora bien, también hubo mujeres que no cumplieron con la norma social que requería que se exteriorizara la condición de doncella o de dueña mediante un tocado. En este sentido el Ayuntamiento de Bilbao, junto con el corregidor de Vizcaya, trató en 1477 sobre el problema de que en la villa había "muchas moças que andan en cabello, syn tocas, públicamente, duermen con [h]onbres e se venden por moças [h]onestas", resolviendo que todas estas mujeres fueran concentradas en un burdel y se les pusiera un tocado de color azafranado o amarillento, que sirviera para denotar su condición de mujeres públicas, y si no aceptaban esta medida serían desterradas por el plazo de dos años. Al parecer, las cosas no cambiaron mucho, ya que en 1513 se insistía en el problema, indicando que "andan sin tocas después de ser acostadas con barones [es decir, tras haber dejado de ser vírgenes], asy andando, sin tocas, fasen mill fraudes desiendo ser birgenes e traen [h]artos pleitos dello". Nuevamente el municipio tuvo que poner orden, primero entre las mujeres públicas y luego entre las demás que también habían adquirido esta costumbre en contra de las disposiciones legales. Respecto de las primeras determinaron desterrarlas de la villa y de los arrabales "donde [h]ay poblaçión alguna de personas casadas", y si volvían recibirían 100 azotes y serían desterradas por dos años del señorío de Vizcaya; y en el caso del resto de mujeres dispusieron que "qualquier moça o muger que hoviere dormido con [h]onbre o dormiere con [h]onbre que pongan tocas en sus caveças dentro de ocho días primeros seguientes, e non anden en [h]ávito de moça virgen", bajo pena de 100 azotes y destierro por dos años del señorío. De la dureza del castigo se puede colegir el grave problema que esta situación suponía, máxime teniendo en cuenta, según indican las autoridades municipales, que algunas mujeres cometían este fraude con la esperanza de interponer una demanda judicial, que aunque no se dice explícitamente, se debe entender que era por estupro, con objeto de conseguir un marido o dote para casarse, al carecer de los recursos tradicionales para ello. Con el precepto legal de exteriorizar el estado de la mujer -doncella o dueña- se pretendía que éste quedara expresado claramente ante la comunidad para evitar cualquier equívoco o malentendido que pudiera poner en peligro la paz social. Se trataba de una medida en consonancia con el resto de las arbitradas para exteriorizar o dar a conocer la condición social de las personas -la nobleza podía lucir atuendos de mayor lujo, mientras que los villanos los tenían prohibidos-, su religión -los judíos debían portar en el pecho una estrella de David-, su moral sexual -las prostitutas debían colocarse un tocado de color azafranado o bermellón-, su situación penal -por ejemplo, los penitenciados por la Inquisición portaban los capirotes y los bígamos unas cruces en las mejillas según la legislación de las Encartaciones-, etc.