Dance

Soka-dantza

El esfuerzo de Iztueta era anacrónico, y su influencia en el momento en que se publicó su libro muy escasa. Si reparamos en el repertorio de los txistularis es de creer, por ejemplo, que tanto los nuevos bailes por parejas (valses, habaneras...) como las contradanzas, basadas en el continuo movimiento de los bailarines, se ipusieron a la soka-dantza. A finales del siglo XIX y principios del XX puede decirse que la soka-dantza había desaparecido de las ciudades vascas, y que cada vez se bailaba menos en las localidades más pequeñas. En este contexto, surge a finales del siglo XIX el movimiento que conocemos como Renacimiento cultural vasco. Su objetivo era impulsar las costumbres vascas, y especialmente las que consideraba que estaban en riesgo de desaparecer. Para ello utilizó sobre todo determinadas revistas -como Euskal Erria o Euskalerriaren Alde- y los concursos que se realizaron en los Juegos Florales. Por supuesto, en estos últimos fueron inexcusables tanto los concursos de aurreskularis -ya que este nombre, no sabemos bien si gracias precisamente a estos concursos o no, se había convertido ya en este momento en el más usual- como en muchas ocasiones los aurreskus de honor de autoridades.

En estas actividades, claro está, no tenían lugar todas las manifestaciones culturales vascas: algunas de ellas se eligieron y de alguna manera se estereotiparon. En el caso de la soka-dantza, por ejemplo, los concursos fueron sólo para hombres, a pesar de que las soka-dantzak de mujeres eran también en aquel momento muy abundantes (Larrinaga 2004). En el caso de los aurreskus de honor, el significado no era muy distinto del que Iztueta, a quien en este momento empieza a apreciarse, le había concedido: la unidad nacional interclasista, aunque sólo fuera bailada por personalidades relevantes de clase alta. Algunas de estas descripciones de la época de estos bailes, en efecto, podrían estar hoy en páginas de la prensa rosa, como por ejemplo la que se hizo en los Juegos Florales de Segura en 1911, aparecida en la revista Euskalerriaren alde (tomo 1º, pp. 634 y ss.). Todos los que en ella bailaron se nombraban uno a uno: diputados, nobles, cargos públicos, miembros de las directivas de las revistas organizadoras, etc. Algo parecido se hace con las chicas que entran a continuación, ocupando los puestos más importantes la hija del alcalde y la hermana del teniente de alcalde. Los últimos cuatro puestos, sin embargo, fueron para cuatro. limpias y clásicas neskatsas de nuestras montañas. El autor de la crónica, por supuesto, parecía completamente inconsciente del paternalismo de este último comentario.

Una imagen muy parecida tiene la realizada en Oñate en 1918 a raíz del I Congreso de Eusko Ikaskuntza: los papeles principales los realizaron varios diputados, y los dantza-zerbitzaileak fueron los presidentes de las diputaciones de Guipúzcoa, Álava y Vizcaya. El aurresku bailó a la hija del alcalde de Oñate y el atzesku a la mujer del presidente de la diputación de Vizcaya. Todos los bailarines aparecen en las fotografías de la época vestidos de frac o con ropa muy elegante. Y del mismo modo aparecen los concejales de San Sebastián con motivo de las Fiestas Vascas que ese ayuntamiento organizó a partir de 1927. El primer acto de los mismos, en efecto, era un aurresku de honor, del cual se eliminaron expresamente determinadas partes, seguramente no sólo, como decía La Voz de Guipúzcoa (1928-7-14, 4 orr.) para que conserve las características evoluciones y un mayor sello de una ceremoniosa gravedad propia de esta danza conocida también con el nombre de "baile real". Las partes eliminadas, en efecto, eran las más sociales, quizás también para que algunas personas que no supieran bailar pudieran formar parte de ella. El resultado final puede ser quizás bien descrito mediante un artículo aparecido en la revista Euskal Erria en 1897 (Castell 1897):

"El Aurresku es una danza eminentemente democrática. Forman en ella cadena las señoritas más empingorotadas junto á las más humildes caseras (campesinas). Nadie puede rehusar la invitación al Aurresku. [...]

Los aldeanos visten para bailar la danza, pantalón blanco, faja roja (ha de ser precisamente de seda), camisa blanca y boina encarnada.

Los diputados provinciales visten de frac y sombrero de copa.

El efecto es el mismo que si viésemos a aquellos dirigiendo un cotillón en la sala de fiestas del Gran Casino."

El resultado para nosotros, al menos desde la perspectiva de nuestros días, era contradictorio, ya que ni el vestuario ni siquiera la manera de bailar se correspondía mínimamente con los modos campesinos del momento y por ello, difícilmente podemos ver en ella la unidad entre clases sociales. Pero seguramente este tipo de actividades, algunas de ellas realizadas en la época de Primo de Rivera, tuvieron que ser casi el único modo de expresar la identidad vasca en público. Quizás por ello, en 1935, la gestora municipal donostiarra terminó con estas actividades, y ello a pesar de que el PNV, sin duda, impulsó mucho más la ezpata-dantza (La dantzari-dantza del Duranguesado) que la soka-dantza o el aurresku. Pero al menos en San Sebastián, por supuesto, no podemos olvidar tampoco otro factor: el turismo y la folklorización. En esta época, por ejemplo, en San Sebastián era muy importante el turismo que hoy llamaríamos de alto standing, y estas actividades eran organizadas por el Centro de Atención y Turismo de su ayuntamiento.